Domingo, veintiuno de mayo, en el habitual
punto de partida, diez caballeros
veleños, fieles acudimos a la pactada
cita; con las burricletas bien dispuestas y prestas, afrontamos la festiva contienda. Después de la “juerga”
del patrón San Bernardino, notables ausencias y más de la mitad de la escuadra,
se presenta a filas “algo malherida”. No
tenemos “etapa planificada”, pero ponemos
las monturas “apuntando hacia el
este”, por lo que, toca subida y sobre
la marcha, diseñamos una etapa clandestina.
Iniciamos la jornada, hacia la gran
cañada marchamos, en modo distendido “y parece que con pocas ganas” y algunos
compañeros, recordándonos “la animada parranda”. En el desprotegido
cordel, nos aguarda el amigo “Eolo”
atizando de cara con contundencia y por
el izado torreón de “La Gamonosa”, nuestra escalada y desgarbada presencia se
hace “más penosa”. Pero, con “tablas y tesón”, nos sobreponemos a las amenazas
del tiempo, al tendido repechón, mientras otros, también se desperezan del “agitado fiestón”. “A ver
si más arriba, nos parapetamos entre los
escondidos cerros”, -resignados comentamos, a la vez que esperamos y nos
agrupamos en los tramos más elevados. Cabalgamos bien hermanados y agrupados,
vamos “retratando” los relajados momentos,
nos estiramos en las pequeñas ascensiones y nos volvemos a juntar; más
adelante, un rebaño de desconfiadas
ovejas, nos hacen orillarnos a un lado “para cederles el paso”. Llegamos a la
aldea “zorrera” y Martín “El Fiero” se lanza y nos convida a hacer unas sendas,
pues no se diga más “La Zamarra y El Bonalejo”; en fila de uno nos colamos en el desaliñado y angosto sendero; momentos de diversión por la afortunada
vereda, adecentados toboganes ,
descolocadas piedras y un callejón de frondosas “zarzas”, conforman un mosaico de sabrosos ingredientes que hacen las delicias de la ávida mesnada. Sobre
la línea transitable, avistamos extensos prados, mientras sorteamos
distintos obstáculos entre los cercados
empedrados; a nuestro paso, retamas floridas, cantuesos y tomillos perfumando
el entretenido y apaciguado camino. Se respira buen rollo y armonía entre los
congregados y amenizando y dando brillo, el palpable ambiente
sostenido, de los incógnitos vericuetos recorridos. Alberto “El Maestro Ceramista” se
nos viene arriba y nos deleita con su “rol de equilibrista y reconocido malabarista”; Domingo “El Maca” (siempre es un
placer, compartir grupo contigo) no
pierde su buen humor y por estos lares “nos pide el taca-tá”, por eso del
“vértigo y tal ” y porque su montura se ha quedado sin frenos. No pasa nada, tenemos
la consulta de Roberto “El Bueno”;
ponemos “pata arriba” a la acemila, y el ejemplar compañero “le receta
unas nuevas pastillas”. Más adelante, nos aguarda “la subida del vertedero”,
“cada cual como quiera o pueda” el cuento ya nos lo sabemos y cada uno damos lo que podemos; Eduardo y Domingo, nos cuentan
que por aquí, ya estuvieron la semana
pasada, mientras los demás, nos
“enchufamos en modo escalada”; sin aparentes apretones, vamos estirando el
grupo, disfrutando de la subida “sin calentones”. Arribamos en la estación
astronómica y “por eso de no parar”, volvemos a bajar para buscar a los demás compañeros y les
escoltamos hasta “la cima ya tomada”. Una vez todos reunidos, en versión más tranquila y
relajada, escalamos los últimos metros
por asfalto y nos echamos a un lado,
para repostar y la andorga llenar;
aunque todavía es pronto y parece
que no hemos hecho hambre, abrimos las
tarteras y las repletas talegas; dulces, pasas, fruta fresca, sanwiches y unos
minutos de “relax”, para planificar otras etapas, participación en marchas
locales y más.
