lunes, 27 de mayo de 2019

Ruta: Navamorcuende (Minipiélago)


Domingo, veintiséis de mayo, en el lugar de costumbre, cuatro burriclistas con sus monturas bien dispuestas y remangados, afrontamos la pactada etapa “casimontañera”;  Medina “El Estratega” e Ilde “El Suegro” nos aguardan más allá de la villa de Mejorada.  Roberto “El Bueno”, previa convocatoria social, nos invita a visitar los recovecos del Piélago pequeño.

A las ocho y media, media hora de la hora convencional, iniciamos la jornada, dirección la cañada, por “el anchuroso  Barbú” y con el aire atizando de cara,  afrontamos la empinada  Gamonosa (subiendo por las canteras), “supuestamente” para hacer la escalada más llevadera; nos recreamos por los serenos y silenciados caminos, respirando aire limpio y sintiendo “el fresquillo” de las primeras horas de la mañana. Sin apenas darnos cuenta, atravesamos las frecuentadas villas vecinas, en la “Cruz de los Arrepentidos “recogemos” a los compañeros de espera,  para aumentar la escuadra veleña.

















Desde este punto, buscamos emocionantes escenarios, entre encinas cerreras, discontinuos subes y bajas que se parapetan entre parajes más asalvajados, extensas  praderas de pastos colmadas y bendecidas por la magia  de la serenidad. Salimos a “cuatro caminos” y desde aquí, “sin hacer ruido” arribamos en Marrupe por el pestoso camino. Por la pista hormigonada, apretamos los dientes “por las serias pendientes”; antes de empezar el festival de las más exigentes cuestas, Ilde “El Suegro”, no quiere arriesgar, tiene alguna molestia y se da la vuelta;  a nuestro paso,  un vergel de arboleda diversa, campos de jaras; vistosos enebros en primera línea, abriéndonos sus puertas; un mar de encinas  encajonadas, en pasos estrechos de piedra amurallados; duros repechos que nos ponen a prueba y más adelante “la cuesta pelleja”. En esta ocasión, no negocio bien la trazada y unos metros “a pata”, mientras mis compañeros, resoplando y abatidos,  “ganan el pulso” a la exigente pendiente; detrás de nosotros, una caterva de burriclistas, desde abajo, a pie vienen procesionando. Antonio Medina y Alberto “El Maestro Ceramista”, van como tiros, se exhiben en las terroríficas subidas, “éstos,  se pican hasta con sus sombras”, cada salida es una final, “siempre quieren más”; encaramados en un agradable microclima, ahogados en  el sombrío pasadizo, esquivamos ramas y un tapiz de piedras sueltas, sin dejar de escalar por la tupida alfombra de hojarasca seca.

Por estos lares, a cada paso,  cambiamos de “pantalla”, más subes y bajas entre la palpable  armonía del robledal, enormes  castaños alegrando nuestra travesía y el esmerado pinar,  tasando a la alza el valor de la digna etapa. Nos recreamos y de paso, disfrutamos de los oníricos paisajes, mientras nos escabullimos por las ficticias sendas; tramos de pericia y entrega, alguna dificultad por las camufladas piedras,  entre montones de hojas que recorren la divertida vereda. Algún problema mecánico –sin problemas solventado- en la bajada, antes de salir al depósito embarrado  y más abajo, en el centro del poblado, en “el pilón serrano” paramos a abrevar y repostar. Minutos de relax para reponer fuerzas, rellenar nuestra botijas y preparar la vuelta.
























Reemprendemos la vuelta, como exhalaciones, volamos por el camino de Sotillo; el amigo Gabriel “Machaque” por la fugaz pista,  no respeta las trazadas y se pasa de frenada, controla y  apunto está de descarrilar;  salvamos los pertinentes repechos, mientras por la retaguardia “ nos avisan de calambres” “al apretar y ponerse de pie”; de todas formas, ninguno bajamos la guardia, “hasta el herido” titulado en grandes gestas,  no se amedranta y da la talla. Desde Sotillo, no hay plan, ni dudas, por el abigarrado y más pino camino; dicho y hecho, nos enfrentamos  a los discontinuos repechos que nos reciben con los brazos abiertos; trabajamos en equipo,  apretamos, nos damos relevos –como podemos- mientras planeando,  atravesamos el acicalado monte; más subidas tendida, amagos para el acalambrado en los penúltimos tramos empinados; atrás dejamos la villas vecinas, también despedimos a “Medina” que pabajo hacia Talavera se encamina. Los demás, no bajamos la guardia, recorremos la relajada pista, nos hacemos con la subida de “La Herradura” y en un gesto de valentía y osadía, sobrevolamos  el paraje cerrero que custodia el territorio veleño; en un vertiginoso descenso, aterrizamos en el campo del Barbú y en este punto, felicitaciones y agradecimientos por la excepcional jornada y nos despedimos hasta la próxima semana: ”la nobleza de la  naturaleza, esconde  dulces melodías para los que saben escuchar”.  

