lunes, 29 de junio de 2020

Ruta: Circular, subida a Marrupe -por el enebral-


Domingo, veintiocho de junio, en el habitual lugar de partida, nueve caballeros veleños acudimos a la semanal cita festiva – tres compañeros, se van a quedar por la zona de Segurilla  -; con las burricletas dispuestas y bien pertrechas, después de las propuestas presentadas, tenemos  otra jornada de larga distancia; “de pueblos,  hacia Marrupe, por los enebros”.

Comenzamos la jornada, hacia la zona del Barbú, la intención es clara cuando rondamos esta plaza; también nos acompaña, Juan Carlos “El Lobo”, siempre un placer y bienvenida su presencia a la escuadra veleña; la escalada por la Gamonosa, -para abrir boca- sin calentar, sin aditivos y todavía “casi dormidos”; saludamos a Eduardo “El Carpin” que ya viene de vuelta, ha madrugado para colocar los caminos y las respectivas cuestas. Nos despejamos por los aireados cerros, por sus tranquilas salas y disfrutando de las esencias de la lúcida mañana; a nuestro paso, dejamos una estela de polvo por los pasos recién arreglados; cruzamos las villas vecinas hacia el camino asfaltado, “hace años, de tierra y menos transitado”; durante toda la jornada, saludamos a “un montón” de burriclistas, será mi percepción, pero desde “el desconfinamiento”, los caminos están más poblados. En Cervera, tenemos avería; Lhesem “La Gacela del Sáhara”, una de las roldanas ha gripado, “las bolas internas se han soltado”. No hay problema, Ilde “El Suegro”- que se incorporó en Segurilla- y Roberto “El Bueno” – que llevan repuestos-  con soltura y eficiencia, solucionan el imprevisto entuerto. Desde aquí, bajamos hacia Pepino y la opción de  “Las siete porteras” dejan al descubierto  la concurrida vía, entre pastizales, hojas labradas, centenarias encinas y la placentera compañía de “Doña Germana”. Después del falso llano, empinamos el paisaje, metemos una marcha más y “nos perdemos” por la romántica subida, tantas veces galardonada y encumbrada; a buen ritmo y con alegría, nos recreamos por el agraciado enebral, con las postales cerreras atisbando nuestra fugaz presencia y en ambas direcciones, “esquivando” más ciclistas. Sin sobresaltos, vamos “coronando” y más adelante, “en el pilón”, nos citamos para el merecido descanso; minutos de relax, para recuperar el resuello, hidratarnos y reponer fuerzas, mientras “El Lobo” nos presenta “su adquisición motorizada”, para la nueva temporada, a la vez que van llegando más cicloturistas a abrevar en el solicitado lugar.  





























Reemprendemos la vuelta, por los caminos “sin regar” y buscando un paraje más irregular; continuos subes y bajas, por el silenciado y elevado encinar, mientras “las altas temperaturas” empiezan a amenazar; "polvo, sudor y lágrimas" mientras salvamos con éxito los coloridos repechos que “la organización” nos va poniendo por el entretenido tobogán; peripuestos vallados de piedra, tramos alambrados que dividen localidades y parcelas, extensas praderas cosechadas, nos van guiando, mientras Martín “El Fiero”, aprieta con tesón por estas pendientes “del copón”. Gabriel “Machaque” también cabalga con soltura, “verás como poco a poco vas cogiendo la forma” -esto no tiene mucha ciencia, montar, montar y montar para ir a más- te lograrás forjar como un guerrero de largas distancias: “El éxito es la suma de los pequeños esfuerzos repetidos día tras día”.  Después del atracón de subidas, volvemos a cruzar las villas vecinas y votamos por llevar “de la mano” a nuestros amigos. hasta las puertas de sus casas; en esta ocasión Ilde “El Suegro”, se lleva el galardón al más combativo, por méritos propios y porque se va a “merendar” algunos  kilómetros extras,  al acompañarnos hasta Gamonal. Salvamos los últimos desniveles, dando la talla por las panorámicas más cercanas y levitando por la amena bajada; en la villa hermanada, despedimos a nuestros compañeros de batalla; en esta ocasión, no queremos alargar las distancias (intencionadamente, no queremos meter más carga, por eso de ganar puntos, para las inminentes andanzas), sin novedad ni sobresaltos, por “La Jineta”, arribamos en Velada. “Los verdaderos guerreros estudian cada derrota, para convertirla en victoria en  la próxima batalla”.
















