Domingo, veintitrés de septiembre,
recibimos la entrada del otoño con previsiones de altas temperaturas en los
termómetros. Cuatro caballeros veleños y dos “carreteiros” acudimos a nuestro
habitual punto de encuentro: Con las burricletas bien dispuestas y prestas para
el exigente reto, nos vamos a la conquista de Las Antenas del Piélago. Este
año, nos ha dado por ir a configurar la señal del paraje lunar; algunos, “tripitimos” dicho desafío.
Comenzamos la jornada, buscando la
Cañada para trepar por la finca de la Gamonosa; en nuestro sosegado cabalgar, salvamos los conocidos
repechos que salen a nuestro encuentro por “el parque de los cerros”;
nos despejamos por los discontinuos y entretenidos subes y bajas y de paso,
acogemos en el grupo a Nasta “El Marqués de Mejorada”, que se presenta luciendo su burricleta
“motorizada”. Atravesamos las villas vecinas y en la Cruz de Segurilla,
aumentamos la cuadrilla, Diego “Sin Miedo”, Ilde “El Suegro”, Medina “El Estratega” y amigos de la ciudad de
la cerámica, que también se apuntan a la infernal batalla; ya somos una docena
de burriclistas. Entramos sin llamar en parajes más asilvestrados, pero sin
apearnos del abrasado marco cerrero; los puentes del marrupejo, desaliñadas cuestas, extensos tomillares y un mar de
chaparras configuran la empinada estampa. Sin darnos cuenta, pasamos de largo
por la localidad de Sotillo, con alegría y “ con buen ritmo” nos “columpiamos”
en el tobogán de la vía pecuaria; la
cabeza no da tregua, apretando y tirando con ganas e insistencia “los galgos de
Talavera”. En Navamorcuende, un trío de caballeros veleños (Martín “El Fiero”,
Roberto “El Bueno” e Ilde) deciden dar media vuelta, el objetivo marcado, a estas horas, ya no es su meta. Los demás, volamos por “El
Dragón Kham”, mientras disfrutamos con las lúcidas vistas del Valle del Tiétar
y otros territorios más elevados, que se levantan a nuestro paso, retándonos.
En Almendral de la Cañada, paramos en el abrevadero local; nos refrescamos,
llenamos las botijas y al estómago también le engañamos, pero sin hincharnos.
Desde el refrescante pilón, ante
nosotros se asoma el izado paisaje lunar, once kilómetros de “escalada libre”, nos separan del destino que tendremos que ganar; ya en su
inicio, la fuerte subida no nos da
ningún respiro, duras y empinadas rampas custodian el paredón hormigonado.
Entre robustos cataños, robles y espigados pinos, vamos abriendo paso; “poco a
poco” nos hacemos con las rígidas pendientes que otro día más, sobrepasan del veinte; nos retorcemos, sudamos,
resoplamos, bufamos y aunque sufrimos, no desistimos; en pleno esfuerzo y
empeño, un batallón de moscas nos
acompañan, pero nos incomodan y “se ríen”
en nuestras caras. También, algunos, paramos
y nos agrupamos cuando pasamos los tramos más complicados; nos recreamos por el
tupido bosque, zigzagueamos por las continuadas eses, aplastamos las pinochas que
encontramos, esquivamos tramos quebrados y en la fuente natural “una minipausa
para abrevar”, alguna fotografía también disparo y allí quedó “pa-siempre” el bote bien “posicionao”. Después del
“susto”, cabalgamos por “prados más llevaderos”, menos agresivos, pero
apuntando “al cielo”; cada cual, sube
como puede y mejor “no gastar de más” por lo que pueda pasar; al tran-tran
sumamos metros y desnivel; con fortaleza y tesón, tomamos los altos del Piélago y el parque del robledal
nos hace “el paseíllo” antes de “conquistar la estación lunar”. Configuramos
“las antenas”, fotografías de rigor, reponemos fuerzas y
a pesar de “las prisas”, esperamos hasta que todos coronamosy en las alturas titulamos.
Reemprendemos la marcha, por el camino
más recto y rápido, “a Segurilla por Sotillo” firmado por mutuo acuerdo;
planeamos por el asfaltado puerto, extendiendo el sereno pinar y disfrutando de
las vistas que nos va regalando el afortunado decorado; desde Navamorcuende,
seguimos perdiendo unidades y por “la dehesa de las tinajas” aligeramos la
marcha, mientras, ante nosotros se pasean “a toda velocidad” un sinfín de
fotogramas. Por la estira pista, vamos dejando una estela de polvo, cuando el
calor también hace acto de presencia y “no es lo único que nos calienta”; otro
tobogán de cuestas desiertas, pero ahora de vuelta y cada vez más, van
flaqueando las fuerzas; atravesamos con éxito los cerros marrupejos y, “con los deberes casi-hechos”, la pareja de
veleños, nos despedimos de los amigos talaveranos. Volvemos a cruzar las villas
vecinas y desde la localidad zorrera, nos animamos y en el agradecido sombrajo
nos resguardamos del desafiante tostadero; el amigo Gabriel “Machaque” en esta
agotadora jornada, recibe el premio a “la combatividad” por “la gran motivación
que atesora”, su tenacidad y
constancia. Como último escollo,
salvamos la cuesta de la herradura y desde aquí, “metemos hierros” y “en un
to-pabajo” nos paseamos triunfantes por nuestros terralgos; final del trayecto
y el enésimo objetivo conseguido. Seguimos preparando el inminente asalto, pero
todavía tendremos que sudar ¡¡¡y mucho!!! “….Si piensas que estás vencido, lo
estarás. Si piensas que no te atreves, no lo harás….Si piensas que pierdes, ya
has perdido, porque en el mundo encontrarás que el éxito comienza con la
voluntad del hombre……Piensa en grande y tus hechos crecerán…Piensa que puedes y podrás. Todo
está en el estado mental”. Hasta la próxima.
Resumiendo, ruta semicircular de 90
kms, los principales caminos transitados han sido: Cañada Real Leonesa
Occidental, Camino de Velada-Mejorada-Segurilla, Camino del Hituero, Antiguo
camino de Sotillo de Las Palomas, Cañada Real Leonesa Occidental (Navamorcuende-Almendral).
Camino del Real de San Vicente-Hinojosa- Alto de Las Antenas (Piélago) Senda de
Los Pelaos. Puerto de Navamorcuende- Camino de Buenaventura-Las
Tinajas-Sotillo-Segurilla-Mejorada-Velada.
Pd: Diego, muchas gracias por tu
aportación fotográfica (4).
Buen día…………SALUD.
“….mil caminos por andar y mucho
tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni sitio….”