 

















En definitiva, ruta circular de 70 kms, los principales caminos transitados han sido; Cañada Real Leonesa Oriental, Camino de Velada-Mejorada-Segurilla, Camino del Hituero, Antiguo Camino de Segurilla-Sotillo, Camino de Meregil, Camino de Los Dornajos, Camino de Marrupe-Hinojosa-Navamorcuende. Camino de Buenaventura, Sotillo de las Palomas, Cañada Real Leonesa Oriental- Sotillo-Segurilla- Camino del Hituero-Segurilla, Mejorada-Velada.


Buen día………….SALUD.


“….mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni sitio…..”

miércoles, 22 de mayo de 2019

Ruta: Re-póquer de subidas por Segurilla.


Después de un tiempo ausente del “mundo virtual”  y de los relatos burriclistas, eso sí, pero sin dejar de pedalear,  días de entre semana , festivos “y días de guardar”, en etapas furtivas, rodando en solitario y otras veces, muy bien acompañado; saliendo sin horario establecido, sin rumbo fijo ¿o no? Para disfrutar a mí manera, decidiendo el cómo, dónde y cuándo.  Unas veces  la apatía –que no falta de ganas-, otras,  la pereza por madrugar y el querer salir “a mí bola”, han hecho que me reincorpore con más ganas, aires nuevos,  un plus de motivación, ilusiones renovadas, con “hambre” de novedosos  retos, con más ganas –si cabe- de aventuras montañeras  y siempre dejando un  hueco “para alguna  locura extra”. Como dice nuestro amigo Diego “Sin Miedo”, “hay que tener un objetivo en el punto de mira”: “Nadie encuentra su camino sin haberse perdido varias veces”.  

Domingo, diecinueve de mayo, me reincorporo a filas,  después de unas pocas “faltas” domingueras; saludo a mis compañeros de fatiga, no me libro de las bromas y chistes de bienvenida. Una docena de caballeros veleños  acudimos al pactado punto de partida, sumando a Ilde “El Suegro” y Antonio “Medina” que saldrán a nuestro encuentro en algún punto del paraje cerrero.  Con las burricletas engalanadas y prestas, nos preparamos para la contienda propuesta, ¿Por qué será,  que hoy tocan cuestas? Eduardo “El Carpin” así lo vaticina, ya que “las burricletas están bien orientadas y dispuestas”.

Iniciamos la jornada, con dirección hacia la Real Cañada, bien agrupados cabalgamos, amenas chácharas para calentar, antes de bregar con las escaladas diseñadas; Subimos “El Bonal”, a este paso, “lo vamos a allanar”, cada cual como puede, esperando y agrupando para que nadie quede rezagado. En la villa de Mejorada, selección natural, tres compañeros,  por estos lares quieren recortar, aunque Domingo “El Maca” tenía ganas de más, “otra vez será”. Bajamos “la mataburras” para adentrarnos en “El lúcido sendero de los sueños”; rincón florido, que hace las delicias de los presentes y nos transporta a dimensiones de colores transparentes. Para asombro del relatero, mi amigo Luci “Fromme”, no conocía la citada pasarela, mira que me extraña,  si la utilizamos a menudo, tanto   de enlace,  como  deleite para los sentidos y vía de diversión, tanto en solitario como con el pelotón: “¿Ni Alberto te ha traído?”











