martes, 25 de agosto de 2015

Ruta: "Paradisus Pelagus"

Domingo veintitrés de agosto, bajón de temperaturas algunos gradillos, “por lo que pueda pasar, echo los manguitos”. Tres caballeros veleños, dos “gamones”  y Cristóbal “El descubridor”, acudimos a la pactada cita – para la festiva etapa, notables bajas en la reconocida escuadra - . Con las burricletas bien dispuestas y con las ganas “renovadas”, “vamos a hacer tiradas algo más largas”. “Nos vamos al Piélago”, la propuesta de Roberto “El Bueno” se  acepta  y por mayoría es aprobada.

     Comenzamos la jornada, “reconociendo” la  calmada  travesía  de la villa de Velada, rumbo  hacia “La gran cañada”; para “despertar” la mañana y  las piernas “adormiladas”, por “La Gamonosa” iniciamos la repetida escalada, “pero en cada etapa nos calienta un poco más”, en dos minutos entramos en calor,  “a pesar, que subimos en modo distendido”, mientras,  de todo un poco vamos hablando por el acogedor y transitado camino. Cruzamos la villas “taitantas” veces visitadas y en Segurilla, Domingo “El Maca” en solitario se atreve con la senda de los leñadores. Los demás, nos adentramos en “los serenos cerros” y cabalgamos por los pasos acicalados y algo empinados. Por la senda de los dornajos, “nos encontramos con el astado extraviado”; paradojas de la vida, “el desconfiado morlaco, perseguido por el quinteto de  burriclistas”. Resultado final, encierro rápido, limpio y sin incidentes, por  toda la cuesta abajo, hasta que el acosado, en la principal avenida nos ha dado esquinazo. Atravesamos el altozano asilvestrado, pequeños repechos a nuestro paso y desde “cuatro caminos” en Marrupe arribamos, ¿bocadillo o continuamos? Pues lo dicho, encaramados en  “la vía hormigonada” sin darnos cuenta “vamos ascendiendo”, el estridente silencio encabeza la marcha por la callejuela arbolada y el  empedrado vallado, a la vez, que se va  animando “el paso”. Blázquez “El Gamonino”, en la temida bifurcación, “se da la vuelta” y hasta aquí, su expedición. Entramos en el pasaje del tiempo, un mar de jaras y los erguidos enebros, para disimular los sospechosos repechos; Roberto “El Bueno” y Cristóbal, con fuerza y tesón  a “La pelleja cuesta” consiguen doblegar; para los demás, en septiembre “a recuperar”. Cambio de tercio, el estrecho y oscuro callejón, adoquinado de piedra suelta y reposando en el inmutable sombrajo, la empinada  pendiente hormigonada y los repechos que atrás hemos dejado, nos obligan a “seguir apretando”. Un mosaico de colores para agasajar a la retina de los sentidos; la cristalina quietud, cobijada en el grandioso robledal; apelotonados pinos y los castaños longevos dando colorido a las estiradas cuestas y la misteriosa vereda, dibujada con retales de hojas secas. Después  del  delirio colectivo por los rincones místicos, en Navamorcuende  nos recibe –todo un lujo-  el amigo Álvaro Cano (ejemplar y  gran persona) siempre un placer coincidir con él (“quedan pendientes esas invitaciones”). En el pilón de costumbre, paramos a abrevar y  “la andorga llenar”; gominolas, dulces y fruta fresca para recargar las pilas y reponer las  fuerzas gastadas.