En definitiva, ruta circular de 62 kilómetros, los principales caminos transitados han sido: Cañada Real Leonesa Oriental, Camino de Velada-Mejorada-Segurilla-Cervera de Los Montes-Pepino-San Román-Marrupe- Segurilla- Camino de Sotillo-Hituero-Segurilla-Mejorada-Gamonal-Velada.


Buen día……………SALUD.


“…..mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni sitio….”.


martes, 23 de junio de 2020

Ruta: Subida al Cerro La Estrella.

Domingo, veintiuno de junio, en el habitual punto de encuentro, siete caballeros veleños acudimos a la cita pactada (el comando talaverano, nos aguarda en el km 0 de la Vía Verde de la Jara) con las burricletas bien dispuestas y los componentes convocados,  preparados a conciencia para la exigente contienda; a la conquista de la Torreta de la Estrella.

Comenzamos  la marcha por los cuadros de La Vega, dirección La Oriental Cañada; bien agrupados,  marchamos por el apaciguado territorio, todavía en pleno “despertar” y  con tiento  marcado, adornado de piedra suelta, altos pastos y regueras camufladas, nos hacen ir expectantes para evitar sobresaltos. De todo un poco hablamos sobre la marcha; el inicio del verano que ha llegado con ganas, “el calor que nos espera” en la kilometrada propuesta y temas varios, para hacer la discontinua llanura más amena, bien arropados y perfumados por el vallado de hinojos que se extiende en buena parte del circuito calerano. Cabalgamos con “esmero”, aprovechando las amables temperaturas de la mañana, oteamos los campos cosechados, las extensas explanadas y el refugio de las protegidas avutardas. Sin apenas hacer ruido, arribamos en Calera, aquí, nos esperan los demás compañeros, saludos de rigor y “a volar” por la estirada vía. A nuestro paso, “andarines y otros  ciclistas” hacen más concurrida la solicitada pista; con alegría y también pedaleando, cruzamos los túneles pertinentes,  entre el tupido encinar, con sigilo vemos asomar  las vivas aguas del  Tajo;  atrás,  dejamos pequeños túneles,  las primeras estaciones,  el puente Amador , colgado en las alturas, gobernando el proyecto ferroviario abandonado, mientras  los izados cerros “troceados” nos van abriendo el paso. Ilde “El Suegro” y Martín “El Fiero”, encabezan la expedición, buen ritmo en primera línea, antes de  que la orografía se empiece a inclinar. Salvamos los primeros repechos cruzando el río, poco a poco, en pequeños grupos, intentamos no dejar a nadie “abandonado” (de vez en cuando, hay que mirar para atrás), vamos cogiendo altura, contemplando cerros conocidos de etapas gloriosas, a la vez que,  el paisaje se va haciendo más agradable con la sierra ancha “amenazando con la vara”.




















En la parte más dura de la jornada, se agita el avispero y “los gallos del corral”, con Cristóbal “El Nazareno” a la cabeza,  “desde el salón de los picaos”, sin tregua,  a exhibirse y toca  apretar (con chip y dorsal); dos compañeros,  se asoman a los primeros repechos y dan por concluida la aventura y retoman la vuelta a casa. Los demás, también subimos a nuestro ritmo, superamos las exigentes curvas hormigonadas  de San Pedro; porcentajes del 23% nos ponen a prueba, nos retorcemos como culebras por la agreste postal, digna de admirar –pero  siempre  no  “invita” a  sufrir-; los potentes olores del espeso jaral, impregnan  la entretenida subida, la palpable armonía y la autoridad del silencio, que  presiden el “glorioso” lugar,  se ve perturbado por las aceleradas pulsaciones, jadeos y suspiros varios,  mientras bregamos  con ahínco y pundonor,  con los salvajes repechos que nos reciben con “los brazos abiertos”. “La última recta”, para rematar, hasta el vehículo de la vigilante, se va para atrás, -no digo más-; nos ponemos firmes en este punto, nos sabemos vencedores, “desde la humildad”, el esperado giro y  a disfrutar: “La valentía más grande del ser humano, es mantenerse en pie, aun cuando  se esté cayendo a pedazos”.  A plazos, vamos coronando por el arco del triunfo, animados, ilusionados y de esta manera, con la adrenalina por las nubes, en nuestra enésima victoria montañera . Minutos para recrearnos con las superlativas vistas, contemplar  el infinito horizonte e identificar puntos exactos en todas las direcciones,  desde la privilegiada garita.  Reponemos fuerzas y nos hidratamos con avidez,  después de “la sangrienta batalla” y, por supuesto, fotos de rigor, para inmortalizar la conquista de la fortaleza serrana.