Después de tanto gozo, salimos a “la venta viñas”, más cañada para distender la etapa  y  más adelante,  el sendero del ruiseñor bien acicalado y ensanchado para la ocasión; escuchamos los trinos de los pajarillos, la calma del sentido lugar, pero en el conocido arroyuelo, agua “na de na”. Preparamos el asalto para la segunda subida del día; “El Vertedero” conocida por los lugareños y todos aquellos que la utilizamos con “bonanza y alegría”; suenan las trompetas, cuchillos entre los dientes para bregar y luchar contra las temidas pendientes; en fila de a uno vamos coronando, aflojamos, volvemos a bajar, para así agruparnos y hacer más amena la espera. Por la puerta de atrás, llegamos a la aldea cagarrache, bocata rápido, abrevamos y continuamos en el tajo.
Por el ancho camino, buscamos pasos más empinados, avistamos Gredos al fondo, descendemos “al Riscal” y más de lo mismo por el paisaje tranquilo; pistas bien cuidadas y  pasos tan  adecentados “que el encanto le han robado”. Entre encinas, chaparras, subidas retamas  y pastos tostados,  cabalgamos  por los cerros viriatos, a la búsqueda de la colosal asfaltada, la  cuesta de “La Gran Muralla”; otra magra, que nos atiza a base de zarpazos  y nos pone a prueba por los sufridos desniveles. No sin antes penar,  algo estirados y de uno en uno, conseguimos hacer cima; de paso,  afilamos  el serrucho de la ruta, para los seguidores de perfiles y otras  teorías de la tecnología.











Por “La Cruz de los Arrepentidos”,  cuando creemos que ya hemos finalizado el repertorio  de ascensiones:  “¿Subimos Valdecolmenares? Roberto “El Bueno” – deja caer la invitación sobre la mesa. Por motivos varios, algunos compañeros dan por concluida la etapa; otros tantos, “no vamos mal de hora” (tampoco hay que buscar muchas excusas) aceptamos “la bola extra” para alargar la fiesta y continuar con “el surtido de cuestas”. En esta ocasión, volvemos a circunvalar Segurilla,  por marcados pasos,  bien resguardados entre  muretes de piedras,  perfectamente alineados;  granjas y parcelas bien cuidadas a nuestro paso, mientras “el observatorio astronómico”  vigila el territorio y custodia el laberinto de los abruptos caminos – ahora, de bajada- . ¿La descomunal subida? A ritmo, probamos  sensaciones, retorciéndonos como culebras en los repechos más críticos, porque sabemos cómo se las gasta “este aperitivo”  y de paso, aprovechamos para “felicitar con piropos” al elemento de la “delirante idea”. Otra “cuesta clásica para la saca” y para rematar la faena y poner la guinda, “subimos la Atalaya” – nos anima –obliga- el amigo Roberto. ¿Qué le habrán dado a “este bicho”?  ¿Se querrá escaquear de las tareas de casa? Parece,  como si estuviera poseído y se ha rallado en “modo escalada”; pues eso, ninguno decimos nada, tampoco nos negamos y “parriba con sorna y alegría” todos enfilamos hacia la garita;  “dicho y hecho” en un santiamén, nos encaramamos en la torreta vigía; fotografías para inmortalizar el momento, nos echamos unas risas y nos aseguramos, que no  quedan más cuestas por hacer dentro del poblado. Por lo que, ya podemos volver tranquilos a casa, ¿alguna más? Sin más novedad, despedimos a “Medina”, cruzamos las villas vecinas y en modo más distendido, cabalgamos recogiendo los caminos para clausurar la empinada etapa.  











En definitiva, ruta circular de 60 kms, los principales caminos transitados han sido: Cañada Real Leonesa Oriental, Camino de los Huertos; Camino del Bonal, Camino de Velada-Mejorada, Camino de la Herrería-Mejorada-Montesclaros- Cañada Real Leonesa Oriental- Senda del Ruiseñor- Camino del Vertedero (subida)- Camino del Hituero-El Riscal. Camino de Buenaventura-Segurilla (La Gran Muralla). Camino del Vertedero (Bajada)- Camino de Valdecolmenares-Atalaya de Segurilla. Camino de Segurilla-Mejorada-Velada.

Pd: Cristóbal, Jesús, gracias por la aportación fotográfica. Después de las ausencias mencionadas, hasta olvidé la cámara.


Buen día…………SALUD.


“….mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni sitio…..”