Domingo, veinticinco de junio, en este
día, en San Esteban del Valle instalamos
el punto de partida, en una de las cinco
villas. Nos recibe Julio “Caireles”, comandante y primer lugarteniente del bondadoso Valle; saludos, reencuentros y amables presentaciones, mientras empinamos la bota de
la milagrosa pócima, quizás, para hacer más llevadera “la tortura”
montañera que nos espera. Veintiún valientes, somos los elegidos, entre caballeros veleños,
abulenses y nobles invitados, los responsables de abanderar y conquistar las
míticas cotas de la privilegiada zona.
Comenzamos la jornada, recorriendo las peculiares callejas y en el
conocido pilón, parada obligada, para la foto de familia enmarcar. Después del protocolo y la salida neutral, nos ponemos mano a la obra, agitando los bondadosos parajes,
repletos de árboles frutales, que se extienden por el abrupto valle; entre
una encrucijada de vallados pétreos,
donde el silencio se hace atronador y el aire límpido y cristalino rezuma de la vistosa estampa; lucen sus mejores galas un mosaico de pinos perfumados, castaños
centenarios y agradables pasos multicolores de belleza colmados. Para disfrutar más y mejor y
no perder detalle, llevo las gafas de adorno, quiero cosechar los mejores
momentos “en directo”; también, retamos
a los primeros repechos, alguno de ellos
“con un veintitantos” por ciento, según marca “el chivato”; después del intenso "garbeo" y de acelerar las pulsaciones, por la senda
agrietada, bien resguardada entre la
manta arbolada, regresamos al punto de
partida. Todo esto, para templar la cabeza y acomodar las piernas, hemos dado un “voltio circular” antes de iniciar la gran escalada, según nos comentan
los altos cargos del lugar.
Nos volvemos a adentrar por las callejuelas de la villa, mientras unos vecinos nos animan, otros se persignan; destacan las panorámicas verdosas y de fondo, las elevadas cimas montañosas; en la acogedora mañana, nos acompaña una orilla fresca y un cúmulo de nubes altas que con descargar nos amenazan. Enfilados hacia la notable ascensión, cabalgamos en fila de uno, entre un laberinto de huertas y el angosto camino, bien adecentado para la ocasión; en plena subida, bregamos con los empinados repechos de hormigón; los discípulos de “Caireles” con nota dan la talla, se les ve que tienen buen maestro y de cientos de batallas han salido airosos ; Alberto “El Maestro Ceramista”, Diego “Sin Miedo” y Medina, tampoco se amilanan y dominan la primera línea. Hace rato, que cabalgamos “desperdigados”, cada uno como puede “pero sin sobresaltos”; atrás, dejamos los tramos más exigentes y complicados, cuando nos adentramos en un callejón de pinos cerrado; salvamos más obstáculos, zonas arenosas, pasos quebrados y otros más empinados, mientras, algunos compañeros claman al cielo, otros piden clemencia y más de uno avanza “dando chepazos”. Cuando arribamos en el mítico puerto, paramos en el abrevadero para refrescarnos; esperamos a los demás compañeros hasta que nos agrupamos. Por estos lares, aparece Amador, que ha salido con la bici de carretera “a pasear”; aprovechamos para saludar al ausente y desde aquí, nos acompañará hasta coronar por la tendida y estirada pendiente. Bien agrupados marchamos por la cómoda vía asfaltada, disfrutando del entorno y las lúcidas vistas; unos, dándolo todo y otros de cháchara, saboreando cada “pedalada” y viendo pasar la entretenida jornada. Unos metros antes de coronar, nos encontramos con un incidente; un motorista que se ha salido de la carretera y por el escarpado terraplén unos metros ha rodado hacia abajo. Socorremos al herido que está consciente, pero mejor no moverle, según nos aconsejan los más doctos; hacemos las llamadas pertinentes y cuando todo está encarrilado, la comitiva burriclista abandonamos el lugar del accidente, dejando al herido bien acompañado.
