Hace ya un año, después de la enriquecedora y ensalzada aventura de “convivir en familia”, imploramos a todos los astros para volver
a repetir dicha experiencia montañera. Desde las alturas nos
llegó la misiva, “henos aquí, vuestro deseo se va a cumplir”.
Recibimos bastantes peticiones de admisión, se organizaron pruebas de esfuerzo
para seleccionar candidatos
(“¿algunos/as deben pagar tributo a la
hermandad?”) entrevistas de actitud, hubo intentos de sobornos y súplicas, para
estar entre los afortunados/as y a tal
evento poder asistir. También, por lesión
hubo bajas de última hora y otras tantas personas, que les hubiera
gustado formar parte del equipo seleccionado (no os preocupéis, otra vez será,
“seguro” que hay más).
Sábado veinticinco de julio, después de
tantos preparativos, ¡¡¡por fin el día señalado!!! Trece amigos/as
veleños, entre adultos y un cuarteto, que son los más pequeños, somos los
elegidos para la mencionada expedición. A la hora pactada, en caravana, salimos de la
villa de Velada hacia la Plataforma de Gredos.
Según lo previsto, comenzamos la jornada
montana, “cargados como mulos”, de ilusiones desbordados, muchas son las
expectativas puestas y una consigna es
el denominador común: “disfrutar”. Como
es habitual, no llevamos hora – total, nos da igual- . El empinado camino
empedrado “para calentar”, nos acomodamos la
carga “a la chepa” y en dos minutos ya nadie habla ¿por qué será? Cada cual “suba como pueda, cuando haya que esperar se espera”, tampoco os olvidéis de
la cabeza levantar, por si hay que levitar. Me quedo en la retaguardia, para
animar “a las de atrás”, fotografías por aquí y por allá, deleite en la subida
hasta la fuente en zig-zag. Belén, me
anima a “tirar palante”, que van de
cháchara y también “cuidan de la chavala”. Un poco más arriba, aparecen “pequeños
puntos de colores”, último esfuerzo y paramos a repostar y echar un refrigerio.
Nos agrupamos, compartimos dulces y otros alimentos, mientras bebemos de las
frescas aguas de “la fuente de los milagros”. Goyo “El Coloso”, se va de capea
y al macho cabrío “unos pases le arrea”, mientras los demás, entre risas y
comentarios varios contemplamos la escena. Seguimos con la ruta, “cuatro metros
más de ascensión” y ante nosotros, se levantan las honoríficas panorámicas,
dignas de culto y admiración. Entramos
en una vía más cómoda y llevadera “y topabajo”, en la bajada nos recreamos con
las genuinas vistas, “torreones y pasos conocidos”, vistas de vértigo y los
incansables retoños, dando vida y colorido al venturoso recorrido. A nuestro
paso, unos valientes corriendo, otros bien cargados y multitud de
senderistas que van a pasar el día; sin novedad por la empedrada bajada, nos
vamos acercando “a la misteriosa laguna”, intuimos el minúsculo refugio y más
adelante, nos salimos de “la senda lagunera”. Nos adentramos en un laberinto de
descomunales monumentos pétreos, apetecibles
pozas y una vereda bien marcada nos lleva al campamento base. Colocamos
“los achiperres”, damos un respiro al cuerpo y levantamos “la cocina” para
preparar la merecida comida; ensalada de pasta, bocatas talla XXXL, fruta de
temporada y “alguna cerveza fresca”
–Goyo nos muestra-, mientras comentamos
la jugada en “la improvisada mesa”. Después de reponer fuerzas, algunas se
retiran a la sombra, otros se echan una siesta y otros, por ahí dando vueltas.
