Domingo, once de octubre, en el lugar de
costumbre, cinco caballeros veleños acudimos a la semanal cita; con las
burricletas bien armadas y dispuestas, nos preparamos para otra épica
kilometrada. En esta ocasión, el objetivo es “conquistar La Ciudad de Vascos”, antigua fortaleza
musulmana.
Ciudad de Vascos, se trata de un
yacimiento arqueológico, antigua ciudad musulmana que fue habitada entre los
siglos IX y XII. Se encuentra en el término municipal de Navalmoralejo, a cinco
kilómetros hacia el este del núcleo de la población. ¿Qué nos podemos encontrar
en esta visita? Un recinto fortificado de contorno irregular, situado en una
colina que hay en la confluencia del río Huso y el arroyo de la Mora; una
muralla de aproximadamente 3 kms, también, conserva restos de torres de planta
rectangular, la alcazaba, sillares regulares, puertas con arcos de herradura,
torreones defensivos -actualmente hundidos- , también podemos ver calles, alcantarillado
y restos de casas. Fuera del recinto, podemos contemplar “Los Baños de La Mora,
restos del arrabal y dos necrópolis. Toda esta grandeza, se encuentra ubicada
en un privilegiado y apacible entorno natural, digno de visitar y disfrutar. “Páginas
para el recuerdo”, como un fragmento de nuestra historia y como un silencioso
rincón para el recreo y retiro cultural.
La ruta, transcurre principalmente por
la cañada Real, parte de la Vía Verde de la Jara, donde a primera hora, pudimos
disfrutar de la presencia de ciervos reponiendo fuerzas bajo las encinas, la
imponente estampa del viaducto y el caudaloso regato “caminando” de la mano por
la tranquila y alargada pista. Cabalgamos a buen ritmo, “sin prisa pero sin
pausa”, el carreterín de La Estrella, que sería la antesala de la finca de las
Cucañas, un reposado lugar, arropado por el tupido encinar y que, nos abriría
las puertas de “la urbe musulmana”. En este punto, fotografías de rigor,
minutos para el deleite y contemplar la vistosa belleza que recorre “el
hechizado poblado”. Vistas y caídas espectaculares desde las altura de la
fortaleza, hacen las delicias de los congregados, mientras “picamos” para no
perder bocado y nos recreamos por el recinto amurallado. (Recomendable visitar,
como pedagogía familiar): “Bendito el tiempo que nos vuelve más sabios y menos
idiotas.” ¿La vuelta? Queremos hacer el itinerario circular -como más nos gusta-,
y de paso, se reengancha “un inesperado compañero”, el aire de cara, que nos
persigue “a campo abierto” y en las últimas jornadas, parece que no nos quiere
abandonar. Así bregamos “con el incómodo inquilino” por este valle de caminos y
por la balizada cañada: “Si piensas que la aventura es peligrosa, prueba con la
rutina. Es mortal”. Además de la
kilometrada pactada, algún pinchazo que se solventa sobre la marcha; El
Relatero, desde el inicio tuvo problemas con la cámara de fotos, -no hay que
olvidar la tarjeta-, pero “contraté” al amigo Roberto “El Bueno”, como “extra
en prácticas” (Muchas Gracias “Robin”) ; Martín “El Fiero”, dudaba al principio
sobre la empresa propuesta, pero se merendó la ruta “sin rechistar”; Luci
“Fromme” y Alberto “El Maestro Ceramista, dos galgos con pedigrí “expertos en
contrareloj”, éstos, “se comen” lo que les echen, además, del “buen rollo y
armonía” que generan con su compañía. Ruta “turística” y cultural, para
complementar la larga jornada y disfrutar de la “díscola mañana” : “Las
personas sin conocimiento de su pasado, su origen y su cultura, son como
árboles sin raíces.”. Hasta la próxima.
Resumiendo, ruta circular de 85 kilómetros.
Los principales caminos transitados han sido, Cañada Real Leonesa Oriental,
Carril de La Raya de Chozas, Camino de Navalcán-Calera, Vía Verde de La Jara
(hasta Aldeanueva de Barbarroya), Camino de La Estrella, Azután, Camino de Las
Cucañas, “Ciudad de Vascos”, Camino de Fuentelapio, CM 4104- , Embalse de
Azután, Camino del Chamorral, “Carreterín Comarcal”, Camino de las Rentas,
Cañada Real Leonesa Oriental-Velada.
Pd: Roberto, muchas gracias por la
aportación fotográfica (22).
Buen día………….SALUD.
“…..mil caminos por andar y mucho tiempo
perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni sitio….”.