    






    








 











































































     Retomamos la marcha, a la salida de la aldea montesa, entre las frondosas  retamas, “paramos a desaguar”; algo “más aliviados”,  “volamos” por el ancho camino y cuesta abajo, en la Gran Cañada nos colamos (por mi parte, añorando la antigua y divertida senda); entretenidos subes y bajas, cruzamos el reseco río y un poco más arriba llegamos a Sotillo. Desde aquí, nos atiza el aire de cara, entre todos decidimos, continuar escalando por el vetusto camino, así esquivamos el monótono llano ¡¡¡¡qué alivio!!!  Salvamos los repechos que con ganas salen a nuestro encuentro; y entre el repanchingado encinar,  tenemos otra “amenaza de capea”, ¡¡¡vaya jornada!!! En el grupo, nos acompaña el amigo  “El Lobo”, que se “pierde” entre los castaños, come manzanas, hace “malabares” por las cuestas y ya puestos, si tiene que torear, torea. Hacemos unas bromas y nos echamos unas risas, antes de entrar en la restaurada pista, comentarios varios por  los enaltecidos parajes ¡¡¡parece una autovía!!! En el “Marrupejo corto”, quién te ha visto y quién te ve, “ha ensanchado y con hormigón te  han embadurnado”, eso sí, ¡¡¡vaya cuesta han dejado!!!Por territorios más transitados,  con “carreristas y más burriclistas  nos topamos”; cruzamos la villa “cagarrache”, también atrás dejamos Mejorada y  por “Las piedras caballeras”,  decidimos acompañar a nuestros amigos hasta Gamonal (para solidarizarnos con el cuentakilómetros). Como dice “El Lobo”, tres tramos más tenemos para  trepar y “¡¡¡qué ganas tengo de ver la Atalaya, ya”!! Sin más novedad, arribamos en la villa gamonina; en la sibarita plaza,  nos despedimos de los “susodichos”, hay amago de abrevar y brindar por la grata etapa, pero la hora “nos salva” (otra queda pendiente) y nosotros, también marchamos hacia Velada, con un “buen sabor de boca y las piernas bien prietas”. 


  


























    








 
      En definitiva, ruta circular de 75 kilómetros, los principales caminos transitados han sido; Cañada Real Leonesa Oriental, Camino de Velada-Mejorada-Segurilla, Camino del Hituero, Camino Antiguo de Segurilla a Sotillo, Senda La Cervera, Camino de Los Dornajos; Camino de Segurilla a Marrupe, Camino de Marrupe-Hinojosa-Navamorcuende- Cañada Real Leonesa Oriental- Sotillo de las Palomas. Camino de Sotillo de las Palomas-Segurilla. Camino del Hituero. Camino de Segurilla-Mejorada-Gamonal-Velada.


   Pd: Roberto, gracias por tu aportación fotográfica (2).


  Buen día………..SALUD.


“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir,  no tengo tiempo ni sitio….” 


lunes, 17 de agosto de 2015

Ruta: V Aquelarre Burriclista

     Viernes catorce de agosto, a las 21:30 horas de la noche, es la hora pactada para “perdernos” en la nocturna velada. Trece ( 12 + 1, para los más supersticiosos) burriclistas, caballeros veleños, osados gamoninos y aspirantes al exigente  título nobiliario, acudimos al pactado punto de encuentro; con las burricletas bien dispuestas y prestas para la oscura contienda, con precisión revisamos los nimios detalles; ajustamos los candiles y demás achiperres luminosos para “asaltar” los territorios más cercanos y en otras batallas encomiados.