Para hacer la tarde más amena, “las doñas y
los peques” tienen la tarde libre y los demás nos vamos a dar un “voltio hasta El Almanzor”. Cuando iniciamos, “creo que estamos en modo digestión”, “andamos y
no avanzamos”, “vaya galbana que
llevamos el cuarteto de invitados”. Pues eso, nos empezamos a desperezar por el
abigarrado canchal, más pozas que nos invitan a darnos un chapuzón, pero
continuamos por la tendida ascensión; cogemos agua “por lo que pueda pasar”. A
nuestros pies, el escalonado y bastante
empinado “camino” (por decir algo), nos
ponemos a prueba sorteando “este valle de piedras”, Pedro “Hierros” parece que va
montado en “un Barreiros”, más arriba, del
“nevero no hay ni rastro”, mientras vamos dejando comentarios varios; “¿cuándo
paramos?”, “vamos a beber algo”, “quien ha colocado este empedrado”, “por aquí
al cielo llegamos”, paramos nos agrupamos y nos hacemos con el segundo trecho izado. Durante el trayecto,
adoptamos a “los alegres cordobeses”; nos adelantamos, para indicar el mejor
paso a nuestros compañeros y cuando
creen que ya han coronado, “nos queda la última trepada”- les indicamos. La
escalada es una odisea, “nos os preocupéis, hay agarraderos en las piedras”,
tensión y risas en la ascensión; Goyo de
“tanto apretar ha rajado el pantalón”. El amigo Rivas, hace amago de dar marcha atrás; “estamos aquí ya, les confirmo con
seguridad”. También indicamos donde pisar y donde las manos agarrar y después de pasar “el mal trago” y algo penar, con tesón y mucha convicción, coronamos el
techo de Gredos. Disfrutamos (unos más que otros) las majestuosas vistas aéreas, fotos de rigor para atestiguar la elevada hazaña; ahora tenemos otro dilema, “¿cómo vamos a bajar
de aquí?” con algo de temor la cuestión
se plantea. Tranquilizo a los compañeros
de fatigas, “aunque parezca mentira, la bajada es mucho más fácil que la subida”
Pues lo dicho, todos serenos, me pongo
en cabeza para hacer el tramo más complicado, alguna filigrana para “hierro
quitar” al controlado asunto; bajamos sin complicaciones y mis compañeros
–por ellos mismos- quedan sorprendidos
de la comodidad, al destrepar por la
vertical; mientras tanto recuperamos el aliento y el color de cara los más "descoloridos". Nos acercamos “al crampón”, aquí nos despedimos de “los adoptados
cordobeses”, bajamos el pedregoso camino, admiramos las escarpadas crestas y otras
impresionantes catedrales de piedra; nos
detenemos a contemplar otros monumentos y con un paso distendido seguimos
avanzando. Sin novedad en el descenso, entramos en el refugio a celebrar la
sonada ascensión; zumo de cebada fresca y muchas risas para recordar las más
divertidas anécdotas y escenas; pon otra
más y otra, “al final cenamos con los rusos”……Entre dos luces, dejamos “la tasca”, seguimos con lo nuestro,
hacemos un resumen de los mejores momentos, y algo más adelante ya vienen a buscarnos las
mujeres “bien abrigadas” ( yo, pensaba
que venían a recibirnos con alegría); rapapolvos y “morros con patatas” porque
ya estaban preocupadas y “alguna” con
las hormonas agitadas. Llegamos al campamento ¡¡¡cómo está el patio!!! montamos las tiendas con cariño y mimo,
mientras “las parientas” nos sermonean;¡¡¡¡Esta noche a dormir fuera!!!!
Después de la “faena”, hacemos un inciso y nos apretamos la merecida cena; parece
que el asunto se “destensa”; comenzamos a dar explicaciones (“no había
cobertura”, “llevamos tiempo en el refugio” “venimos de allí arriba”, “hasta os
hemos enviado una foto” y otras más
convincentes). Nos acomodamos para ver el repleto jardín de estrellas, ranas
que persiguen a Melisa y a Alejandra, cabras que en nuestros aposentos quieren entrar; risas, bromas y otras tonterías para recordar
la entretenida odisea y la ¿comprensible pataleta? Después de pasar un buen rato en armonía, el personal en sus
tiendas se van acomodando.
Rivas, Goyo y el relatero, dormimos al
raso (“Hotel millones de estrellas”) tenemos un cabecero de piedra de unos
ochenta metros; tocamos todos los palos
–según nos comentan, hemos estado toda
la noche “cascando”- hasta el “croar” de las ranas hemos silenciado; hablamos
de temas “trascendentales” (la ubicación y enganche de las estrellas, el paso
de los aviones ¿van o vienen de vacaciones?,
luces que se mueven ¿ida o vuelta? ¿cuál es la distancia estelar? ¿de
quién eran los ronquidos?, ¿se escucha el concierto de la naturaleza? Etc, etc.)
