Domingo, veinte de marzo, cielo cubierto
con amenazantes nubarrones, para recibir a la risueña primavera ¿tendremos
chaparrones? Diez caballeros veleños acudimos a la festiva cita semanal; con
las burricletas bien dispuestas y algunos compañeros, “desde ya” con el
chubasquero puesto, “no nos escapamos de un aguacero”. Andrés “El Líder”,
propone la etapa, nos vamos a Navalcán “sin más”.
Iniciamos la jornada, pasando por las
vacías calles de la villa; cruzamos el casco antiguo y por “la puerta trasera
del pueblo, salimos”. Por el camino de Arenas, marchamos agrupados, “parece que
está chispeando”, nos damos cuenta y en voz baja, vamos comentando. El Relatero,
todavía se resiente de su resfriado “y vamos a ver hasta dónde llegamos”; bajamos
animados por los establos “ocupados” y la tupida siembra, con fuerza asomando; “parece que el agua está apretando”.
Los compañeros “piden parada” para enfundarse el traje de agua; por mi parte,
voy a esperar “por si cae con más ganas”.
Nos adentramos en la calmada dehesa, agradables olores se extienden por la
arbolada pradera; recolectamos los retales del aire limpio y nos recreamos con el
humedecido silencio que brota de los rincones perdidos. Cruzamos el río
hormigonado y un mosaico de postales de
ensueño, salen a nuestro encuentro por
el camino “zorrero”; abrimos porteras, inmortalizamos mágicos momentos, antes de salir a la vía ganadera.
Una espléndida temperatura nos arropa durante la jovial ruta; un vergel de
hierba fresca engalana las encharcadas cunetas y “en el giro de izquierdas” nos
aguarda “una tachuela afilada”; cada
cual, que suba como pueda “y arriba se espera”; vallados de piedras,
ataviados de reluciente musgo nos
adentran hasta lo más profundo y nos encaramamos en el salón perfumado con su aire puro; de uno en uno vamos aterrizando en
la cima y desde la parte de atrás “nos
dan el alto”; a Marcos “Zoco”, este bocado se le ha atragantado. Se sienta en
el suelo, coge aire y Víctor “Machaque” le alimenta y le da a probar de su brebaje; “me tiemblan hasta la piernas” el
herido nos comenta. Después de “un rato”,
nos agrupamos con la cuadrilla y nos colamos en “el laberinto de
Parrillas”; por la retaguardia, se escuchan carcajadas, Domingo “El Maca” en un
charco se ha metido “hasta las trancas”; nos colamos en “desconocidas” -para la mayoría- y entretenidas sendas, a la vez que
los congregados, comentamos la variedad
y divertidas de las anónimas veredas; un valle de longevos olivos,
livianos descensos, otras pican “parriba”, esquivamos encinas chorreando, pasos agrietados,
antiguos vallados de palos, cercados
ganaderos y caminos embarrados, antes de arribar en la plaza de Navalcán.
Paramos “los minutos de rigor” a repostar;
fruta fresca, pasas, dulces y algún bocata para llenar la andorga y “bien
andar”.
Reemprendemos la marcha, ¿la vuelta? por
el antiguo camino de Talavera; cruzamos las callejas navalqueñas, repican las
campanas y gente “bien arreglada” portando ramos de oliva entre las manos y hacia la iglesia enfilados; nos
entretenemos a hacer botijos, “cuencos” y otras vasijas en la embarrada pista;
“da igual por donde vayas”, patinas, de
atrás derrapas, nos hundimos y las burricletas menos “doctas en estas
contiendas” relinchan y se espantan; también nos “tragamos” el perfume caprino
del concurrido establo y más adelante, damos
unos capotazos a los temidos astados. Desde la cañada, abrimos la portera,
“sabemos la que nos espera o ¿damos media vuelta?” ¿Quién dijo miedo?“ ya que
estamos “marchamos prestos”; cruzamos hondos charcos, largos pasos inundados
y embarrados, aunque parece, que los compañeros van disfrutando por los
acogedores parajes adehesados; Ilde "El Suegro", también pasea su "trancazo y el pañuelo" por la frondosa estampa y "El Líder", venga "chupar cámara" ¿quieres la foto de portada? Cabalgamos con alegría –también hemos soleado
el día- pero no descuidamos la retaguardia, “hace ya rato
que sonó la campanada”; nos asomamos a ver el riachuelo adecentado, recorremos los generosos tramos
silenciados y salen a nuestro encuentro otros regatos y desafiantes charcos que nos retan a su paso;
el pastoso fango endurece la etapa mientras
chirrían las cadenas de las puercas burricletas. Nos dan el alto, la jamelga
de Goyo “El Coloso” empieza a “renquear”; primeros auxilios y reanimación, pero
más adelante “al quirófano y operación”.
Otros pocos compañeros acompañan “al caballero herido en misión” y deciden no
parar; otros tantos, en equipo atendemos
“el pinchazo” y en un santiamén “arreglado”. “Sin prisa pero sin pausa”,
pedaleamos por los encinares de
Villabuena, avistamos los corrales de ganado y casas
de labranza, los huertos y la presa
también pasan a toda prisa y nos lanzamos a por “el traicionero repecho”
para entrar victoriosos –una vez más- en el pueblo. Por cierto, al final, ni lluvia ni aguacero.
Resumiendo, ruta circular de 50
kilómetros, los principales caminos transitados han sido; Camino de Arenas-
Navalcán-Parrillas-Mejorada, Cañada Real Leonesa Occidental, Camino del
Trampal, Los Majuelos, Camino La Chaparrera, Camino de Navalonguilla. Camino de
Navalcán-Talavera, Cañada Real Leonesa Occidental, Camino de Los Veratos,
Camino de Navalcán-Parrillas-Arenas a Velada.
Buen día…………………SALUD.
“mil caminos
por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni
sitio….”