martes, 29 de septiembre de 2015

Ruta CVSF: Caballeros Veleños Sin Fronteras.

     Domingo veintisiete de septiembre, se abre la agenda para disfrutar de las siempre espectaculares rutas otoñales. Día atípico, dieciséis caballeros veleños de  la osada escuadra nos  encontramos  desperdigados,  en misiones secretas, conquistando otros territorios  y  expandiendo sus  anchas  fronteras.

      Diego “Sin Miedo” y Pedro “Hierros”, se han tirado todo el fin de semana pedaleando, “dicen que de Madrid a Lisboa” y como les dejen,  se salen del mapa para encallar en  las Antípodas (Felicidades, por el exigente reto realizado). Martín “El Fiero”, Gabriel “Lamparillas” y Francis “El Paciente”, se van a examinar (una vez más) en la reconocida y multitudinaria marcha de la Jara. Roberto “El Bueno”, Ilde “El Suegro”, Goyo “El Coloso” y Alberto “El Maestro Ceramista”, El Piélago quieren reconquistar, en esta ocasión, la subida por el gran repechón del Almendral ¿qué les darán por allá? El Gran Maestre, con otros “cuatro pupilos” (Andrés “El Líder”, Domingo “El Maca”, Eduardo “El Carpin” y Gabriel “El Amigo”), andan perdidos  por esos caminos,  dando ánimos a nuestros compañeros y de jarana, brindando por los chiringuitos.



     
































     Por mi parte, el domingo madrugué, pero para clausurar la campaña de la vendimia, esto da para otra crónica jajajajajaja…..Pero a eso de las diez y media pasadas, todavía había ganas de rutear, “voy a hacer una combinada”. A estas horas, aún puedo percibir las huellas de  los jirones del frescor de la mañana y “noto que las piernas quieren bailar”; voy con la antena puesta, por lo que a mí alrededor pueda pasar. Me empapo con la sentida tranquilidad, mientras un batallón de encinas,  caminan  a gran velocidad;  el aire transparente despierta los atentos sentidos y el agradable olor a jaras  me  hacen divagar e  ir más allá ; la tímida  brisa “pantanera” también parece que me da alas y por la extensa cañada, ni rastro de vida ¿dónde andarán los demás? Cuatro encinas descarriadas y algunos alcornoques enfermos,  tirados por el suelo, rompen la perceptible monotonía, la cual  se  aposenta  en  la alargada  vía. Pico “algo” sobre la marcha y  también me hidrato,  antes de adentrarme en el paso del hormigón resquebrajado y cada vez más levantado  -ya hace años que pasamos la primera vez por aquí ¿cuántos?- También cabalgo por el reseco y bien compactado Camino Real; para no variar, “nadie por aquí, nadie por allá”, si  parezco yo “El Guarda Forestal”. A mi paso, a estas  horas,  hasta las lustrosas  vacas ya están  sesteando, establos y casas de labranza parecen un fotograma y los números del termómetro,  amenazando por los temidos arenales. Desde aquí, se acomoda la pista y el noble encinar,  dando colorido al reseco paraje y al marcado camino. En “La laguna del conejo”, breve parada para repostar; fruta fresca, salados y dulces, un trago de agua fresca y eso, “cabra coja no quiere siesta”.



      
































    Reemprendo la etapa, cruzo la carretera calerana  y el refinado perfume de  eucalipto me acerca  hasta el pueblo “gamón”; atravieso la concurrida plaza y después de tanto  llanear,  “configuro el chip  en modo cuestas”. ¿Qué os voy a contar del empinado repecho de hormigón, aderezado con profundas regueras secas y  tierra suelta  y de las piedras caballeras vigilando atentas desde sus torretas?, me entretengo – pero también aprieto-  por estos subes y bajas, saludo y doy los buenos días a “los caballistas veleños”, antes de arribar en la villa de Mejorada. Me enfilo para descender por “los parajes de la sufrida mataburras”;  bajada “con prisa” hacia  la vasta cañada, un poco de aire de cara y el calor ya no es “publicidad” ¡¡¡¡atiza de verdad!!!;  por estos lares, ni rastro de burriclistas, ni la presencia de divertidas ninfas,  tampoco rescates de princesas en peligro, ni indicios  de las melodías  del alegre ruiseñor en su mustio rincón. Ante mí, otra trepada por las pendientes “del vertedero”; comienzo con alegría, y  más arriba,  en la cerrada curva, parece que me “fallan las fuerzas”, echo un vistazo “pabajo”, -buffff, llevo el plato más grande por estos tramos- Me acomodo para disfrutar del tendido ascenso, me recreo con las panorámicas cerreras  y al fondo,  “el observatorio celestial”. Corono, no sin antes “apretar un poco más”; me paseo por los callejones “cagarraches” y también hago un alto en el camino en Mejorada, para abrevar  y llamar a casa,  para “novedades dar”. Desde aquí, ya sabéis, “se puede volar”, me deleito por el rápido paseo y  en  “la curva de la herradura”,  el último “arreón” de la solitaria aventura; marcha triunfal entre callejas de espigadas retamas y las atentas chaparras, ¿me saldrá el perro guardián? (también pasa por mi cabeza). Sin más novedad, toca bajar;  hago un esquema mental del “corral cerrado”  y  desde la modestia, “creo que no ha estado nada mal”.


