Domingo,
veinticinco de septiembre mañana agradable y temperaturas que se tornan
favorables; seis caballeros veleños acudimos al pactado punto de encuentro,
otros galardonados en Sotillo nos aguardan. Según propuso nuestro amigo Diego
“Sin Miedo”, “la conquista de Fresnedilla” es el reto.
Iniciamos la etapa, dirección la Oriental
Cañada; cruzamos el anchuroso y reposado “terralgo”, en tiempos remotos, a los vecinos “donado” para
trabajarlo; con pericia y oficio, salvamos los temerosos arenales, pero a estas
horas vamos frescos, si volvemos por aquí, “ya veremos el regreso”; marchamos
animados e ilusionados, de todo un poco vamos hablando, también de la etapa
programada que “nos tiene en ascuas” pero en el día de hoy, también nos
enfrentamos a una prueba, a fuego marcada; por el incómodo camino “ondulado”, el paso de los vehículos ha “maltratado”, parece
que “cabalgamos” pero no avanzamos; avistamos lujosas casas y la bravía manada
todavía adormilada; retamos a la primera tachuela de la jornada y en la
localidad reseñada, nos encontramos con los caballeros “esperados” e invitados Talaveranos. Nuestro amigo Roberto
“El Bueno”, en este punto nos deja, “mucho no se quiere alejar”, pero por otros
lares “se irá a calentar”. Nos
adentramos en el conocido tobogán que hasta Fresnedilla nos ha de llevar; discontinuos
subes y bajas vamos estirando por toda la cañada, pasos estrechos por la
trashumancia, marcados, de los arroyuelos ni rastro y las Antenas del Piélago desde lo alto,
controlándonos; en primera línea aprietan los machos y otros preguntando
“¿cuándo llegamos?”. Sinceramente, la ancha y extensa vía tiene de todo, es
amena y entretenida, relajada y por el devenir del tiempo, silenciada, pero sin
darnos cuenta -¿o sí?- “pica parriba”,
“¿detrás de aquel cerro estará?” Antonio “Medina”, lidera la cuadrilla, y a
destajo caen los kilómetros ¿habrá que dejar algo para la vuelta? también nos
planteamos y “algo guardamos” –por si acaso-. Sin más novedad, en la villa
señalada arribamos; “los talaveranos” nos dejan, tienen prisa y para la ciudad,
“vuelan”. Los demás, buscamos la fuente
que al lado de la iglesia está y aquí abrevamos; compartimos viandas, fruta
fresca, pasas, dulces y bocatas para reponer fuerzas; llenamos las botijas de
agua fresca, descansamos unos minutos y la vuelta preparamos.
Reemprendemos
la marcha, por la vía más rápida, en esta ocasión, “por el camino asfaltado”
entre todos acordamos; rodamos con alegría, el terreno lo permite y nos
configuramos “en modo de subida”; desafiamos a los “minipuertos” que nos “examinan” y nos ponen a prueba, pero “desde hace unos minutos voy con la mosca
detrás de la oreja” ¿”qué le pasará a la rueda delantera?”; con éxito coronamos
la primera ascensión y despedimos a los caballeros “de la cerámica”, desde
aquí, toman otra “carretera más directa hacia Talavera”. Los demás, nos
perdemos por la disfrutona y nada transitada bajada; a nuestro paso, antiguos
puentes, enebros, pinos y jaras se expanden, dando colorido a la quebrada
carretera. Gabriel “Lamparillas”, nos pide el alto, “tengo que dar aire a la
rueda, va bastante floja, desde hace un buen rato”. A nuestro encuentro, sale
la “enésima” subida del día, tendida “pero hay que subirla”; Pedro “Hierros” y
Cristobalón, de fuerzas sobrados, se
exhiben por la cómoda ascensión y Francis “El Paciente”, me deja la iniciativa
“no me da ningún relevo”; según dice “va cómodo a mi rueda”. Nos agrupamos y
esperamos en Navamorcuende; la vía pecuaria es la mejor opción, no se hable más
y a despegar; deshacemos el camino andado encaramados en el vertiginoso
tobogán; paramos en Sotillo a rellenar las botijas, sin entretenernos demasiado
“por no demorar”. Continuamos por la cañada, pero para hacer más épica la
jornada, “el Eolo nos castiga de cara” –para no variar-. En el cruce señalado
“¿por la mataburras o rectos?”; decidimos
esta opción, en teoría la más cómoda, pero los terroríficos arenales, “ya
dan miedo” a estas horas. No sé qué me pasa, “que no consigo avanzar”, mis
compañeros tiran “palante”, ¿habrán mirado para atrás? Tengo que poner “coronas
pequeñas” para “cabalgar” con dignidad (El lunes, me di cuenta que la leva izquierda, la rueda delantera
me frenaba y yo, aprieta que te aprieta y sin avanzar). Pedro “Hierros” me
espera una vez rebasado el profundo mar de arena;
no le puedo explicar “qué me pasará”, tampoco me paro “a mirar”; terminamos de
cruzar El Baldío, afrontamos el repecho de las Casillas (¿frenado y un
sobreesfuerzo realizando?) y nos agrupamos en la cima. Doy las gracias a mis
compañeros por su paciencia y nos despedimos hasta la próxima y esperada
contienda.
En conclusión, ruta circular de 107 kilómetros, los caminos transitados han sido; Cañada Real Leonesa Oriental (desde Velada-a Fresnedilla); Carretera de Fresnedilla- El Almendral de la Cañada-Navamorcuende; Cañada Real Leonesa Oriental-Velada.
Pd: Cristóbal, muchas gracias por tu aportación fotográfica (6)
Buen día………….SALUD.
“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde
ir, no tengo tiempo ni sitio….”