El camino de vuelta, “al toque de corneta”, planeamos por los elevados parajes, deleitándonos  con  las amables sensaciones del  entorno; atravesamos los paisajes andados en la ida y en la estación de Aldeanueva, nos refrescamos  y  también llenamos las botijas. Volamos por la vía,  velocidades considerables por la generosa avenida, mientras las estampas conocidas pasan a toda prisa; los aspersores disparan agua “a destajo”, igual que nuestra marcha de crucero, mientras van cayendo los kilómetros. Antes de llegar a Silos, nos agrupamos y bajamos la marcha, ahora,  vemos con más claridad el alargado escenario,    aparecen los campos de forraje sembrados, las recientes cosechas y en plena pausa, “una llave allen” aparece en la rueda de Raúl –compañero de Talavera-. Esto es,  como buscar una aguja en el pajar, “pues ahí está” pinchazo y a parar; la escuadra veleña, continuamos la jornada, bajando el ritmo, para que “los ingenieros y  solidarios” nos puedan alcanzar. Una vez en la villa de Calera, todavía no nos han conectado; nosotros,  seguimos nuestro camino e Ilde hacia la ciudad de la cerámica; sin novedad en los últimos kilómetros, eso sí, “polvo a discreción”, bajo un sol abrasador, cabalgamos más pausados; en el puente de la autovía, Roberto “El Bueno” tira para Gamonal, “pero vente por aquí, vas a tener hasta sombras”;  nos suelta  “unos  piropos” , y a su  burricleta “otros,  menos decorosos”. De repente, Martín “El Fiero” nos contacta  por teléfono, “¿por dónde andáis?", le damos novedades –“casi llegando a la laguna del conejo”  y nos comenta, “que en casa,  tenéis cerveza fresca”.  En esta ocasión, previa consulta,  Jesús “El Serrano”, se hace con la mención de honor,  al más combativo, por sus  ganas, garra y pundonor; triple valor, cuando se dispone de menos horas de preparación: “Los dos  guerreros más poderosos con los que puedes contar son la paciencia y el tiempo”.   Pues dicho y hecho, parece que cabalgamos por la cañada, más motivados, con aires más “frescos”, fuerzas renovadas, con ganas de llegar; atrás,  dejamos los visibles secarrales, los tramos de arenales y canturriarles esparcidos  y en un plis-plas, nos aguarda  la recompensa “negociada”, por la laureada  etapa. Redondeamos la kilometrada y con la invitación del amigo Martín, “resucitamos”  con zumo de cebada helada, refrescos, chorizo y morcilla “de la casa”,  para recuperar y  brindar por la épica jornada. “El mejor maestro es el tiempo, sin necesidad de que  hagas preguntas, te da las mejores respuestas”.  

Resumiendo, ruta lineal de ida y vuelta de 90 kms. Los principales camino transitados han sido; Cuadros de La Vega, Cañada Real Leonesa Oriental, Carril  de la Raya de Chozas,  Los Vallejones,  Camino de Navalcán- Calera, Vía Verde de La Jara (hasta Aldeanueva del Barbarroya), Camino de La Estrella, Subida Al Cerrro. Camino de La Estrella, Vía Verde de La  Jara, Camino de Calera-Navalcán, Los Vallejones,  Camino de La Raya de Chozas, Cañada Real Leonesa Oriental-Velada.


Buen día……….SALUD.


“…..mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni sitio….”.