   











































     Resumiendo, ruta circular de 82 kilómetros, los principales caminos transitados han sido; Camino de Velada, Arenas-Parrillas-Navalcán; Camino de Los Veratos, Cañada Real Leonesa Occidental-Corchuela,  Camino de La Corchuela a Velada, Camino Real, Carril de Las Mulas-Gamonal. Camino de Gamonal a Mejorada, Camino de Mejorada a Montesclaros, Camino de la Herrería, Cañada Real Leonesa Oriental, Senda del Ruiseñor, Camino del Vertedero-Segurilla. Camino de Segurilla-Mejorada-Velada. He pasado por las localidades de La Corchuela, Gamonal, Mejorada (2 veces) y Segurilla.

  Buen día………….SALUD.


  Pd: Goyo, para que veas que también me “prodigo” por La Corchuela.
  Pd1: Martín, Roberto, Ilde, Diego, JoseMa,  gracias por vuestra aportación fotográfica (7).


“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir,  no tengo tiempo ni sitio….” 


miércoles, 23 de septiembre de 2015

Ruta: Subida a las Antenas (Piélago)

     Sábado diecinueve de septiembre y agradables temperaturas antes de  iniciar la clásica ruta. En el “guango” del Barbú, nos damos cita, “El Relatero” y dos escuderos (Cristóbal y Jesús) aspirantes a Caballeros Veleños.  Las ocho y media es la hora pactada y la subida a “Las Antenas”,  una aventura de altura,  es la diseñada para la jornada. 

     Comenzamos la etapa, de frente,  nos aguarda  la escalada de “la gamonosa”, el aperitivo  entrante “para abrir boca”; encaramados en la palpable quietud de la mañana, animados “vamos de cháchara”, sin prisa  pero sin pausa, cruzamos la villas vecinas. La senda Cervera y la trocha de “Los Dornajos” nos guían por pasos de silencio sembrados y el amable encinar, dando vida a la intimidad de los recónditos rincones. Por estos lares, se asoman “algunas discontinuas rampillas”  antes de llegar a “cuatro caminos”, la gran avenida; por la vía ganadera,  Cristóbal “amenaza con tomar la alternativa” ante la becerra descarriada. Alguna “marcha” por debajo y reservando fuerzas, para el inicio de “fiesta”; cruzamos la aldea “marrupeja” y buscamos “la subida hormigonada”; vallados de piedra y estacas pasadas, dando cobijo al mosaico perfumado de  enebros, jaras y encinas. A nuestro paso, “desde el estratégico  mirador” echamos un vistazo  al paisaje privilegiado;  en la noble andadura, el escenario va tomando tonos menos claros y salvamos  los primeros “repechos serios”, antes de arribar en la Hinojosa. Parada obligada para repostar, fotos de rigor y minutos de descanso,  antes de iniciar la terrible ascensión.


     



















     Reemprendemos la marcha, desde aquí, hormigón rasgado y las descomunales rampas dando brillo a una exigente panorámica multicolor. En plena escalada,  saludamos a otros osados burriclistas y  en el cruce señalado,  me despido de mis compañeros de fatiga (van con hora,  por motivos laborales y familiares). Continúo en solitario por el tremendo ascenso, -sudor y tesón, santo y seña del reto montañero- escucho los acordes de mi respiración y el susurro del belicoso  aire, bailando acompasados con la espesa arboleda. Salen a mi encuentro, castaños bien  cargados y preparando sus frutos, un plantel de lustrosos pinos y un callejón de jaras disimulando las pendientes más exigentes; antes de llegar a la esperada explanada, un último arreón por la enésima cuesta de hormigón. A mi paso, más burriclistas y un ejército de senderistas por este reino de  postales místicas; me adentro en una pista más tendida (bien arreglada y conservada) y un “estadio” repleto de robles y pinos, me dan aliento, antes de enfrentarme al último repecho; “me resulta hasta cómodo” por el buen trato y compactado del desafiante tramo; ante mí, la cima lunar, me asomo al balcón del Tiétar para disfrutar  de unos  minutos  de contemplación, tomo aire y por los  "momentos sufridos", doy un homenaje a los sentidos, foto de rigor, echo un trago y antes de partir, me abrigo un poco,  para el aire fresco combatir.

