martes, 31 de octubre de 2017

Ruta: Circular Puerto de La Cabrilla-Puerto de “El Arenal”.



Sábado, veintiocho de octubre, entre dos luces iniciamos la etapa montañera, atravesando la desértica plaza y por la calle Ávila, hacia el frontón es la acertada dirección. Desde el minuto cero, por el camino hormigonado comienza la  constante y prolongada ascensión; a nuestro paso, marchamos entre parcelas hortofructícolas, pobladas de atractivos cerezos y lustrosos castaños, esparciendo sus exquisitos  frutos  por el suelo. Al fondo del escenario, emergen los majestuosos paredones de la sierra y el Puerto de La Cabrilla ondeando en la esperada cima. A cada paso, se va empinando la ancha pista, entre acogedores prados y un vistoso bosque de robles y pinos. Mis compañeros, Oscar “Boliche” y Jesús “Gato” marcan un buen ritmo, “esto promete ser divertido”; de todo un poco hablamos para amenizar la marcha, también nos entretenemos con los paneles informativos, salvamos descomunales repechos, a la vez que reconocemos los particulares rincones, con nuestras burricletas recorridos en tantas ocasiones.

Cruzando la espaciosa avenida, nos adentramos en el sereno callejón,  repleto de robustos pinos; zigzagueamos y ganamos altura constantemente, entre los espigados pinos resineros y la magia del idílico sendero. Nos deleitamos por la trocha inundada de encanto y que discurre por la angosta vereda para hacer la continua y exigente ascensión más amena. Mientras caminamos, disfrutamos  de las vistas aéreas que nos brindan “desde arriba”, agraciadas postales  salen a nuestro encuentro en las apacibles alturas, a la vez que “trepamos” por los pasos agrietados y “sin disimulo” empinados. A nuestro paso, van desapareciendo la vegetación arbórea, serpenteamos el bondadoso  escenario y nos “postramos” ante los pinos centenarios, colosales y de gran tamaño,  que vamos encontrando desperdigados por las solitarias laderas. También, nos recreamos con las vistas de los picos conocidos, hacemos cábalas  de “los posibles caminos” que oteamos, mientras continuamos la entretenida marcha por la senda empedrada, pero sin dejar de “cascar” ni de escalar. El amigo Óscar, nos avisa, “no queda nada para coronar”, dos curvas y otro apretón más y estamos en la lúcida explanada, pero nosotros no dejamos de admirar la benévola panorámica que se extiende por el lateral y a nuestras espaldas. Después de domar tanto desnivel y del culebreo final, llegamos a “la tablilla de la Cabrilla”; con las armas desenvainadas, en guardia nos espera el enfurecido  Eolo, que nos zarandea y por todas partes “nos golpea”. Hacemos las fotos de rigor y escalamos hacia “el elevado risco” para resguardarnos del aire terrorífico y de la sensación térmica “del frío”. En este punto, nos topamos con las mejores vistas, pero no pasamos del balcón, por evitar “hacia el vacío un empujón”. Buscamos “un muro” para esquivar la amenazante ventisca, nos acomodamos y la merienda “nos trasteamos”; fruta frescas, dulces, frutos secos, refrescos y bocata de jamón, “como marca la tradición”.


























