Domingo
veintinueve de mayo, mañana fresca y nubarrones altos que anuncian tormentas.
Once “Champions League ”, digo, once
caballeros veleños acudimos al pactado punto de encuentro, con las burricletas
bien dispuestas y preparadas para la
festiva contienda. Fernando “El Grande” pone la nota de humor y aparece con “la
zamarra del campeón”; risas y chistes no
faltan, ni tampoco el eterno debate “del
mejor”, mientras se demora la salida, comentando la final vivida. Pues eso, que
nos vamos a Sotillo por el antiguo camino de Segurilla.
Iniciamos la marcha, por las despejadas
calles de la villa; ritmo en modo distendido y tenemos monotema “el dichoso
partido” que ocupa la portada y los grandes titulares de primera plana; bien hermanados y en mejor armonía, cada cual aporta su opinión,
como aficionado y como entrenador. En fin, que sin darnos cuenta, nos plantamos delante del “Muro de la
Gamonosa” y nos toca subir; cada cual como pueda –con su penitencia-, “se hace
el silencio” y sólo se escuchan suspiros y el
acelerado respirar. Avistamos las nubes amenazantes en el día fresco y enmarañado y algún compañero avisa, “nos vamos a mojar”; en plena tertulia, cabalgamos por la calmada
pista, mientras escuchamos himnos y otros cánticos que va tatareando Gabriel
“Lamparillas”, esto es un no parar “y acabamos de empezar”. Tan centrados
vamos, que cruzamos las localidades viriatas sin darnos cuenta “y todavía no ha
finalizado la primera parte”; a nuestro
paso, esquivamos algunos charcos y contemplamos las parcelas empapadas por las
generosas lluvias caídas en las últimas
horas. Por el marco cerrero, hacemos el entretenido descenso, cruzamos el
tímido arroyuelo antes de afrontar el tendido repecho; desde este punto, cambiamos
el decorado, un ejército de lustrosas
encinas, vigilando el templo de “San Marrupejo” y verdosas postales saliendo a nuestro
encuentro por “el plácido ascenso”. Disfrutamos desde las profundidades del “rincón
más asilvestrado” por la belleza
cultivado y de los “cientos” de fotogramas que nos regala entre la hierba
calada; a nuestro paso, subimos, bajamos y volvemos a subir bien arropados por
el bosque encinado, escuchando los cencerros de los pachorros astados y agitando la agradable tranquilidad que se mece entre los vallados empedrados.
Sin darnos cuenta, arribamos en la aldea de “Sotillo”, algunos compañeros
proponen repostar en la próxima localidad, ”todavía no hemos hecho hambre”
–comentamos-; otros, ya tienen la fruta
entre manos y aquí “acampamos”; compartimos viandas, fruta fresca, dulces y
pasas para reponer fuerzas y llenar la andorga y de postre, “el trillado
tema de la undécima”.
Reemprendemos la jornada, pero tenemos dos
bajas, Goyo “El Coloso” y Eduardo “El
Carpin” eligen el camino de la cañada para llegar “antes” a casa; los demás, seguimos custodiando los caminos de uso público y bregamos con cuantas cuestas nos van retando,
con tramos hormigonados ¿y más empinados? Trepamos con soltura y alegría y disfrutando de la etapa de fantasía;
esperamos y nos agrupamos, pero sin pararnos; cruzamos el crecido arroyo “sin
pensarlo” y ahí viene otro tramo “picado”; en plena subida, una orejona
(“vuelta la burra al trigo”) digo una liebre “nos ataca”, con prisa viene hacia
nosotros, ¿habrá cambiado la marcha? Nos echamos unas risas por la intrepidez “liebrera”
y por “las visiones coperas”; después de escalar el enésimo tramo, en “un
santiamén” llegamos y cruzamos la villa montesa, hacia el camino asfaltado
¿dónde estaba el paso empinado? No recuerdo haberlo salvado; nos adentramos en
la vereda de los Leñadores, por estos lares, nos recreamos por sus angostos
cercados y sus espectaculares prados desde el rústico tobogán divisados; Martín
“El Fiero”, no oculta su satisfacción y “habla de etapón”, mientras divagamos
por el privilegiado rincón. Atrás, dejamos las villas vecinas y para hacer más
“entretenida” la jornada, ahí está, desde su altar “El Eolo con su vara” atizando de cara. La
vía gamonina es la alternativa elegida; Diego “Sin Miedo” encabeza y nos guía
por el primer repecho y Gabriel “Lamparillas” (¡¡¡¡vaya día!!!!)ataca y puntúa en todas las subidas. Con brío y tesón,
atravesamos “los subes-bajas” de los
cerros caballeros, planeando, perdidos entre el silencio; “cuidado con el
agrietado descenso”, -nos avisa algún compañero-. Hacemos “una parte” del circuito gamón, entre altas hierbas en
flor, escalones de piedra y la loca avena camuflando la senda. También, tenemos
parada obligada, el amigo Roberto “El Bueno”, nos quiere mostrar “las reliquias
primitivas del lugar”; ¿Qué será? : “¿una pila bautismal?”, “¿Un molde de
ruedas de molinos?””¿La pecera local?” La fuente, donde celebra los títulos
Gamonal. Nos echamos unas risas, foto de rigor para enmarcar y sin más novedad,
despedida por “La Piedra Llana” y la semana que viene (“si estamos por aquí”)
más.
Resumiendo, ruta circular de 54
kilómetros, los principales caminos recorridos han sido; Camino de
Velada-Mejorada-Segurilla, Camino del Hituero; Camino antiguo de Segurilla a Sotillo
de Las Palomas. Camino de Sotillo a Cervera de Los Montes-Segurilla, Senda de
Los Leñadores; Camino de Segurilla-Mejorada-Gamonal, Circuito de Los gamones,
Camino de Gamonal a Velada.
Pd: Fernando,
Martín, Diego, Cristóbal, muchas gracias por vuestra aportación fotográfica
(11).
Buen
día……………SALUD.
“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde
ir, no tengo tiempo ni sitio….”