     El largo descenso, es un intercambio de sensaciones,  por las magnas vistas regaladas a mi paso y difícil de describir; el bienestar con el que nos obsequia la misteriosa y variada arboleda, agradables olores que nos desplazan a épocas ya pasadas; bajadas verticales dejo a un lado y por la senda  rebosada  de  ficción, bajo a Navamorcuende y el  descanso merecido en su reconfortante pilón. Fruta fresca, refresco de cola y para más fuerza coger, bocata de jamón; recojo la mesa y el mantel, lleno las botijas de agua fresca, preparo la pócima para recuperar  y dispuesto  para la marcha emprender. Desde este punto, pongo “un hierro  más” (o dos), para la marcha alegrar; buenas sensaciones por la Cañada Real a pesar del sofocante calor y  también del  aire que  me atiza de cara. En esta ocasión, en Sotillo no paro ni para beber;  ¿cara o cruz? estaba claro, para evitar el tormento del airoteo, por la opción más asilvestrada “me cuelo”. Dentro del parque de atracciones, de continuos subes y bajas, una tropa de encinas me resguarda y en mi particular hazaña  me acompañan; una pareja de excursionistas  caballistas, me da el alto, “estamos perdíos, ¿hacia dónde va este camino?” Desde este punto, les oriento y el mapa de Sotillo les cuento; me agradecen la clase de geografía y a pasar buen día.  Entro en la vía arreglada, ¡¡¡qué pasada!!!! y encima de bajada; arribo en el reposado  inframundo y para mis castigadas piernas “otra escalada”, antes de cabalgar por tierras más relajadas y ya pobladas. En la villa “cagarrache”, una ninfa deportista, dando alegría a la avenida vacía y  dentro del pueblo, más gente corriendo; a estas horas, ¿habrá algún acontecimiento? También cruzo Mejorada, alguien está removiendo el puchero, yo a lo mío con “esto de los pedales”, mientras  por mi mente  van pasando fotogramas de la encomiada etapa. Sin más novedad y poco más me contar, me recreo en  los últimos kilómetros y en territorio de sobra conocido, esto casi esta hecho, “ahora, coser y cantar”, antes de la jornada clausurar.












       































      Resumiendo, ruta circular de 92 kilómetros, los principales caminos que hemos  transitado han sido: Camino de Velada a Mejorada- Segurilla, Camino del Hituero, Senda de Cervera, Senda “Los Dornajos”,  Camino de Segurilla a Marrupe, Camino de Marrupe a Navamorcuende-Hinojosa; Camino de La Hinojosa a Almendral –Subida a las Antenas- , Camino de La Hinojosa a Almendral, Camino de Marrupe  a Navamorcuende; Camino de Navamorcuende a Buenaventura- Sotillo de las Palomas; Camino de Sotillo de las Palomas, Segurilla, Camino del Hituero- Mejorada-Velada. Hemos  pasado por las localidades de Mejorada, Segurilla, Marrupe, Hinojosa de San Vicente, Navamorcuende, Sotillo de las Palomas, Segurilla, Mejorada.


     Pd:  Cristobal, gracias por tú aportación fotográfica (3).

     Pd1: Las pocas fotografías mías, son con el móvil….La cámara tuvo otro episodio de avería. Se quedó en la enfermería.

   
   Buen día………………SALUD


“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir,  no tengo tiempo ni sitio….” 


miércoles, 16 de septiembre de 2015

Ruta: Circular a Las Cuevas del Águila.

     Domingo trece de septiembre, fresco despertar  y un mar de nubes “¿amenazan tormentas?” Once caballeros veleños y una pareja de gamoninos, como cada semana, acudimos al marcado punto de encuentro; Andrés “El Líder” (en funciones) y Chema –Tino-, después del alargado receso, también se han animado en la dudosa mañana; nos quieren acompañar unos kilómetros en la pactada jornada. Con las burricletas bien dispuestas y prestas para la contienda, a “Las Cuevas del Águila” nos vamos a dar la vuelta.

