Domingo,
diecinueve de marzo, agradables temperaturas y en el lugar de costumbre, nueve caballeros veleños y “El Lobo” gamonino,
a la pactada cita festiva, acudimos. No
presentamos, unos de corto y otros bien
abrigados “con este tiempo variable y cambiante, no nos aclaramos”; con las burricletas bien
dispuestas y prestas para la contienda, preparamos “la andanza andorrera”.
Jesús “El Serrano” y Ángel “El Guerrero”, después de un tiempo de asueto, se
incorporan a filas, para que crezca la longeva cuadrilla.
Iniciamos la
jornada, buscando la estirada cañada; bien agrupados rodamos por el arenoso
terralgo; entretenidas chácharas entre los congregados, para hacer más
llevadera la etapa. Andrés “El Líder” nos ilustra sobre altimetría y “otras
cabezonerías”, mientras nos recomienda
“planes de entreno” para afrontar los exigentes retos venideros. Nos adentramos
en territorio “zorrero” por la zona de
los huertos; cruzamos el arroyo cristalino, mientras afrontamos el primer repechillo para colarnos
en el lúcido laberinto de los pinos.
Aguardamos al amigo Gabriel y a Goyo “El Coloso”, después de la larga espera,
llegamos al alto donde nos agrupamos con los demás compañeros, mientras nos
comentan que la pareja “despistada”, han
cambiado la ruta y en la asfaltada nos han dejado. En el punto de agrupamiento, saludamos al
caballero Diego “Sin Miedo” que marcha con la numerosa escuadra talaverana en busca de novedosas aventuras. Desde aquí, nos enfilamos hacia “el sendero de los sueños”; por la estrecha
vereda, escalones de todos los colores, pasos aguados, verdosas alfombras de hierba empapada, nos resguardados en la frondosidad de las retamas y la
embriagadora oquedad de las chaparreras. Por el rincón
encantado, con “desparpajo” cruzamos el
animoso río, también nos atrevemos con una capea en “La Huerta Vicente”,
cabalgamos por los silenciados parajes,
escalamos tramos agrietados y a la
diestra, avistamos la popular “Cantera
de San Pedro” , mientras nos recreamos entre tanta maravilla, en el estrecho pasadizo de jaras, ahogado por un bosque de encinas. En el izado punto,
hacemos “un recorte” al tradicional
camino y nos colamos en otro pintoresco decorado bien cuidado; con precaución,
hacemos el pedregoso descenso por la adecentada dehesa; a nuestro paso, un túnel
arbolado, dando vida a la
sigilosa umbría, que por el tendido y agradable camino nos guía; continúo con la tarea de “inmortalizar”
instantáneas de calidad y al amigo Andrés, esperar; “su burricleta, continuamente
de los cambios se queja”. Hacemos el
paseíllo, rodeados de los antiguos caleros, por la lúcida estampa y del aire transparente que inunda
la aldea montesa, antes de
arribar en su acogedora plaza. Minutos
de rigor para “llenar la andorga” y compartir viandas; fruta fresca, pasas,
dulces y “algún bocata” que el amigo Gabriel se “va a meter entre pecho y
espalda”.
Reemprendemos la marcha por el antiguo
camino de Velada, surcando el bosque asilvestrado; a nuestro paso, se espantan los desconfiados astados, cruzamos el arroyuelo embarrado; ante nosotros,
se extiende la verdosa moqueta “refinada” y al fondo, divisamos la panorámica de la
sierra nevada. También, atravesamos el histórico asentamiento “veleño” de Aldea Arango,
por la rápida pista, perdida entre
un mar de encinas; hacemos un tramo de cañada y otro asfaltado, antes de “asaltar” la fortaleza del “Parador Aguirre” derrumbado. Por la
insigne dehesa, saltamos vallas, “una
liebre también echamos a la saca”,
cruzamos más arroyos, seguimos
abriendo más porteras, departimos con el
confuso cabrero “estos son caminos prohibidos” –nos comenta, pero no nos
retiene, ni nos corta el paso. Por estos agraciados lares, hacemos un campo a través, si seguimos arroyo abajo, “damos con el camino
elegido”; enmarcamos idílicas panorámicas arboladas, identificamos la lustrosa
yeguada, “apoltronada” en la cómoda de la silenciada estampa; sin dificultad, cruzamos el rebajado río y por “La Aliseda”
queremos hacer lo que nos queda de “recorrido”. Desde aquí, dos veces más, saltamos al anchuroso Baldío y nos atrevemos con el incómodo arenal y la despejada
pista; después del esfuerzo realizado, por la retaguardia, se hacen
visibles los síntomas de fatiga y amagos de calambres; unos compañeros, van con hora y salen a toda prisa para no
llegar tarde; los demás, quitamos
algunas marchas, aguardamos y esperamos
a los rezagados, para entrar en la villa
bien agrupados.
En
definitiva, ruta circular de 56 kilómetros, los principales caminos transitados
han sido: Cañada Real Leonesa Oriental,
Camino de Los Huertos, “Senda de Los Pinos”; Camino de Mejorada a Montesclaros,
Carril del Rengel, Camino de Mejorada a Montesclaros-Aldea Arango-Arenas de San
Pedro. Cañada Real Leonesa Occidental, N-502- Camino del Parador
Aguirre-Velada- Baldío- Camino del Toril- Velada.
Pd: Martín,
Jesús, muchas gracias por vuestra aportación fotográfica (3,2).
Buen día……………SALUD.
“mil
caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo
tiempo ni sitio….”