martes, 21 de abril de 2015

Ruta: Finca de Canturias

     Domingo diecinueve de abril, a la hora acordada (8:30) de uno en uno vamos llegando al habitual punto de encuentro. Doce caballeros veleños, también nos acompañan Cristóbal “El Descubridor” y su fiel escudero. Con las burricletas bien dispuestas y prestos para la nueva contienda, después de algunos reparos y mecánicas  faenas. El Gran Maestre, nos trae “buenas nuevas”, “nos vamos a Canturias”; con tres acuerdos firmados en la hoja de ruta “etapa corta, nada de carretera y tampoco hay cuestas”,  el muy "pícaro" nos comenta.

      Comenzamos la jornada y hacia Gamonal marchamos, algunos proponen en la vuelta parar “a la jornada de la tapa”, cuando cruzamos sus calles silenciadas,  “voceamos” al amigo Roberto “El Bueno” ¿a estas horas estará despierto? le ponemos “falta” y como “castigo” a recuperar “jornada”; tomamos el carreterín alberchano, en fila de a uno bien alineados, sin novedad, atrás dejamos la villa, para entrar en el ancho camino, rodamos en armonía y correctamente agrupados y de todo un poco vamos hablando, intercambiamos compañía  y también nos “retratamos”. Atrás dejamos la acequia estirada, granjas bien vigiladas y la frondosa chopera hacia un lado basculada. Para “inaugurar” el puente, otro tramo de carretera, “si no querías caldo, toma siete tazas”, en el pelotón se comenta con guasa. En un giro hacia la  derecha, nos adentramos en la ancha “vega”, vastos terralgos con esmero labrados, la profusa gravera parece una estampa lunar, campos verdosos, mimados con eficaces sistemas de riego;  a nuestro paso,  también avistamos los antiguos secaderos de tabaco y otras casas en ruinas y por el olvido, devastadas. Más tramo asfaltado –y otros pocos comentarios divertidos-  antes de llegar a la aldea de  Las Herencias; nos paseamos por sus desconocidas  callejuelas, giro “brusco” hacia la izquierda, ¿serán  visiones? o eso que se eleva,  “parece una cuesta”, no puede ser, “esto es un engaño para las relajadas piernas”. Las alarmas se disparan y por la tendida pendiente se desatan las hostilidades; Goyo “El Coloso” con ironía nos comenta, “si no había cuestas” y cada cual se dispara (o no)  “librando su propia batalla”. Nos adentramos en la anónima pantalla; retamas arropando las elevadas cunetas, repechos de piedras sembrados, en un continuo sube y baja y en los tramos más elevados, todos esperamos hasta que nos agrupamos; campos de colores por una explosión teñidos y gobernando en la imponente panorámica, un rojo intenso y muy vivo. Planeamos por los vistosos parajes, sembrados de radiantes cereales; una tropa de pinos sueltos, rasgan  la serena postal, cuando el eminente río comenzamos a atisbar; continuamos por el “entretenido tobogán”, el mosaico de colores liderando la etapa, un mar  de olivos los cerros inundando  y a lo lejos,  un lustroso corzo  escalando (comentan aquellos que lo vieron); un callejón de almendros repletos, nos hacen  los honores, la concurrida granja desperezando la plácida mañana; ahora  desde otra perspectiva, la anchura del Tajo nos deleita con su pletórico caudal, cuando salimos a la deteriorada carretera y  unos metros asfaltados para llegar a las parcelas del Arco.  Paramos a repostar, comentamos las mejores “jugadas” y de paso, a las andorgas  engañamos, mientras “otros”,  se recrean con “la ninfa de los llanos”.