      Comenzamos la etapa, atravesando las  calles más ilustres  de la villa, también “el casco antiguo” a nuestras espaldas se va quedando, cuando salimos “hacia  las afueras”  por el camino asfaltado. Marchamos bien agrupados y al bajar la cuesta,  “algunos, resoplando por las bajas temperaturas”; agrado y encanto el ver a la osada escuadra “cabalgando bien alineada”. De todo un poco vamos hablando por el sosegado encinar, cuando Roberto “El Bueno”, nos alerta de la vistosa escena cérvida, elegantes carreras que se camuflan en la animada dehesa. Más adelante, ni rastro de agua en el arenoso río, alguna burricleta se espanta y “una liebre echamos a la saca”, cruzamos “en fila de a uno” y en las frondosas zarzas,  paramos a desaguar. Por la tranquila estampa, viramos hacia  la izquierda, “a la vetusta senda, le vamos a hacer unas ofrendas”,  Los Caballeros con más galones nos recuerdan “épocas más lejanas”, mientras otros, “nunca han pasado”, según nos comentan. Abrimos las pertinentes porteras, avistamos a las impasibles vacas reposando y “el peculiar olor” de la ganadería caprina, nos avisa de la entrada a la localidad navalqueña. En la mencionada población, “reunión de pastores”, “los del paseo se quedan” y los demás, “hacia los pinos,  por la más larga cuesta”. Comenzamos la escalada, con la   conocida consigna “cada cual  como pueda” y allá  arriba,  la espera; Gabriel “Lamparillas” nos muestra donde se originó el devastador fuego; al fondo, la admirada serrata, mientras nos enfrentamos con ahínco a las discontinuos tramos más escarpados. Con cuentagotas vamos coronando y en este punto, era el trayecto marcado para un sexteto de caballeros veleños; otros tantos, hacia “el paraíso” nos marchamos. Nos adentramos en la tupida cueva, angostos pasos entre jaras y pinos y la ataviada belleza, presidiendo el tobogán de los sueños. De la corriente del “Tiétar” ni rastro, cruzamos la calleja chopera y por la vía asfaltada, llegamos a Ramacastañas. Paramos a repostar, compartimos viandas y Martín “El Fiero”  con  “su merendera pija” nos sorprende, hacemos algunos chistes y espabilamos que fríos nos estamos quedando.


   















































































     Retomamos la etapa, buscando “la gran cañada”, con ritmo alegre,  hacemos los tramos divertidos, esquivamos un campo de abrojeras minado, el antiguo puente nos hace el paseíllo y más adelante, se abren las puertas de la dehesa de “Navalahierba”, Juan Carlos “El Lobo” nos da el alto, “parece que he pinchado”, “un poco de aire a la burricleta y asunto solucionado”. Gabriel “Lamparillas”, nos presenta otro camino como posible alternativa, nos asegura “el paso legal” y “por aquí que nos vamos” –entre todos acordamos-. Espectacular camino, con una subida tendida –incluida-, guiada entre retamas y las alineadas encinas, callejones de jaras y pasos asilvestrados, con cantos alfombrados. Por estos lares, a un lado del espinado cercado,  nos surge “el eterno dilema”, “¿qué es dentro y fuera?”; el conflicto espacial, por momentos nos aterra, mientras Roberto “El Bueno”, con la magistral lección “sesamera” nos recuerda. Salimos “a la cuerda”, a estas horas  parece que las temperaturas también escalan, aunque el aire nos atiza de cara;  somos testigos de la triste panorámica por el gran incendio, desolada y  todavía el olor a monte quemado en el ambiente flotando. Afrontamos la fugaz bajada hacia la aldea parrillana, mientras nos recreamos por estos parajes y por la inercia lanzados. Por el conocido camino, cruzamos el reseco  río (en otro punto distinto), comienzan  a aparecer síntomas de fatiga; por eso de recuperar  -“alguno se toma la pastilla del día después”- y alguna marcha tenemos que bajar. Sin novedad por el apacible encinar, “con las fuerzas algo tocadas” nos disponemos a bregar con el último repecho; Francis “El Paciente”, con mucho estilo y brío en los metros finales está más fresco. Con tranquilidad y “más suaves que un guante”, llegamos al pueblo y en nuestras mentes, los próximos retos.




  
























































     En definitiva, ruta circular de 68 kilómetros, los principales caminos transitados han sido: Camino de Velada a Arenas-Parrillas-Navalcán, Camino de Talavera a Navalcán, Camino de Navalcán a Arenas de San Pedro, Sendas de la Sierra del Águila, Camino de Ramacastañas, Cañada Real Leonesa Occidental, Camino Dehesa Navalahierba (Parreña) Camino Real de Arenas de San Pedro a Parrillas-Navalcán-Velada.


     Pd: Martín, muchas gracias por tu aportación fotográfica (3).


    Buen día………..SALUD.



“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir,  no tengo tiempo ni sitio….”