Sàbado, veintidós de agosto, hoy tenemos
ruta nocturna, clásica, “con pedigrí”, bastante historia, paso obligado de la
trashumancia y con encanto a raudales.
Desde Cuevas del Valle (848 m) al Puerto del Pico (1395 m), por La Calzada
Romana. Se trata de un camino utilizado desde hace siglos, para comunicar las
dos submesetas; todavía, hoy se utiliza como cañada (actualmente Cañada del
Puerto el Pico), como paso trashumante de ganado desde las comunidades
extremeñas y castellano-manchegas hasta la provincia de Ávila. Nos decantamos
por una jornada corta en kilómetros (10), pero añadiendo el ingrediente de la
noche para andar, para disfrutar de los pequeños detalles, sentir el frescor
-casi frío- serrano, recrearnos con las
impresionantes vistas del “Barranco”, admirar la belleza de la localidad (Cuevas del Valle),
alargar las amenas conversaciones entre los convocados, bromas, risas,
recuerdos y el paseo nocturno (“como si fuéramos al parque de la Vega a
comernos un helado”) para ir entretenidos en plena faena, sumando desnivel,
casi sin darnos cuenta. La excepcional compañía, hace la caminata más llevadera
y amena; a nuestro paso, salvamos
algunos rampones considerables, asentados por la moqueta empedrada, algunas bien plantadas, otras sueltas y
también amontonadas; impresionante, el
silencio que nos ofrece la agradable noche estrellada, el reconfortante frescor
que nos acompaña durante toda la jornada y las impresionantes vistas de las
villas iluminadas. También, apagamos los focos, para disfrutar “a pelo” del
cielo estrellado, algún destello fugaz
también avistamos, mientras nos quedamos ojipláticos y “pasmados” en medio del
gratificante escenario. ¿Qué son esos brillos? Son pájaros, no, parecen luciérnagas;
no, son “cabras nocturnas” reposando en zonas más altas, que nos alertan y ofrecen una estampa privilegiada
durante la placentera marcha. Un agradable paseo por el parque natural, bajo la
infinita bóveda celeste, adentrados en el refugio estrellado, para recargar las pilas al aire libre,
envueltos en un armonioso y embriagador entorno.
“El tiempo es algo que pasa y no se
recupera, así que aprovéchalo bien, pues al final no hay botón de reinicio”. En
verdad, el tiempo es efímero y no vuelve más, por lo que, vamos a aprovecharlo
para disfrutar “de estos edificantes momentos”, en buena compañía, con las
personas que queremos y apreciamos, plantando agradables oportunidades ,
buscando aventuras, escribiendo emocionantes historias y dejando nuestra huella
personal, única e irrepetible. Tenemos una facilidad aplastante para complicarnos nuestra existencia, de preocuparnos
por “absurdeces” que no nos llenan, que nada nos aportan -sino quebraderos de cabeza- y a ningún lugar nos
llevan; a menudo, nos preocupamos -demasiado- por cosas materiales, artificiales
y desviamos el foco de aquellas otras
más importantes y gratificantes. También, solemos cometer errores, malgastando nuestro valioso tiempo en discusiones vacías,
buscando soluciones mágicas, creando enfrentamientos que no nos llevan a
ninguna parte, sembrando envidias, discordias, rencores y enfrentamientos varios
y cuando nos queremos dar cuenta “el tiempo ha volado”. “El mejor maestro es el
tiempo, sin necesidad de que le hagas preguntas te da las mejores respuestas”. Igual
que no es lo mismo ser que estar,
tampoco es lo mismo ver que sentir y a menudo, nos preocupamos más por tener que de ser; por lo que, desde estas líneas abogo por lo sencillo
y lo simple, lo natural, actividades al aire libre, compartir momentos con una
agradable compañía, coleccionar experiencias -pocas pero de calidad- y
preocuparnos más por el desarrollo
personal, para ser y crecer. “Somos lo que hacemos día a día. De modo que la
excelencia no es un acto, sino un hábito”.
En definitiva, ruta lineal (ida y
vuelta) de diez kilómetros, (600 m. aprox. desnivel +). Itinerario, Cuevas del
Valle, Calzada Romana, Puerto del Pico.
Pd: Alberto, Raquel, muchas gracias por
vuestra aportación fotográfica (4).
Buen día…………..SALUD.
“…..mil caminos por andar y mucho tiempo
perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni sitio….”.