Reemprendemos la marcha y como el tiempo no da tregua, nos abrigamos otro poco más; serpenteamos entre el frondoso piornal  sin perder de vista “los mojones indicadores”, a la vez que cresteamos por la marcada cuerda  y de vez en cuando,  aprovechamos para asomarnos al satisfactorio  abismo, y así, poder alimentar a  los ávidos e insaciables sentidos; Skye (La preciosa pastor alemán) parece que ha encontrado “pistas”  y no para  de rastrear; esta “cachorra” muestra maneras y aguanta como el que más. Nos sentimos privilegiados y afortunados  por estos  sensatos parajes que recorremos, pero también disfruto viendo la satisfacción y alegría  de mis compañeros; “en la montaña aprendes que eres muy pequeño, una piedrecilla que baja o una tormenta te pueden  eliminar  del mapa y eso me hace relativizar mucho las cosas y entender lo que es importante”. También arribamos en “El Puerto del Arenal” y desde aquí, nos toca descender por la empedrada e idolatrada  trocha; nos deshacemos del temeroso y molesto airoteo y poco a poco, vamos notando “el tímido calor” que a estas horas nos “acosa”; recordamos el uso productivo dado en otro tiempo al vetusto camino y a nosotros, sólo nos queda disfrutar de la grandeza que nos rodea;  rescatamos los agradables olores de tomillo "salsero" que impregnan la amena senda y más abajo, orientamos a otros senderistas hacia el puerto de más arriba; más adelante, al refugio de “Las Campanas”  sin muchas sorpresas, pero bastante ilusionados,  arribamos; paramos unos minutos, nos hidratamos y algunas prendas también nos quitamos y acomodamos. Desde aquí, continuamos el rápido descenso,  por el perfumado pinar  “tocamos  temas varios”, avistamos fuentes y pilones  “todavía secos” sin rastro de agua;  pero también, tenemos que hacer una parada obligada, “para recoger castañas”. Nos afanamos "a dos manos" en la fructífera tarea, nos echamos unas risas, inventamos artilugios varios, mientras las mochilas se van llenando; Skye, también nos mira rara “qué estará pasando”. Después del “asalto castañero”, nos contagiamos del sosiego y armonía que se respira por estos lares;  continuamos bajando bien resguardados  por la bondadosa  arboleda  y por las descomunales  pendientes hormigonadas,  tenemos que tirar del freno de mano para no salir disparados. Sin más novedad, llegamos a la villa del Arenal, con muy buenas sensaciones por la jornada montañera vivida, por la  grata compañía,  por los  espectaculares paisajes y por volver a disfrutar de/en la montaña.

 



















































En definitiva, ruta circular de 22 kilómetros, con 1200 metros de desnivel positivos y 1942 metros de altitud. Ruta, El Arenal, Puerto de La Cabrilla, Risco de La Cabrilla, Puerto del Arenal, Senda de La Rubía, Collado de La Centenera, camino del Puerto del Arenal.


Pd: Óscar, gracias por tu aportación fotográfica (3)


Buen día………..SALUD.


“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir,  no tengo tiempo ni sitio….” 


miércoles, 18 de octubre de 2017

Rutas: Senderismo por Gredos.

Después de tanto rodar, mtb de calidad, anchos caminos,  angostas  veredas, largos  puertos, espectacular la  sierra de Gredos, muchos kilómetros y desnivel acumulado, desafío a los elementos (frío, agua, calor, aire….)   y el reto de Ávila (superado con nota), toca un merecido descanso y desconexión total del mundo de las dos ruedas,  durante unas semanas. Para matar “el gusanillo”, habrá que aterrizar y poner los pies sobre la tierra y “caminar”. Nada mejor que realizar dicha actividad por la impresionante sierra de Gredos (para no perder los “malos” hábitos) y ya veremos por dónde más, ¿será por caminos?

La primera ruta, la realizamos  el jueves 12 de octubre,  día festivo. Después de confirmar el día antes, allá que nos “arreamos” Manolo y un servidor. Mi acompañante, un  experimentado e intrépido   montañero. Le “debía” una etapa de “patear” montaña, después de la ruta de mtb que nos metimos en primavera  hacia “El Risco Gordo”. En esta ocasión, nuestro objetivo era encaramarnos en el Pico La Fría.

