miércoles, 29 de julio de 2015

Ruta: Noche en La Laguna de Gredos

   Hace ya  un año,  después de la enriquecedora y ensalzada  aventura de  “convivir en familia”,  imploramos a todos los astros  para volver  a repetir  dicha  experiencia montañera. Desde las alturas nos llegó  la misiva,  “henos aquí, vuestro deseo se va a cumplir”. Recibimos bastantes peticiones de admisión, se organizaron pruebas de esfuerzo para seleccionar  candidatos (“¿algunos/as deben pagar tributo  a la hermandad?”) entrevistas de actitud, hubo intentos de sobornos y súplicas, para estar entre los afortunados/as y  a tal evento poder asistir. También, por lesión  hubo bajas de última hora y otras tantas personas, que les hubiera gustado formar parte del equipo seleccionado (no os preocupéis, otra vez será, “seguro” que hay más).
     Sábado veinticinco de julio, después de tantos  preparativos,  ¡¡¡por fin el día señalado!!! Trece amigos/as veleños, entre adultos y un cuarteto, que son los más pequeños, somos los elegidos para la mencionada expedición.  A la hora pactada, en caravana, salimos de la villa de Velada hacia la Plataforma de Gredos.
 
       Según lo previsto, comenzamos la jornada montana, “cargados como mulos”, de ilusiones desbordados, muchas son las expectativas puestas y una  consigna es el denominador  común: “disfrutar”. Como es habitual, no llevamos hora – total, nos da igual- . El empinado camino empedrado “para calentar”, nos acomodamos la  carga “a la chepa”  y en  dos minutos ya nadie habla  ¿por qué será?  Cada cual “suba como pueda, cuando haya  que esperar se espera”, tampoco os olvidéis de la cabeza levantar, por si hay que levitar. Me quedo en la retaguardia, para animar “a las de atrás”, fotografías por aquí y por allá, deleite en la subida hasta la fuente en zig-zag. Belén,  me anima a “tirar palante”, que  van de cháchara y también  “cuidan de  la chavala”. Un poco más arriba, aparecen “pequeños puntos de colores”, último esfuerzo y paramos a repostar y echar un refrigerio. Nos agrupamos, compartimos dulces y otros alimentos, mientras bebemos de las frescas aguas de “la fuente de los milagros”. Goyo “El Coloso”, se va de capea y al macho cabrío “unos pases le arrea”, mientras los demás, entre risas y comentarios varios contemplamos la escena. Seguimos con la ruta, “cuatro metros más  de ascensión” y ante nosotros,  se levantan las honoríficas panorámicas, dignas de  culto y admiración. Entramos en una vía más cómoda y llevadera “y topabajo”, en la bajada nos recreamos con las genuinas vistas, “torreones y pasos conocidos”, vistas de vértigo y los incansables retoños, dando vida y colorido al venturoso recorrido. A nuestro paso,  unos valientes  corriendo, otros bien cargados y multitud de senderistas que van a pasar el día; sin novedad por la empedrada bajada, nos vamos acercando “a la misteriosa laguna”, intuimos el minúsculo refugio y más adelante, nos salimos de “la senda lagunera”. Nos adentramos en un laberinto de descomunales monumentos pétreos, apetecibles  pozas y una vereda bien marcada nos lleva al campamento base. Colocamos “los achiperres”, damos un respiro al cuerpo y levantamos “la cocina” para preparar la merecida comida; ensalada de pasta, bocatas talla XXXL, fruta de temporada  y “alguna cerveza fresca” –Goyo nos muestra-, mientras  comentamos la jugada en “la improvisada mesa”. Después de reponer fuerzas, algunas se retiran a la sombra, otros se echan una siesta y otros, por ahí dando vueltas.