      




































































































     Después del ágape y buenos momentos degustados, continuamos la marcha por la abarrotada vía; a nuestro paso “taitantos burriclistas”, también senderistas, “osadas ninfas”  y “algunos con prisas”; rodamos sobre  un ritmo acomodado – para ir todos hermanados-, aunque la prolongada  pista se agita con  alegría;  en nuestro liviano “cabalgar”, extensos campos bien engalanados y “El Gran Maestre” en corona grande “atacando”  y por la izquierda pidiendo paso. Llegamos a Calera y por el camino asfaltado rodamos bien agrupados, quitamos alguna marcha “a  petición de la retaguardia”   para poder atravesar la gran explanada “sin sobresaltos y en paz”. Más de una vez levantamos el pie, llamadas de teléfono y amagos de acelerones por “el cordel”, otros pocos esperamos y agrupamos, para que no se quede nadie “tirado” por esos “campos de dios”;  entre risas, Eduardo “El Carpin”  nos  recuerda el tratado firmado y sin más novedad, llegamos juntos después de la fructífera y jovial mañana.


























     







      Resumiendo, ruta circular de 72 kilómetros, los caminos transitados han sido: Cañada Leonesa Oriental, Carril de las Mulas, Carreterín de  Alberche, Camino de Alberche-Talavera, Camino de Talavera a Las Herencias (La Vega, Secadero del Cordel) Camino de Las Herencias a Belvís-Alcaudete, Camino de Los Molinos de Silos; Vía Verde de la Jara-Calera y Chozas, Camino de Calera a Navalcán, Carril de la Raya de Chozas, Cañada Real Leonesa Oriental-Velada.

     Pd: Diego, gracias por tu aportación fotográfica (3).

     Pd1: ¿Milagro? pues eso, que la "cámara fotográfica burriclista"  ha vuelto al pelotón. Se empeña en seguir prestando servicio. 

   Buen día……………….SALUD. 


“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir,  no tengo tiempo ni sitio….” 


miércoles, 15 de abril de 2015

Ruta: “Sierra Romperropas” (o del Águila)


     Domingo doce de abril, mañana apacible y agradable temperatura para afrontar una nueva aventura. Once caballeros veleños, nos damos cita en el habitual punto de encuentro; con las burricletas bien dispuestas, “El Gran Maestre” nos quiere llevar a inaugurar “El Puente” y  Gabriel “Lamparillas”, al “río Tiétar” nos propone bajar . En pleno y por mayoría, la opción de la serranía es la propuesta elegida.
 
     Comenzamos la etapa, cruzando las silenciadas y desérticas calles de Velada; con el timón programado, hacia La Gran  Dehesa nos enfilamos. “Recostados” en una marcha tranquila, de todo un poco  vamos hablando, tocamos “palos trascendentales” y también otros, menos importantes, mientras nos colamos en la oquedad del reposado encinar. Los más “despiertos”, presumen de haber visto “al  esquivo marrano”, abrimos porteras, cruzamos charcos y también el río hormigonado, a la vez que cabalgamos por los serenos y acogedores territorios tan hospitalarios. Un tramo de vía pecuaria,  vacas paciendo en el remanso de la  calma arbolada  y la perfumada granja ovina,  antes de cruzar la navalqueña villa. Buscamos la subida de “Navalonguilla” y  en la tendida escalada, avistamos  “parcelas bien amuralladas”, prados mimetizados en una postal multicolor, retamas, tomillos  y jaras floridas, para hacer más amena la estirada pista. En la cima,  nos agrupamos y esperamos hasta que todos llegamos. En el callejón jaral, Goyo “El Coloso”, con las lucidas flores, nos enseña su “lado más mimoso”, mientras “El Gran Maestre”  asalta  “el pódium”, con calma pero impaciente por llegar, Domingo "El Maca" también nos explica su "plan de entrenamiento semanal"; nos echamos “unas risas” y arreando que llevamos “prisa”. Antes de iniciar el descenso de los pinos, un quinteto del aguerrido pelotón, deciden abortar la serrana misión; los demás, nos adentramos en el místico pinar, olores afrodisiacos por los rasgados y angostos pasos, genuinas vistas que seducen los sentidos  y en un “desbocado tobajo”, hasta  el colmado río llegamos; echamos un vistazo al bravío torrente, algunas fotos (pocas,  que el móvil está limitado) y marcha atrás que nos toca escalar. En esta ocasión, la trepada será por “La Cuesta Imperial”, se abren  sus empinadas puertas, pero antes de comenzar, la burricleta de Martín “El Fiero”, "ante el desconocido enemigo",  se encabrita y tira “patrás”; Gabriel “Lamparillas” y Pedro “Hierros” con paciencia  y oficio, obran el milagro, haciendo palanca con las manos y un “cacho palo”. Arreglado el “encadenado entuerto”, nos ponemos mirando  al  “izado puerto”; comenzamos con precaución y guardamos  “algo de aliento”, “por si acaso” ; Alberto “Cebra”  toma el mando, de fuerzas anda sobrado, se adelanta unos metros y  es la rueda buena (para quien seguirla  pueda); empuje y tesón en el pino repechón, pericia por las piedras sueltas que reposan en las agrietadas regueras, templanza y concentración, antes de profanar “la cuesta real”. Después del apretón y más de un “resoplío”, esperamos en el tramo más cómodo, un discontinuo sube y baja, pero continuamos encaramados sobre la ventura de los pinos; por “la casa del ministro”, “pabajo” después del “agradable rato”. Planeamos en el súbito y efímero descenso, disfrutamos de la reconfortante  sensación, que hacia  “otros lares  imaginarios” nos guía; en un suspiro arribamos en Navalcán, paseamos por sus callejuelas y sin quererlo, pasamos los primeros por “el arco de meta” (detenemos el crono en 1 hora y 10min) “los de la carrera todavía no han llegado” los vecinos nos comentan. Fuera de hora,  paramos a repostar y la andorga llenar, fruta fresca, pasas, dulces y  turrón blando para alimentar a los osados expedicionarios; saludos pertinentes a conocidos y también el descanso merecido.



