Sábado, veintiocho de abril, mañana ventosa,
con bajada brusca de las temperaturas; como, para el domingo “pintan más complicada la
jornada”, me adelanto “por si acaso” y me echo a la aventura en solitario; me
encuentro al “Presi” andarín, enfundado en su traje de camuflaje, a estas horas
“con los deberes hechos”, los cerros ya “ha pateado y los caminos ha colodado”;
nos damos “los buenos días” y me firma el salvoconducto para cabalgar hasta que
me “harte”. Así sea, “toca etapa especial y cerrera”.
Escalo tramos floridos, a mi paso, se
despiertan un mosaico de agradables sensaciones; pequeñas chorreras tatareando
alegres melodías, vastas extensiones multicolores, revistiendo los recónditos
rincones que en la oquedad del monte se esconden; pasos serenos y tranquilos, custodiando los parajes más privilegiados; arroyos transparentes y
cristalinos, dando emoción y adornando
el compactado camino. Con todo esto y
ensimismado, “con la ruta bien balizada en mi cabeza”, también “pedaleo”, mientras por el tobogán de
las emociones, me entretengo y recreo. Controlo el ritmo constante, “pero sin cebarme”, voy
salvando cuestas explosivas, repechos más estirados y sumando desnivel en las piernas; me animo, atravesando
poblaciones montesas y disfrutando de
los apaciguados paisajes que me atrapan y embelesan: “La gota de agua perfora
la roca….no por su fuerza, sino por su constancia”. Tapices de colores ondean a
mi paso y placenteros olores se apoderan
del asilvestrado bosque encantado, mientras, el cuco
y otros animados pajarillos, componen la
banda sonora dentro de la abigarrada plaza; a estas horas, no está
nada claro el día, nublados de fogueo me persiguen y el tímido sol, de vez en cuando se asoma a la palestra “pero
sin apenas calentar”. Un rebaño de ovejas, más adelante, la vacada trasladada por la pista asfaltada y la fuerte ventisca, atizándome de cara, en distintos momentos de la jornada, me retrasan “algo” la marcha; paciencia y a disfrutar de la apacible
mañana y las dignas estampas que nos regalan en esta etapa: “Los dos guerreros más
poderosos son el tiempo y la paciencia”. Desde la villa cagarrache, vuelvo a
repetir el ritual y “pido otra ronda más”; desciendo al “inframundo”, me
adentro en la profundidad más pintoresca y “asalvajada”, también, me encuentro con
otros burriclistas por la oculta pista; sobre la marcha, (sin detenerme demasiado) voy comiendo,
bebiendo y cuando es necesario, en los pilones, abrevando. Me rebelo, para superar los tramos más empinados, “sin gastar
la última bala” porque nunca sabemos cuando la vamos a necesitar; circunvalo la
villa montesa y “en el túnel del viento” otra vez me adentro; extensas y
coloridas praderas se mueven con
ligereza, por segunda vez, paso por las
villas vecinas, pero, la fiereza de Eolo
no me lo quiere poner fácil y agresivos zarpazos descarga sobre mí. Por el
callejón arbolado, me resguardo, disfruto y saboreo los placeres que se
esconden en este tramo; salvo “la cuesta
de la herradura” y desde aquí, me lanzo por el fugaz descenso, avistando los brillantes
paisajes que salen a mí encuentro; desde la parte más llana, parece que ya todo
está hecho, voy bastante bien de tiempo y cruzo el casco antiguo hasta casa, “cuando doy por finalizado este reto”. Hasta
la próxima.
En definitiva, ruta circular de 70
kilómetros, los caminos transitados han sido; Camino de Velada a
Mejorada-Segurilla. Camino del Hituero, Antiguo Camino de Segurilla a
Sotillo-Cervera de Los Montes –Segurilla (Repetición)-Mejorada-Velada.
Buen día…………SALUD.
“….mil caminos por andar y mucho
tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni sitio….”