miércoles, 11 de octubre de 2023

Ruta: Ultra maratón Velada-Salamanca.

 

Viernes (6-10-2023), tarde-noche, de preparativos, llamadas y mensajes de buenos deseos por parte de  compañeros y amigos, acumulación de nervios -algunos más que otros-  y muchas ganas e ilusión por iniciar el exigente reto anual. Quedamos en casa de Gabriel “Machaque”, para cargar las burricletas de los compañeros que comenzarán la etapa desde “El Pico” y para dejar  las mochilas, con preparativos varios,  que el día X cogeremos  y otros, soltaremos,  para aligerar peso. Se percibe, que queremos que pasen las horas, “para echarnos al monte”; buen humor en “el garaje” y distendida conversación, antes de marcharnos a cenar; sabemos  que nos aguardan horas en vela y con los nervios a flor de piel, hasta que llegue la hora propuesta.

Sábado (7-10-2023), a las 5:00 h. de la madrugada, cinco osados caballeros veleños,  nos presentamos puntuales  al habitual punto de encuentro; más tarde, en el mítico puerto, se incorporarán el trío de  “los refuerzos”, que completará la atrevida expedición. Con las burricletas prestas y bien dispuestas, la suerte está echada, “las cartas sobre la mesa”  y aquí comienza nuestra enésima y ambiciosa aventura. En esta ocasión, “damos un paso más”, y nos marcamos el reto de llegar a   Salamanca. Ciudad con solera,  desde sus orígenes (2700 años aprox.), cuando los primeros pobladores se asentaron a la orilla del río Tormes. Testigo impasible, viendo pasar el tiempo y  de diversos pueblos, vacceos, vetones, romanos, visigodos y musulmanes; ciudad con renombre a nivel internacional y reconocido prestigio universitario (desde principios del S XIII, 1218), capital europea de la cultura, con maravillosos e históricos monumentos,  como sus catedrales, Plaza Mayor, importantes Universidades (pública y pontificia), La Clerecía, así como otros edificios religiosos (conventos e iglesias). Por todo ello, es Patrimonio de la Humanidad, “lo que la naturaleza no da, Salamanca no presta”. Ahí es nada, “la plaza que tenemos que asaltar”.

Novedades y saludos en la parrilla de salida; comenzamos la jornada, con la noche -todavía- bien cerrada, atravesamos la villa por la plaza, su reloj  -puntual- marca la hora pactada y  ya a las afueras, “cabalgamos” bajo la impresionante cúpula estrellada. Aprovechamos y hacemos “una nocturna”, agradables temperaturas -aunque vamos bien ataviados, “por si”- en la noche serena y tranquila.  Aunque la referencia visual, lateral “es limitada”, los focos nos abren el  camino oficial;  conocemos cada rincón y marullagos que “pisamos”, los frescos olores, también nos resultan familiares y lo mejor, que “los repechos no los vemos”. A nuestro paso, por sorpresa, se nos cruzan algunos “cérvidos” por el dormido encinar, aunque  el reposado paisaje, nos mece y cuida con esmero. Con soltura, solventamos el primer tramo elevado,  para encaramarnos en la sierra del Águila y por “el reformado tobogán” -además de arreglado, hormigonado- aterrizamos y cruzamos -sin mojarnos- el Tiétar. Amenas conversaciones y bromas, ya que tenemos muchas horas por delante y la jornada se presenta “intensa y larga”. Sin síntomas por amanecer, entramos en el conocido pinar, que con disimulo se “va empinando” para ir cogiendo altura, “con algún repechón considerable”, pero ni rastro de las imponentes murallas y picachos  de Gredos. “Contamos batallas y épicas pasadas” y también,  nos planteamos “un merecido descanso” -si salimos de ésta- . Damos los buenos días a la villa de San Esteban y por estos lares, comenzamos el primer puerto de la mañana,  “entre dos luces”; por fin,  nos vemos las caras con la luz mañanera, disfrutamos de los paisajes que nos envuelven y del despertar del nuevo día,  a los pies de la inconmensurable montaña, ¡¡¡¡qué más se puede pedir!!! Ni cuentos -ni cuentas- , ni fotografías, cada cual que lo disfrute a su manera y lo almacene en lo más profundo de sus sentidos. Marcamos un ritmo pactado,  constante y llevadero, -como siempre,  en estos casos- para “no quemarnos”, también nos damos relevos, algunas fotografías “para dar fe” y entre fotograma y admiración del entorno,  cada vez más cerca de la cima. Sin novedad -aparente- coronamos el mítico puerto, en unos minutos “llegarán los refuerzos” (estaban de cafés y algún chupito); hacemos los cambios pertinentes; cogemos, soltamos, nos quitamos, nos hidratamos, reponemos fuerzas para continuar con la gran etapa. Nos despedimos de Chema “Tino”, que ha madrugado para traer a nuestros amigos y así, puedan realizar la segunda parte de la ruta.