 

   





























































































     Para hacer la tarde más amena, “las doñas y los peques” tienen la tarde libre y los demás nos vamos a dar un “voltio hasta El  Almanzor”. Cuando iniciamos, “creo que estamos en modo digestión”, “andamos y no avanzamos”,  “vaya galbana que llevamos el cuarteto de invitados”. Pues eso, nos empezamos a desperezar por el abigarrado canchal, más pozas que nos invitan a darnos un chapuzón, pero continuamos por la tendida ascensión; cogemos agua “por lo que pueda pasar”. A nuestros pies, el escalonado y  bastante empinado  “camino” (por decir algo), nos ponemos a prueba sorteando “este valle  de piedras”, Pedro “Hierros” parece que va montado en “un Barreiros”,  más arriba, del “nevero no hay ni rastro”, mientras vamos dejando comentarios varios; “¿cuándo paramos?”,  “vamos a beber algo”,  “quien ha colocado este empedrado”, “por aquí al cielo llegamos”, paramos nos agrupamos y nos hacemos con el  segundo trecho izado. Durante el trayecto, adoptamos a “los alegres cordobeses”; nos adelantamos, para indicar el mejor paso a nuestros compañeros  y cuando creen que ya han coronado, “nos queda la última trepada”- les indicamos. La escalada es una odisea, “nos os preocupéis, hay agarraderos en las piedras”, tensión y risas en la ascensión;  Goyo de “tanto apretar ha rajado el pantalón”.  El amigo Rivas,  hace amago de dar marcha atrás;  “estamos aquí ya, les confirmo con seguridad”. También  indicamos  donde pisar y  donde  las manos agarrar y  después de pasar “el mal trago” y algo penar,  con tesón y mucha convicción, coronamos el techo de Gredos. Disfrutamos (unos más que otros)  las majestuosas vistas aéreas,  fotos de rigor para  atestiguar la elevada hazaña;  ahora tenemos otro dilema, “¿cómo vamos a bajar de aquí?” con algo de  temor la cuestión se plantea.  Tranquilizo a los compañeros de fatigas, “aunque parezca mentira, la bajada es mucho más fácil que la subida” Pues lo dicho, todos serenos,  me pongo en cabeza para hacer el tramo más complicado, alguna filigrana para “hierro quitar” al controlado  asunto;  bajamos sin complicaciones y mis compañeros –por ellos mismos-  quedan sorprendidos de la comodidad,  al destrepar  por  la  vertical; mientras tanto recuperamos el aliento y el color de cara los más "descoloridos". Nos acercamos “al crampón”,  aquí nos despedimos de “los adoptados cordobeses”, bajamos el pedregoso camino, admiramos las escarpadas crestas y otras  impresionantes catedrales de piedra; nos detenemos a contemplar otros monumentos y con un paso distendido seguimos avanzando. Sin novedad en el descenso, entramos en el refugio a celebrar la sonada ascensión; zumo de cebada fresca y muchas risas para recordar las más divertidas anécdotas y escenas;  pon otra más y otra, “al final cenamos con los rusos”……Entre dos luces,  dejamos “la tasca”, seguimos con lo nuestro, hacemos un resumen de los mejores momentos,  y algo más adelante ya vienen a buscarnos las mujeres “bien abrigadas” ( yo,  pensaba que venían a recibirnos con alegría); rapapolvos y “morros con patatas” porque ya  estaban preocupadas y “alguna” con las hormonas agitadas. Llegamos al campamento  ¡¡¡cómo está el patio!!!  montamos las tiendas con cariño y mimo, mientras “las parientas” nos sermonean;¡¡¡¡Esta noche a dormir fuera!!!! Después de la “faena”, hacemos un inciso y nos apretamos la merecida cena; parece que el asunto se “destensa”; comenzamos a dar explicaciones (“no había cobertura”, “llevamos tiempo en el refugio” “venimos de allí arriba”, “hasta os hemos enviado una foto”  y otras más convincentes). Nos acomodamos para ver el repleto jardín de estrellas, ranas que persiguen a Melisa y a Alejandra, cabras que en nuestros aposentos  quieren entrar;  risas, bromas y otras tonterías para recordar la entretenida odisea y la ¿comprensible pataleta? Después de pasar  un buen rato en armonía, el personal en sus tiendas se van acomodando. 
 