Reemprendemos la marcha y unos metros
más adelante, un cuarteto de compañeros, nos avisan de que nos dejan y se
vuelven para “el pueblo”. El Gran Maestre les arenga y antes de finalizar, se
ha fulminado “al grupo B de la élite”, entre risas y comentarios varios
comentamos. Por los caminos “cagarraches” vamos diseñando la ruta, que por
estrechas y encomiables veredas transcurrirá; después de trepar la tendida cuesta, la senda Cervera es la primera en la lista de espera; nos recreamos por el enigmático tramo, entre enanas chaparras y en un
esmerado vallado encajonado; con pericia y arrojo nos
deshacemos de los pasos más complicados y una vez fuera, por “Los Dornajos”
hacia “El Pozo” nos lanzamos; en esta
ocasión, preparados para la ascensión. El Gran Maestre renuncia al digno manjar y según nos comenta, nos aguarda en la salida de la aislada guarida. Dos kilómetros que “pican parriba”, por las entrañas de la estrecha senda, que saboreamos mejor “hacia arriba”; Cristóbal “El
Nazareno” toma posición y se adelanta para inmortalizar “la gran postal”; a ninguno de los compañeros deja indiferente el privilegiado rincón; comentarios
varios, de asombro, admiración, al borde de la enajenación, a cada cual más
sobresaliente; aire claro y transparente, entre recortes y filigranas de musgo y pinceles verdes, para embriagar a los
caballeros supervivientes. Lo mejor, que
cada cual la disfrute a su manera, como principal ingrediente; recorremos emocionados
los misteriosos tramos de dibujos animados y desde la villa montesa, seguimos
hilvanando la etapa con otros divertidos senderos; por el “circuito de Los Leñadores” volamos, acurrucados por sus anchurosos prados
y su paso perfectamente marcado. Una vez más, quitamos alguna marcha y
esperamos hasta que nos agrupamos; cruzamos las villas vecinas y en Mejorada,
paramos a llenar las botijas, “tenemos ganas de más” y la etapa nos proponemos
a alargar. Aunque hay dudas por la
reciente invitación, todos se apuntan y hacia Gamonal, marchamos en procesión;
Ilde “El Suegro” manda en cabeza con su empuje y tesón; una vez más, conquistamos el territorio
de “Las Piedras Caballeras”, también nos quedamos con los cerros de la elevada Atalaya y arribamos en la villa gamonina por la estirada
y agrietada bajada; en la acogedora localidad, despedimos al amigo Roberto, en esta ocasión
no nos acompaña, “que por ganas, no será ”. Los demás, “hacemos un extra”, el
carril de Las Mulas y el camino Real para rematar la faena “y hacer algo más”.
A nuestro paso, tenemos de “todo”, el aire de cara que nos vuelve a atacar; una
impasible vacada que ni se para a mirar y un rebaño de cabras que nos abren
paso por la inmensa quietud del encinar. Sin más novedad, arribamos en “La
Tasca del Maca” y allí también nos
aguarda El Maestro, que por el camino de
Alcañizo, recortó y el primero llegó. Hasta la próxima.
En definitiva, ruta circular de 60
kms, los principales caminos transitados han sido: Cañada Real Leonesa
Oriental, Camino de Velada-Mejorada, Camino del Madroño, Senda de La
Zamarra-Bonalejo, Camino del Vertedero; Camino del Hituero, Antiguo Camino de
Segurilla a Sotillo de Las Palomas. Senda de Cervera, Camino de Meregil, Camino
de los Dornajos, Senda “Del Pozo”, Camino de Meregil, Camino de
Cervera-Segurilla, Senda de Los Leñadores. Camino de Segurilla-Mejorada-Gamonal-Carril
de Las Mulas-Camino Real-Velada.
Pd: Cristóbal, gracias por la
aportación fotográfica (1)
Buen día……SALUD.
“mil
caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo
tiempo ni sitio….”