Iniciamos la salida desde El Puerto  El Pico, buscamos el panel informativo que nos indica la salida y nos “montamos” en la Senda de La Rubía. Ésta,  transcurre por una suave y  constante ascensión a media ladera, por una trocha  angosta, pero no peligrosa (pero cuidado, en la montaña confianza cero) ; a nuestro paso, contemplamos el serpenteante “Puerto  El Pico”, El pico del Torozo situado en la otra vertiente,  el barranco de las cinco Villas y al fondo otros picos conocidos (Mira, La Canal) , mientras cruzamos “el  cementerio de pinos” que dejó el fatídico incendio del año 2009 (afectó a los términos de Arenas, El Arenal y Mombeltrán). Tras la animada subida, llegamos a la Pradera de la Rubía, donde  nos recibe un rebaño de cabras montesas, regalándonos una  exhibición gratuita de sus carreras y pasmosa habilidad; también,  avistamos el antiguo chozo de pastores y la fuente que da nombre a la senda que recorremos, mientras sobre nuestras cabezas, ondean un cordal de colosales y multiformes piedras sobre la espectacular cresta.  Continuamos nuestra marcha, ensimismados con los parajes que nos rodean, “lo insignificantes que somos” ante tanta grandeza,  pero seguimos montados a media ladera; zigzagueamos el jovial sendero, tenemos alguna que otra pendiente, mientras contemplamos el laberinto de pistas y el inmenso pinar que inunda el territorio del Arenal. Enfrascados en amenas conversaciones, algunas más formales y otras transcendentales, sin darnos cuenta,  llegamos  al refugio de Las Campanas; tenemos unos minutos de relax, para tantear el cobijo y de paso,  aprovechamos la hora del “bocadillo”. Desde este punto, cogemos la senda del Puerto del Arenal, un paso digno de admirar, recomendable y que merece la pena  conocer y reconocer;  dentro del sinuoso recorrido, hace que nos recreemos con las imponentes  vistas que ya hemos dejado atrás  y con las nuevas  que salen a nuestro encuentro y con las que tenemos que “bregar”. También,  tenemos algún tramo más empinado, que hace “que nos callemos”, “bufemos”, controlemos la respiración  y tengamos que “apretar”. Llegamos a la cima del conocido puerto, fotos de rigor y según mi compañero de fatigas, tenemos conato de capea; Manolo,  que no era para tanto.




























Continuamos, ahora el tramo es más llevadero, avistamos otra fuente, como las demás, le cuesta soltar el agua. Poco a poco, vamos empinando la senda, más adelanten  nos topamos con un rebaño de machos cabríos y aprovechamos para recrearnos con su reconfortante presencia  y ojear la otra parte del valle.  Según vamos cogiendo altitud, notamos el aire más fresco y en pleno movimiento, nos resguardamos detrás de una pared de piedras, nos hidratamos y “algún dulce y pasas picamos”. Desde aquí, salvamos la maraña  de piornos que nos cortan el paso, hasta que nos ponemos en “línea” y cresteamos por el agraciado paisaje montañoso hasta llegar a nuestro objetivo. Hacemos una pequeña trepada para coronar y tenemos unos  minutos de rigor  para contemplar las genuinas vistas que nos invaden  a trescientos sesenta grados: “No es más quién más alto llega, sino aquel que influenciado por la belleza que le envuelve, más intensamente siente”.
Después de alimentar los sentidos, preparamos el regreso;  alegramos la marcha por el achicharrado collado y en el fugaz descenso nos adentramos; tramos rodados y “algo delicados” por los canturriales y  la arena suelta; espesos  piornos,  enredados hierbajos  y coloridos  helechos nos complican el paso; echamos la vista atrás para despedirnos del museo de las gigantescas piedras y de los árboles caídos “pero a pesar de las adversidades,  todavía en pie se mantienen”. Arribamos en la cabaña pastora y desde aquí, nos marcamos “un Kilian”, por la retorcida senda, también disfrutamos con las vistas de vuelta  y sin más novedad,  por la repetida  trocha  nos dejamos caer  a la anchurosa  pradera, nuestro punto de partida.
































