Domingo,
veinticuatro de diciembre, con el cielo nada claro y las temperaturas “bajo cero”, siete caballeros veleños acudimos al pactado
punto de encuentro. Con las burricletas bien dispuestas y con menos asistentes
de la cuenta, la ruta “navideña” ya está
sobre la mesa y lo mejor será, no tocar ninguna línea ni cuesta;
tenemos jornada de subes-bajas y un castillo de estrechas sendas.
Iniciamos
la jornada, dirección Gamonal, por la arreglada y anchurosas vía; se escuchan
conversaciones varias, mientras intentamos “calentarnos” a golpe de pedal en el
gélido día. Por la parte trasera, circunvalamos la villa vecina y después de
cruzar la zona recreativa, nos configuramos “en modo subida”; desde este punto
no hay tregua y después de la rampa de hormigón y el primer “sofocón”,
comenzamos a entrar en calor. Desfilamos por el grisáceo y empinado decorado,
entre bancos de nieblas, desafiando –una vez más- a las conocidas cuestas,
incrustadas en el entretenido y rasgado tobogán. Atrás, dejamos las poblaciones de Mejorada y Segurilla, todavía adormiladas y de
sus gentes, no tenemos señales de vida; nos adentramos en el pasadizo de “los
leñadores”, senda rápida y atrevida y correctamente engalanada de muretes de
piedra y perfumadas encinas. A mitad del camino, viramos a la izquierda,
abrimos la rudimentaria portera y por la extensa pradera, escalamos hacia “el
sendero del terror”. En este punto, se disparan los expectantes flases, mientras nos recreamos por la angosta senda de etiqueta
negra, con tramos de chocolate y miel, para deleitar al delicado paladar. Después de degustar el
delicioso manjar, unos metros por la ancha pista y desde el revestido pozo, un “toparriba”
hacia la laureada vereda de dibujos animados; limpia y bien cuidada, que nos deja sin habla y nos embelesa; ¿qué
decir de este encumbrado rincón? Todo un
placer para los sentidos, nos desplaza a la séptima dimensión, a la vez, que nos embriaga de felicidad y emoción. Después de tanta poesía bucólica y
letargo abigarrado, salimos a un tramo más relajado y soleado, donde
repostamos; intercambiamos dulces y
otros alimentos, para recuperar fuerzas y continuar con la batalla cerrera.
Reemprendemos
la marcha y para no perder la mágica tradición, continuamos por la tendida ascensión; sin llamar, entramos en “la
senda Cervera”, más cánticos y alegres
melodías por la ceñida vereda que nos
guían al pórtico de “San Marrupejo”; pasos
místicos, bien regados y perfumados de animación, y una alfombra mullida de hojarasca seca y piedra suelta por el estrecho sendero, hacen
las delicias de la cuadrilla burriclista; "el momento actual está lleno de alegría y felicidad. Pero si no estás atento, no lo ves". También, alguna liebre echamos a la
mochila, tenemos un conato de avería y por estos benditos lares, saludamos a otros intrépidos
burriclistas. Después de tanto ratoneo, por tramos demasiado ajustados, de poner a
punto la pericia y habituar las piernas ¿quién se acuerda ahora del frío? salimos
al Hituero tendido. Afrontamos los últimos tramos empinados, cruzamos –ahora sí-
las animadas villas vecinas y sin más novedad, bueno, algún arreón y un pique “con motor” por la acogedora vía veleña,
arribamos al punto de partida. Felicitaciones y buenos deseos entre los
congregados y para el último día del año quedamos citados.
Resumiendo,
ruta circular de 45 kms, los principales caminos transitados han sido: Camino
de Velada-Gamonal-Mejorada- Segurilla; Senda de los Leñadores (Contrabandistas),
Sendero del Terror, Camino de Meregil, Senda del Pozo, Camino de Los Dornajos,
Senda Cervera, Camino de Segurilla a Sotillo, Vereda del Marrupejo
(Corto-largo), Camino del Hituero, Camino de Segurilla-Mejorada-Velada.
Pd:
Roberto, Cristóbal, muchas gracias por vuestra aportación fotográfica (5)
Buen
día…………….SALUD.
“mil
caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo
tiempo ni sitio….”