Ante nosotros, un desmesurado plasma
proyectando ¿millones de estrellas? de vez en cuando, el escultor noctámbulo
nos regala las espectaculares estelas de
las fugaces estrellas, también cincela picos misteriosos que en la oscuridad se desplazan y agita
luces que danzan en la noche hechizada. Entre sueño y sueño –si es verdad que
hemos dormido algo- los tres seguimos hablando y “cuestionando”. Menos mal que
el tema de los ovnis salió ya que casi
estaba amaneciendo…..
Amanece en el asentamiento veleño, “los demás,
nos recuerdan la animada velada que
hemos tenido”; buena temperatura al despertar,
poco a poco, vamos desperezando a la reposada
mañana, nosotros también nos “estiramos” y comienza el ritual para desmontar el
modesto campamento; desayunamos para reponer fuerzas y también dejamos limpio,
sin rastros de nuestra confortable y acogedora estancia en la montaña. Iniciamos el camino de vuelta, dejando la
estampa de la laguna a nuestras espaldas. Atrás me quedo con Mari Sol (ya que
emprendió la ruta, tocada) eso sí, pero en esta ocasión, bastante serena, ya no protesta (por cierto, ¿dijo que esta era la
última vez que subía? jajajajajajaja); subimos sin prisa pero sin pausa,
aprovecho para contemplar a “cámara lenta”
las lujosas panorámicas” y sin darnos cuenta, en “un santiamén” estamos
con los demás compañeros en la fuente helada.
Otro poco más y paramos en “el mirador” para echar un vistazo atrás;
fotos de rigor con la cabra “civilizada” y algún sustillo Alejandro se lleva.
Entre la frondosidad del piornal, continuamos con la amena caminata; a
Prados, en breve le espera otro reto, y de sobra da la talla; a Goyo,
Belén y Virginia, les recordamos que tienen que “abonar la cuota establecida” por la hermandad ¿Qué
decir de los más peques? Patricia,
Alejandro, Alejandra y Jorge, los más felices;
cómo disfrutan, se lo pasan bien “con nada” y encima, cómo andan. Atrás
vamos dejando pasos “de sobra conocidos”, “la fuente del pueblo”; en silencio, me encanta contemplar la profundidad y armonía que nos brinda la vista de la "Ancha Pradera" y los picachos en el horizonte asomando; después del corto descanso, la estirada bajada “técnica” hacia el Prado Pozas. En este punto nos agrupamos,
para afrontar el último tramo, después del “rellano” transitado, la bajada
empedrada, es un “castigo” para terminar
de rematar a las piernas y espaldas
cargadas. Sin más novedad, arribamos en el punto de partida, depositamos la
basura en los contenedores habilitados, breves estiramientos y las mochilas en
los coches echamos. Una vez todos reunidos, caras de felicidad, comentarios varios, clausuramos
la etapa montañera, que me da, que “próxima edición habrá……” Entre todos acordamos, que para celebrar la laureada edición, a Velada nos vamos de “comilona” en
fraternidad. Me quedo con la experiencia
vivida, “el buen rollo creado”, con la cara de satisfacción de los congregados
(tanto “peques” como adultos) por los “pequeños éxitos logrados”. ¿Quién/es se apuntan a la edición 2016? Hasta la
próxima.
Resumiendo, ruta por Gredos
de 20 kms aproximadamente. Salida desde la Plataforma, senda de la Laguna,
subida al Almánzor, Laguna Grande, Senda de las Cinco Lagunas, Senda de la
Laguna a la Plataforma.
Pd: fin de
semana muy especial, con una excepcional compañía. “Antes que el esfuerzo, las rocas y el viento,
la amistad es el componente esencial en la montaña”; “quien ha escuchado alguna
vez la voz de las montañas, nunca la podrá olvidar”; “No conquistamos a las
montañas, sino a nosotros mismos”. He
dicho.
Buen
día….SALUD
“mil caminos por andar y mucho
tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni sitio….”