Destacar lo entretenida y disfrutona  de  esta  ruta, las espectaculares vistas, así como el entorno donde está enclavada, además de la agradable compañía de Manolo. No nos hemos encontrado a ninguna persona durante toda la etapa  ¿Calidad de la misma?  Recomendable 100%. Como punto negativo, debido a la notable sequía y el largo verano que llevamos, apenas hay agua, las chorreras no corren, los humedales apenas se notan  y las fuentes que encontramos, corrían un hilo de agua.


En definitiva, ruta circular de 16 kms, altitud máxima 1982 metros (Pico La Fría), con 800 metros aproximadamente de desnivel positivo. Desde El Puerto El Pico, hemos recorrido La Senda de La Rubía, Refugio de Las Campanas, Puerto del Arenal, Collado de la Sillita, Pico la Fría, Collado La Rubía, Refugio La Rubía, Puerto El Pico.


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Hace aproximadamente un mes, a mitad de  semana, recibí la llamada telefónica de un buen  amigo de la infancia:  Chuchi “Carche”. El motivo era, una propuesta para realizar una ruta “buena, bonita y barata” por la Sierra de Gredos; quería subir al Morezón (itinerario que no conocía) acompañado de otro buen amigo suyo (Quique) para que éste, conociera la sierra mencionada. Para postre, comentar que Chuchi fue el que me “envenenó” hace ya más de veinte años con la gratificante pócima del  mundo de la montaña; bastantes anécdotas para contar, muy buenos momentos, algún susto, retos conseguidos, pero siempre nos ha acompañado el humor y muuuuchas risas. Por supuesto, ¿cómo no aceptar tal invitación?, no podía darle una negativa (para estos eventos, tampoco sé decirlo) pero me tenía que dar un tiempo; estaba saturado por motivos laborales y también,  tenía que pasar nuestro reto burriclista de “La conquista de Ávila”. Por lo que, concretamos dicha ruta para el sábado día 14 de Octubre. El Jueves de esta misma semana, “cerramos el trato” y  confirmamos,  que “palante”.

Comenzamos la jornada montañera desde la Plataforma, por la senda de La Laguna Grande; por el empinado camino empedrado,  rápidamente entramos en calor, marchamos a buen ritmo y aunque parezca mentira, todavía no se atisba la  afluencia de senderistas. Por lo que,  hacemos más amena la elevada trocha; de vez en cuando, echamos la vista hacia atrás, para contemplar la extensa pradera, el refugio alejado y la elevación de los picachos que sobresalen de la Mira y de “Los Galayos”. El compañero Quique, rescata el aire limpio que nos envuelve,  para cuando llegue a la “intoxicada” capital y a cada paso, “admira y reconoce tanta belleza” y  nos va recordando la magnitud de los parajes encontrados; hacemos una “mini-parada” en la fuente de los cavadores y por el tramo quebrado y de piedras tapizado, subimos al alto de “Los Barrerones”, mientras  al fondo,  avistamos las altas cotas, durante años en  tantas ocasiones “conquistadas” . Desde este punto,  hacemos un giro de izquierda hacia “La Cuerda del Cuento”; entre un callejón de piornos, salvamos la pronunciada ascensión,  inmortalizamos los gratificantes momentos que rezuman por el privilegiado terreno; también, salimos airosos del frondoso piornal, aunque es recomendable “pasarlo con pantalón  largo”, aunque, mis compañeros no le temen a “los latigazos y arañazos” que se llevan de recuerdo. Retamos a las discontinúas ascensiones pedregosas del cuento, soportamos las  frías envestidas  del  “temible Eolo” hasta que llegamos al “cordal” y nos asomamos desde el empedrado balcón para contemplar las  postales de ficción. Me voy a tener que creer,  que desde esta perspectiva nos encontramos y podemos disfrutar de  las mejores vistas de Gredos, “según entendidos y veteranos  montañeros” “revistas –especializadas- y guías de montaña”. Admiramos el entorno que nos rodea, los sentidos no dan a vasto a asimilar tanta grandeza, detenemos el tiempo por los agraciados escenarios y cuando me quedo ensimismado, comienzo a “divagar”;  “somos microscópicos perdidos en la inmensidad” - me da por pensar. Nos asomamos y nos volvemos a asomar, pero sin parar de avanzar, hasta que tomamos la cima del Morezón, con mucho entusiasmo y admiración: “No conquistamos una montaña; nos conquistamos a nosotros mismos”. En este punto, regalamos a nuestros expectantes sentidos los espectaculares fotogramas que nos brindan las colosales montañas. Decidimos picar algo, bocatas, dulces, pasas, frutos secos para  “llenar la andorga” porque mi estómago “ya barrunta la hora”;  aunque, a la vez que “papeamos”,  oteamos por aquí y por allá y  mis asombrados compañeros, parece que “estas moles a casa se quieren llevar”.

































