Domingo,
veintiséis de junio, a primeras horas de la mañana ya nos avisa el pegajoso
calor estival; nueve caballeros veleños, un escudero gamonino y “un nuevo debutante, Roberto”, acudimos a
nuestro habitual punto de encuentro. Con las burricletas bien dispuestas,
algunos avisan “que no quieren cuestas”; ante tal negativa, la indecisión y
falta de confirmación, “nos bajamos a Navalahierba” es “la mejor propuesta”
presentada sobre la mesa; mientras un trío de compañeros, se marchan para los
llanos de Calera.
Iniciamos la jornada, saliendo de la villa
por “la retaguardia”; los primeros kilómetros, los hacemos amenos, con variadas temáticas
y con alegres pedaladas, nos colamos en
el pausado encinar, tostado por el sol castigador; salvamos arenales,
esquivamos baches, abrimos rústicas porteras
y el río también cruzamos –en esta ocasión, montados-. Desde aquí,
cogemos la quebrada vía, para dirigirnos
al poblado de Parrillas; nos adentramos por sus principales calles y nos “programamos” en
modo de “subida” por la panorámica tendida. Cristobalón, sobrado de fuerzas, lidera el aguerrido pelotón; Diego “Sin Miedo”
no se queda atrás y también le da “por retratar” y Gabriel “Lamparillas”, cabalga lozano y nos muestra su “culotte” último
modelo con “trampilla”. No es muy cómoda
la accidentada escalada, con piedra suelta y las burricletas que cocean y se
espantan; avistamos las tristonas alturas por el fuego devastadas y “en silencio” nos coronamos en la
postal desolada. Desde este punto, comenzamos el fugaz descenso –también
aprovechamos para abrevar en el refrescante pilón- ; fotogramas asilvestrados y
pasos “nada transitados”, tramos rasgados y la parte delantera, descendiendo
como gamos –según nos comentan-. Desde
la fortaleza de Navalahierba, nos recreamos por la repanchingada dehesa y “el
bocata” –sin acuerdo previo- , a la sombra,
después de tomar la empinada cuesta; atrás dejamos la portera abierta y comenzamos la sufrida ascensión, tapizada de
piedrecillas sueltas y haciendo más duro “el temido –y para algunos-
desconocido repechón”; desde la retaguardia, escuchamos “el alto a la
cuadrilla”; Jesús “El Serrano”, la cadena en pleno apretón se ha cargado; a
falta del mecánico oficial, con rapidez y eficacia, solucionamos el entuerto
los caballeros de guardia. Continuamos escalando por la parte más sombría, -los
demás compañeros ya habrán llegado- ; a nuestro paso, una alfombra de hojas
secas y por la placentera arboleda, apretamos
los dientes en las resguardadas pendientes y a la sombra de la florida retama, paramos a repostar. Compartimos viandas, fruta
fresca, pasas y los respectivos bocatas, nos hidratamos con ganas y llenamos la
andorga, para hacer más llevadera la calurosa etapa.
Reemprendemos la etapa, cabalgando por el
discontinuo rompe-piernas, que se camufla entre la espesura de las jaras, y que nos regalan otros tantos subes y bajas;
avistamos dignas postales cerreras por las perdidas cuestas; a nuestro paso,
“polvo, sol, fatiga y de ganas sobrados y muchas berenjenas en las piernas” ;
Ilde “El Suegro” todo un ejemplo de pundonor y entrega; Martín “El Fiero”, haciendo
gala de su descomunal fuerza, “veréis cuando esté bien” –nos comenta; de uno en
uno, nos vamos encaramando en la cima, nos agrupamos y todos esperamos, antes
de perdernos en la espectacular bajada.
A lo lejos, una vistosa estela de la veloz polvareda, es el único rastro que la escuadra veleña a su paso va dejando; deshacemos la ruta “andada”,
cruzamos la localidad parrillana y a
nuestro paso, con prisa “y sin frenos” se mueve el achicharrado decorado; también el
aire nos atiza de cara, volvemos a cruzar el río, “parece que lleva menos agua que esta mañana”; pero seguimos a lo nuestro, metemos “algún hierro más” para que
no decaiga la marcha; atrás dejamos el remanso encinar, las caídas “cochineras”
y las antiguas casas de labranzas, que un día más, son testigo fieles de nuestras incontables andanzas: “no tenemos
que derrumbar nuestros sueños, tenemos que tirar las barreras que nos impiden
alcanzarlos” por eso de los nuevos y exigentes retos que nos aguardan en la veraniega temporada . Por
estos derroteros, apretamos un poco más, “cada cual como pueda” o las fuerzas
le permitan “el penúltimo” repecho afrontar; una vez más, esperamos y nos
agrupamos, para entrar en nuestra villa,
todos juntos y hermanados.
Resumiendo,
ruta circular de 58 kilómetros, los principales caminos transitados han sido;
Camino de Velada a Arenas-Navalcán-Parrillas; Camino Real de Arenas de San
Pedro; Camino de La Perreña; Camino del Torilejo; Camino Viejo de Arenas de San
Pedro; Camino de Parrillas-Navalcán-Arenas a Velada.
Pd: Diego,
Cristóbal, muchas gracias por vuestra aportación fotográfica (6)
Buen día…………………SALUD.
“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde
ir, no tengo tiempo ni sitio….”