    












































     Rivas, Goyo y el relatero, dormimos al raso (“Hotel millones de estrellas”) tenemos un cabecero de piedra de unos ochenta metros;  tocamos todos los palos –según nos comentan,  hemos estado toda la noche “cascando”- hasta el “croar” de las ranas hemos silenciado; hablamos de temas “trascendentales” (la ubicación y enganche de las estrellas, el paso de los aviones ¿van o vienen de vacaciones?,  luces que se mueven ¿ida o vuelta? ¿cuál es la distancia estelar? ¿de quién eran los ronquidos?, ¿se escucha el concierto de la naturaleza? Etc, etc.) Ante nosotros, un desmesurado  plasma proyectando ¿millones de estrellas? de vez en cuando, el escultor noctámbulo nos regala  las espectaculares estelas de las fugaces estrellas, también  cincela  picos misteriosos que en la oscuridad  se desplazan  y  agita luces que danzan en la noche hechizada. Entre sueño y sueño –si es verdad que hemos dormido algo- los tres seguimos hablando y “cuestionando”. Menos mal que el tema de los ovnis  salió ya que casi estaba amaneciendo…..
     Amanece en el asentamiento veleño, “los demás,  nos recuerdan la animada velada que hemos tenido”;  buena temperatura al despertar, poco a poco,  vamos desperezando a la reposada mañana, nosotros también nos “estiramos” y comienza el ritual para desmontar el modesto campamento; desayunamos para reponer fuerzas y también dejamos limpio, sin  rastros  de nuestra confortable y acogedora  estancia en la montaña.  Iniciamos el camino de vuelta, dejando la estampa de la laguna a nuestras espaldas. Atrás me quedo con Mari Sol (ya que emprendió la ruta, tocada) eso sí, pero en esta ocasión, bastante serena, ya  no protesta (por cierto, ¿dijo que esta era la última vez que subía? jajajajajajaja); subimos sin prisa pero sin pausa, aprovecho para contemplar a “cámara lenta”  las lujosas panorámicas” y sin darnos cuenta, en “un santiamén” estamos con los demás compañeros en la fuente helada.  Otro poco más y paramos en “el mirador” para echar un vistazo atrás; fotos de rigor con la cabra “civilizada” y algún sustillo Alejandro se lleva. Entre la frondosidad del piornal, continuamos con la amena  caminata; a  Prados, en breve le espera otro reto, y de sobra da la talla; a Goyo, Belén y Virginia, les recordamos que tienen que “abonar  la cuota establecida” por la hermandad ¿Qué decir de los más peques?  Patricia, Alejandro, Alejandra y Jorge, los más felices;  cómo disfrutan, se lo pasan bien “con nada” y encima, cómo andan. Atrás vamos dejando pasos “de sobra conocidos”, “la fuente del pueblo”; en silencio, me encanta contemplar la profundidad  y armonía que nos brinda la  vista de la "Ancha  Pradera" y los picachos en el horizonte asomando; después del corto descanso, la estirada  bajada “técnica” hacia el  Prado Pozas. En este punto nos agrupamos, para afrontar el último tramo, después del “rellano” transitado, la bajada empedrada, es  un “castigo” para terminar de rematar a  las piernas y espaldas cargadas. Sin más novedad, arribamos en el punto de partida, depositamos la basura en los contenedores habilitados, breves estiramientos y las mochilas en los coches echamos. Una vez todos reunidos, caras  de felicidad, comentarios varios, clausuramos la etapa montañera, que me da, que “próxima edición habrá……” Entre todos acordamos,  que para celebrar la laureada edición,  a Velada nos vamos de “comilona” en fraternidad.  Me quedo con la experiencia vivida, “el buen rollo creado”, con  la cara de satisfacción de los congregados (tanto “peques” como adultos) por los “pequeños éxitos logrados”. ¿Quién/es se apuntan a la edición 2016? Hasta la próxima.










 



























































     Resumiendo, ruta por Gredos de 20 kms aproximadamente. Salida desde la Plataforma, senda de la Laguna, subida al Almánzor, Laguna Grande, Senda de las Cinco Lagunas, Senda de la Laguna a la Plataforma.

    Pd: fin de semana muy especial, con una excepcional  compañía.  “Antes que el esfuerzo, las rocas y el viento, la amistad es el componente esencial en la montaña”; “quien ha escuchado alguna vez la voz de las montañas, nunca la podrá olvidar”; “No conquistamos a las montañas, sino a nosotros mismos”.  He dicho.


     Buen día….SALUD



“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir,  no tengo tiempo ni sitio….”