      






































































     Después de la “generosa  pausa” (más larga de lo normal)  reemprendemos la marcha, un trío vamos abriendo camino, “otros tantos, en la concurrida plaza se han quedado negociando”, “¿más adelante nos alcanzarán?”. Por la vía talaverana, abandonamos “la villa engalanada”, miradas hacia atrás  “¿dónde andarán?”, “¿qué camino seguirán?”, pero, ¿habrán salido ya? Nosotros a lo nuestro, cuando nos metemos en “el túnel del viento”, ¡¡¡¡vaya airoteo!!! Maese Eolo, repartiendo latigazos y para hacer más amena y llevadera la jornada,  además, nos atiza de cara. Continuamos abriendo porteras, nos acomodamos con las vistas del “movido Guadyerbas”,  “¿saltamos alguna valla?”, también nos atrevemos “con el paso clausurado antaño” “¿nos darán el alto?”; por el "tupido arroyuelo" saludamos al matrimonio esparraguero y debajo de las encinas, “los brotes están sembrados”; atravesamos el enésimo charco y la serena dehesa continúa en modo espera; en la perceptible quietud del monte, unas afortunadas rapaces están aliñando la merienda a ras de tierra; atrás dejamos las casas ganaderas y el fiel vendaval que nos "castiga", a estas horas “hace mella y un poco desespera”. Sin más novedad por el camino conocido, coronamos el “último repechillo” y más adelante decidimos; “el manojo de espárragos para el más combativo”. ¿Qué “verdad” se esconderá detrás de cualquier refrán? “De lo que te digan no te creas nada y de lo que veas, créete la mitad? Jajajajajajajajaja.




   






 
     Resumiendo, ruta circular de 63 kilómetros, los caminos transitados han sido; Camino de Arenas-Parrillas-Navalcán, Camino de Velada-Parrillas, Camino de la Aliseda, Cañada Real Leonesa Occidental, Camino de Talavera a Navalcán, Camino de Navalonguilla, Camino de Navalcán-Parrillas a Arenas, Sierra del Águila, Bajada al río Tiétar, Camino de Las Majadas, Camino de Arenas a Navalcán, Camino de Navalcán a Talavera-Velada.

    Pd: Martín, gracias por tu aportación fotográfica (4).

    Buen día…….SALUD.


“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir,  no tengo tiempo ni sitio….”