     Comenzamos la etapa, por “los cuadros de la Vega” hacia “la estirada cañada”; en los primeros metros, probamos los artilugios encendidos, “acoplamos” la vista al horizonte apagado, mientras “cabalgamos” por la explanada  relajada. Agrupados en dos líneas,  bajo “la bóveda estrellada”, vamos entretenidos con las distendidas chácharas, pero sin perder la concentración en una madrugada de ficción. En la parte delantera “momentos de exhibición”, “¿llevarán prisa?” ¡¡qué presión “la competición”!!! Por la distendida retaguardia, nos adueñamos del reconfortante frescor que rezuma del paraíso celeste; Roberto “El Bueno”, nos comenta – que lleva toda la jornada  nervioso, como en días de las grandes épicas- Goyo “El Coloso”, “hace rato que ando desorientado. ¿Por dónde vamos?”- también se “inventa” una capea,” a ver quién torea” y Domingo “El Maca” con sus divertidas  historias, va alegrando a los “más rezagados”.  En “la vía férrea” nos agrupamos y por el camino sembrado “de cantos”, “otra vez el grupo se ha quebrado”; luces sueltas por las diminutas cuestas y antes de llegar a Alcañizo, “damos santo y seña” y la táctica para “afrontar la encrucijada del sapo”. El Gran Maestre toma el mando, “por galones  y  como noble local”, por “el buen camino nos ha de guiar”. En la sentida oscuridad, intuimos los parajes que nos vigilan, “por aquí, por allá”,  “por los establos no vamos a pasar,  para el sueño no perturbar”; seguimos más adelante, “a la derecha tenemos que virar” (“aparecen los antiguos fantasmas del despiste, pero esto no va a más); a nadie queríamos desvelar, pero las cuadras conocidas, ya están ahí arriba. Nos echamos unas risas, mientras  otros compañeros se disgustan por la noticia futbolera. Después de los minutos de divertido desconcierto,  nos adentramos en la acertada avenida; se alegra la marcha en la primera línea del pelotón y  en la parte de atrás, damos “luz” a los que han sufrido “el apagón”. Entramos por “la puerta de atrás”,  en la villa de Oropesa; en la  Ermita de “Peñitas” se concentran fieles a la tardía misa, pero nosotros,  al “Castillo nos vamos a poner la mesa”; por las  repletas calles , nos reciben los joviales aldeanos, “unos expectantes, otros sorprendidos y también vítores de ánimos escuchamos”. En la acogedora fortaleza paramos a repostar, fotografías de rigor, revisamos los aparatos luceros, pactamos el camino de vuelta (por cambiar, respecto a ediciones pasadas) y desde la torre más elevada, la princesa “su rescate” nos reclama.



     
























































     Reemprendemos la marcha por las serenas  calles iluminadas, el grandioso castillo dejamos  a nuestras espaldas, y más adelante  “parada obligada para soltar aguas”; retomamos la oscura senda y “enchufamos los sentidos en la ahogada noche”. Nos perdemos por la vía de la sentida tranquilidad, la oscuridad perfumada a la retaguardia se engancha y la profusa concentración de estrellas, danzan ante la presencia de la valerosa  escuadra. Al paso de “los elegidos iluminados”, dormidas casas de labranza, derruidos establos silenciados  y los tramos arenosos, nos ponen a prueba y hay amagos de “echar liebres a la talega”. Nos decidimos por “El Carril”,  “los más fuertes,  dale que dale a los pedales”, para los demás, “no hay novedad”; disfrutamos los últimos metros de  la serena noche y sin nada más que destacar  a “La laguna” llegamos. Despedimos a los amigos gamoninos -¿de la jarana no se habían enterado?- y los demás, marchamos a visitar  “La Tasca” de Domingo “El Maca”. Productos de la tierra y de la propia cosecha, refrigerios para abrevar,  “la pócima quemada”  para brindar por la edición  vivenciada  y “El Gran Maestre” amenizando y dando vida al jovial ritual, exclamando al unísono “fuerza y vigor y vino para el corazón”;  buenos momentos y muchas risas para clausurar “la noctámbula ruta”, antes de retirarnos  a nuestros aposentos  a descansar.




  




























































     
     Resumiendo, ruta nocturna de 56 kilómetros, los principales caminos transitados han sido; Cañada Real Leonesa Oriental, Camino de Calera-Aldeanueva  a Alcañizo, Camino de Alcañizo a Puente del Arzobispo-Oropesa. Camino de Oropesa a Torralba, Camino de la “vía de servicio A-V, Camino de Alcañizo a Corchuela, Camino de Oropesa a Velada (Horcajo- Salabroso), Camino de Calera a Navalcán, Camino Real, Carril de las Mulas-Velada.


   Buen día…….SALUD.



“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir,  no tengo tiempo ni sitio….”