 Reemprendemos la marcha, damos novedades a nuestros compañeros de fatiga y sobre la tranquilidad del “paseo nocturno”. Bajas temperaturas, antes de adentrarnos en el concurrido camino; “los forestales” nos dan el alto, nos preguntan por nuestro destino y les informamos del objetivo y el itinerario que llevamos. Nos avisan, que en media hora “comienza una montería” por lo que, ya habremos salido de la zona perimetrada. A nuestro paso, se extiende el idílico paisaje montañero, entre un callejón de pinos continuamos la entretenida ascensión, para recrearnos por la divertida bajada y las anchas praderas; encontramos tramos empedrados, técnicos con piedras sueltas y zonas más rápidas para atravesar la colosal montaña. Los caballeros de refuerzo, “traen aires nuevos…y fuerzas”; en primera línea, marcan el paso y así,  nos “permiten descansar” y deleitarnos con el  agraciado paisaje. Sucesión de puertos y exigentes ascensiones, que  nos ponen a prueba por territorios desconocidos, abigarrados, pero privilegiados,  para quienes tenemos la virtud de disfrutar y sufrir -a partes iguales-  en la agradecida naturaleza. Sobre la marcha, paradas fugaces para “abrevar”, reponer fuerzas y continuar con la épica montañera.

Pasamos por acogedores pueblos para “reponer” y recibimos un trato cordial, ¡¡¡esas revolconas!!!, de San Martín de la Vega del Alberche; dos platazos  (la amable camarera,  se empeña en que lleguemos),  en otras localidades,  “sólo para abrevar” o  para recuperarnos, con  refrescos, tortillas y agua fresca para “el asalto definitivo”. Hacemos publicidad de la villa veleña y con los lugareños que hablamos,  se sorprenden  “hacia dónde vamos”, otros, se creen que les estamos vacilando. A nuestro paso, por los extensos terralgos salmantinos, cabalgamos por pistas de todos los colores, unas más cómodas, otras, “menos favorecidas” e incómodas por la cantidad de piedra suelta; también,  nos adentramos en profusas dehesas, avistamos “famosas” ganaderías bravas y a sus lustrosas reses exhibiéndose entre la multitud de encinas. Sufrimos las altas temperaturas del día –menos mal, que aire era agradable-, sudores y nubes de polvo por los estirados caminos y en algunos lances de la jornada, también se asoma “el tío del mazo”, mientras vamos sumando kilómetros y restando el desnivel acumulado, “ya sólo quedan 300 metros de subida”. 

Mis compañeros y amigos, con solvencia y vigor van superando los pequeños obstáculos que nos ponen a prueba, siendo conscientes,  que  cada vez nos queda menos para “graduarnos y conquistar”  la “ciudad de la cultura”. Alberto “El Maestro Ceramista”, en su versión más “conservadora” da sabios  consejos en las largas subidas, “por eso de evitar”; Luci “Fromme”, impecable en sus actos, con planta y estilo, se luce en todos los terrenos, bueno llaneando, mejor escalando; Raúl “El Espartano”, forjado en mil batallas, ejemplar, pendiente de todos los compañeros, vigila la retaguardia y da relevos en cabeza, sólo, le falta la zamarra oficial de la escuadra veleña; Francis “Sevilla”, el benjamín del grupo, aguerrido e impulsivo, sobrado en el llano, verás que con “el tiempo” -y cabeza-, regulas mejor en los largos puertos; Martín “El Fiero”, “un animal llaneando”, junto con el amigo Alberto, marcan un ritmo “de vértigo” en el terreno más plano; Pedro “Hierros”, otro elemento, curtido en grandes eventos, con experiencia y oficio, no se baja de las posiciones de cabeza; ¿El amigo Gabriel “Machaque?, además de las buenas obras realizadas en la ruta,  termina  “pletórico y entero”, pero vemos que no tiene solución; “cuidado que esta finca tiene ganado bravo y está suelto” –nos comenta; pero es abrir la portera, y voces y silbidos por toda la dehesa, para avisar que estamos dentro (por eso de la precaución y pasar desapercibidos). 

