Domingo diecinueve de abril, a la hora
acordada (8:30) de uno en uno vamos llegando al habitual punto de encuentro.
Doce caballeros veleños, también nos acompañan Cristóbal “El Descubridor” y su
fiel escudero. Con las burricletas bien dispuestas y prestos para la nueva
contienda, después de algunos reparos y mecánicas faenas. El Gran Maestre, nos trae “buenas
nuevas”, “nos vamos a Canturias”; con tres acuerdos firmados en la hoja de ruta
“etapa corta, nada de carretera y tampoco hay cuestas”, el muy "pícaro" nos
comenta.
Comenzamos la jornada y hacia Gamonal
marchamos, algunos proponen en la vuelta parar “a la jornada de la tapa”,
cuando cruzamos sus calles silenciadas,
“voceamos” al amigo Roberto “El Bueno” ¿a estas horas estará despierto?
le ponemos “falta” y como “castigo” a recuperar “jornada”; tomamos el
carreterín alberchano, en fila de a uno bien alineados, sin novedad, atrás
dejamos la villa, para entrar en el ancho camino, rodamos en armonía y
correctamente agrupados y de todo un poco vamos hablando, intercambiamos
compañía y también nos “retratamos”.
Atrás dejamos la acequia estirada, granjas bien vigiladas y la frondosa chopera
hacia un lado basculada. Para “inaugurar” el puente, otro tramo de carretera,
“si no querías caldo, toma siete tazas”, en el pelotón se comenta con guasa. En
un giro hacia la derecha, nos adentramos
en la ancha “vega”, vastos terralgos con esmero labrados, la profusa gravera
parece una estampa lunar, campos verdosos, mimados con eficaces sistemas de
riego; a nuestro paso, también avistamos los antiguos secaderos de
tabaco y otras casas en ruinas y por el
olvido, devastadas. Más tramo asfaltado –y otros pocos comentarios divertidos- antes de llegar a la aldea
de Las Herencias; nos paseamos por sus
desconocidas callejuelas, giro “brusco”
hacia la izquierda, ¿serán visiones? o
eso que se eleva, “parece una cuesta”,
no puede ser, “esto es un engaño para las relajadas piernas”. Las alarmas se
disparan y por la tendida pendiente se desatan las hostilidades; Goyo “El
Coloso” con ironía nos comenta, “si no había cuestas” y cada cual se dispara (o
no) “librando su propia batalla”. Nos
adentramos en la anónima pantalla; retamas arropando las elevadas cunetas,
repechos de piedras sembrados, en un continuo sube y baja y en los tramos más
elevados, todos esperamos hasta que nos agrupamos; campos de colores por una
explosión teñidos y gobernando en la imponente panorámica, un rojo intenso y
muy vivo. Planeamos por los vistosos parajes, sembrados de radiantes cereales; una
tropa de pinos sueltos, rasgan la serena
postal, cuando el eminente río comenzamos a atisbar; continuamos por el
“entretenido tobogán”, el mosaico de colores liderando la etapa, un mar de olivos los cerros inundando y a lo lejos,
un lustroso corzo escalando
(comentan aquellos que lo vieron); un callejón de almendros repletos, nos
hacen los honores, la concurrida granja
desperezando la plácida mañana; ahora
desde otra perspectiva, la anchura del Tajo nos deleita con su pletórico
caudal, cuando salimos a la deteriorada carretera y unos metros asfaltados para llegar a las
parcelas del Arco. Paramos a repostar,
comentamos las mejores “jugadas” y de paso, a las andorgas engañamos, mientras “otros”, se recrean con “la ninfa de los llanos”.
Después del ágape y buenos momentos degustados,
continuamos la marcha por la abarrotada vía; a nuestro paso “taitantos
burriclistas”, también senderistas, “osadas ninfas” y “algunos con prisas”; rodamos sobre un ritmo acomodado – para ir todos hermanados-,
aunque la prolongada pista se agita con alegría; en nuestro liviano “cabalgar”, extensos campos
bien engalanados y “El Gran Maestre” en corona grande “atacando” y por la izquierda pidiendo paso. Llegamos a
Calera y por el camino asfaltado rodamos bien agrupados, quitamos alguna marcha
“a petición de la retaguardia” para poder atravesar la gran explanada “sin
sobresaltos y en paz”. Más de una vez levantamos el pie, llamadas de teléfono y amagos de acelerones por “el cordel”, otros pocos
esperamos y agrupamos, para que no se quede nadie “tirado” por esos “campos de
dios”; entre risas, Eduardo “El Carpin” nos recuerda el tratado firmado y sin más novedad,
llegamos juntos después de la fructífera y jovial mañana.
Resumiendo, ruta circular de 72
kilómetros, los caminos transitados han sido: Cañada Leonesa Oriental, Carril
de las Mulas, Carreterín de Alberche, Camino de Alberche-Talavera, Camino de
Talavera a Las Herencias (La Vega, Secadero del Cordel) Camino de Las Herencias
a Belvís-Alcaudete, Camino de Los Molinos de Silos; Vía Verde de la Jara-Calera
y Chozas, Camino de Calera a Navalcán, Carril de la Raya de Chozas, Cañada Real
Leonesa Oriental-Velada.
Pd: Diego, gracias por tu aportación
fotográfica (3).
Pd1: ¿Milagro? pues eso, que la "cámara fotográfica burriclista" ha vuelto al pelotón. Se empeña en seguir prestando servicio.
Buen día……………….SALUD.
“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde
ir, no tengo tiempo ni sitio….”