Reemprendemos la marcha, por el entretenido descenso hacia “Navasomera”, cuando “nos encontramos con el momento estrella”; un magnífico rebaño de machos cabríos, en tan aletargado  reposo se encuentran, que ni se inmutan de nuestro paso ni  presencia; también, atrás  dejamos el paraje lunar que nos lleva por la marcada vereda y otro macho cabrío en mitad de ésta, cortándonos el paso  y otros tantos a un lado,  bien repanchingados; aprovechamos para hacer más fotografías, “esto ya parece un documental” les comento a mis compañeros entre risas. Después de tanta expectación y caminar otro trecho, arribamos en el refugio del rey,  por cierto, “bien concurrido de gente” estaba este punto; desde aquí, cogemos la cuerda que lleva su nombre y aprovechamos para disfrutar de las dos vertientes que nos rodean (La de Gredos y La del Valle del Tiétar) y otros grandiosos riscos que nos topamos según marchamos. Después de la multitud de buenos momentos, de las excelentes panorámicas rescatadas, de tantas chorradas y risas del “trío maravillas”, llegamos al “mojón” del Puerto de Candeleda y desde aquí,  siguiendo la vertiente de la garganta, hacemos más llevadera la marcha, cambiamos al margen izquierdo, para ir más cómodos  y evitar la capea (“Quique,  de esta te has librado”). Vamos comentando la jornada vivida y “aprueba con nota” según “el exigente jurado”, salvamos algún tramo de escondidos “barrancos”; ¡¡¡cuidado!!! Esto es lesión de tobillo de alto grado; a lo lejos –bueno, no tanto- ya podemos ver el reguero de gente que marchan por la vía de La Laguna; Sin más novedad,  salimos a la empedrada pista, “siempre se me hace algo complicado el andar por aquí al bajar”, ¿por qué será?, y  llegamos al punto de partida, felicitaciones y quedamos citados para próximas ediciones.































Destacar las espectaculares vistas de esta ruta, divisando las cimas más elevadas (Almanzor, Galana, Mira, Galayos,…..) desde otra perspectiva. Igualmente destacar el contraste del paisaje al ir “montado” en la cuerda y contemplar el Valle del Tiétar y Gredos al mismo tiempo…..y tantas panorámicas más que los sentidos no daban a vasto a asimilar. No menos importante, la compañía de mi amigo Jesús y el haber conocido a Quique y el  ver cómo ha disfrutado, su cara y comentarios  lo decían  todo.  Como punto negativo, ver las fuentes secas, la hierba amarilla y el bajo nivel del pantano del Rosarito al igual que las distintas lagunas que hemos podido encontrar a nuestro paso.


Resumiendo, ruta circular de 15,5 kms,  altitud máxima 2389 metros,  700 metros de desnivel positivo. Recorrido: Plataforma, Camino de La Laguna Grande, Cuerda del Cuento, Pico Morezón, Vaguada de Navasomera, Refugio del Rey, Cuerda del Refugio del Rey, Puerto de Candeleda, Garganta Prado Puerto-Plataforma.
Pd: Jesús, gracias por tu aportación fotográfica (8)


Buen día…………….SALUD.


“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir,  no tengo tiempo ni sitio….”