Cuando nos colamos en “la Vía de la Plata”, ya somos conscientes –“aunque hasta el rabo todo es toro”- que tenemos a “tiro de piedra” el pactado destino. Aumentamos el ritmo, a pesar de la kilometrada, salen fuerzas y ganas de la nada; bromas y buen rollo –como durante toda la etapa- entre los integrantes; “prohibido llorar en el recibimiento”, “con la cabeza alta, que toreamos en una gran plaza”…y otras tantas chorradas. “Entre pitos y flautas”,  la ciudad charra nos abre sus históricas puertas, comienzan a sonar la música por sus bulliciosas calles, un río de personas que nos lleva “en volandas” a la monumental plaza. Aquí, nos aguardan nuestras familias, amigas y retoños, portando el estandarte veleño  y  con el atronador e inconfundible recibimiento; gritos, cánticos, besos y muuuuuuchassss emociones contenidas que “salen a luz” por el reto conseguido. Los turistas y transeúntes de la concurrida plaza, observan  perplejos y atónitos la improvisada celebración. Felicitaciones entre los integrantes de “la épica gesta” y fotografías de rigor para los anales de la historia burriclista. Después del protocolo de llegada, continuamos con “la fiesta” a la puerta de hotel; zumo de cebada helada a granel, refrescos y viandas varias para recuperarnos; filetes empanados, tortillas, empanadas, quesos,  boquerones en vinagre y productos varios de “la matanza del suegro”. Fin de semana espectacular; cenas-comidas reservadas, brindis por la nueva hazaña, anuncio del reto 2024,  paseos culturales por la ilustrada ciudad y visitas guiadas, históricas, por los monumentos más representativos de la población.

Destacar de la ruta, las horas nocturnas, la quietud y la tranquilidad de la noche, los espectaculares paisajes montañosos por los que hemos cabalgado y los puertos conquistados. El buen rollo, armonía y solidaridad,  entre los integrantes de esta encomiable  aventura. En general, un fin de semana para enmarcar, deporte, convivencia y visitas culturales por la ciudad de Salamanca.  Especial agradecimiento,  a nuestras familias por acompañarnos y animarnos en nuestras “aventuras y tontás”. Muchas gracias por estar ahí y preocuparos por parte de la organización (búsqueda de hoteles, contactos, etc), llevar los vehículos hasta su destino, por buscar información sobre alojamientos y otros detalles. De sobra sabemos, que también estáis pendientes y preocupadas (quizás,  demasiado) por nosotros.

En definitiva, ruta lineal de 175 kms (3200 m. D+). Los principales caminos transitados han sido Camino de Arenas-Navalcán-Parrillas-Cuerda-Sierra del Águila-Cuevas del Águila-Ramacastañas-Cañada del Puerto El Pico-Playas Blancas, Camino del Amoclón, Cañada-San Esteban del Valle-El Sidrillo-Puerto El Pico, Camino San Martín de Pimpollar-Camino Antiguo de Navarredonda- Puerto de La Cañada del Horno- Puerto de Chia-Camino de Los Molinos-Camino de la Pasión-Camino de Tortoles y Castellanos a Rebollar-Camino del Dolmen del Alto Pinillo-Camino de Pedraza a Carpio Diego-Alba de Tormes-Vía Verde de la Plata-Salamanca.   

 

Pd1: Francis, Raúl, Martín, muchas gracias por vuestra aportación fotográfica (11).

Pd2: Francis, muchas gracias por “tu tiempo”,  dedicado a preparar la segunda parte de la ruta, “track” desde la localidad de Navarredonda-Salamanca.

Pd3:  Raquel, muchas gracias por las últimas gestiones de reserva del hotel, comidas  y visitas culturales.

Pd4: Melisa, mucha gracias por las gestiones con la agencia de hoteles.

Pd5: Las fotografías están en orden inverso a la realización de la ruta. 

 


                                             




























Buen día…………….SALUD.

 

“…mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni sitio…”