Después del aparatoso susto, seguimos a lo nuestro, que todavía “tenemos tela que cortar”; en plena escalada, con estoico tesón y “casta ibérica”, “nos trasteamos el rasgado repechón de las antenas”; sabemos sufrir y disfrutar, “curiosa paradoja” para meditar sin dejar de pedalear y perdidos por los lujosos parajes, más allá de la nada, no dejamos de trepar; tramos muy duros y técnicos que custodian “el escenario lunar” y sin mediar palabra, “todos apuntamos hacia el punto más alto”. Entre un mar de piornos, una estera de afiladas piedras sueltas, pasos escalonados se extienden por la sufrida pendiente y un último arreón para conquistar la majestuosa catedral . Fotos de rigor desde el encumbrado altar, mientras nos deleitamos con sus genuinas vistas; cimas con renombre y el valle de las cinco villas, un paraíso para alimentar los sentidos y recrear nuestras retinas. En varios "turnos" vamos llegando al punto señalado y desde el púlpito de los "iluminados", Martín "El Fiero" ofrece su burricleta al cielo; Ilde "El Suegro" según nos cuentan, por tanta grandeza, no cabe en su gozo, mientras los demás "galardonados" también se asoman al vacío del abismo, felices y orgullosos: “si quieres puedes, si puedes sigues, si sigues llegas….si llegas lo tienes”.
Durante la dura jornada, hemos ido comiendo y bebiendo
sobre la marcha, repostando agua en pilones y fuentes serranas. Reemprendemos
la marcha, “parece que todo es de bajada”, pasando por “La Casa del Guarda”;
caminos divertidos a media ladera, mientras
un torrente de agradables sensaciones nos
embriaga; negociamos las mejores
trazadas, esquivando piedras con prudencia y entrenada destreza, aunque los más osados ni se dan
cuenta. A la salida de la pista “decente”,
todo es más ágil, cabalgamos más distendidos, pero sin bajar la guardia; pasamos por la chorrera del “Horco”, recorremos el lustroso pinar,
aunque a estas horas, por la retaguardia
el cansancio hace acto de presencia y ya
flaquean las fuerzas; también
tenemos una inoportuna avería en medio
de la vía, antes de coronar el segundo
puerto del día. En este punto, paramos a
abrevar y refrescarnos en la conocida
fuente; mientras nos agrupamos, pactamos la bajada por la alternativa más rápida.
Sobrevolamos El Pico, antes de adentrarnos “en el Sidrillo”, minipuerto y lugar de entreno para los
ciclistas de la zona y otras localidades cercanas; algunos compañeros se lanzan
“a tumba abierta”, vuelan y los fotogramas se disparan y pasan con mucha prisa ¿les dará tiempo a empaparse de la quietud y
el sosiego que se cobijan en el privilegiado lugar? Para rematar la faena,
nuestros amigos nos tienen preparada “una traca”, de sendas que transcurren
entre huertas y parcelas bien cuidadas, árboles frutales y tramos empedrados antes de llegar al lugar de
baño. Después de la etapa reina, un
refrigerio de cebada fresca, tapas, intercambio de opiniones y felicitaciones,
para hacer la opcional más llevadera.
En
definitiva, ruta circular de 48 kilómetros, los principales caminos y parajes
visitados han sido: Fuente Calleja, La Moraleda, Camino de Las Arenillas, Pista
de La Solana, Los Llanos, Bocalobo, El Azor,
Arroyo del Horcajo, Parralejo, Datacerrada, Los Cervigueros, Puerto
Serranillos, Las Mesas, Risco Gordo, Casa del Guarda, Chorrera del Horco, El
Colmenar, Puerto del Pico, El Sidrillo, Puentes Placeros, La Pellejera, El
Cerezo , El Caño y Garganta de Juarina (piscina natural).
Pd: Julio,
muchas gracias por el recibimiento y la magnífica ruta que nos preparasteis y
compartimos. Hasta la próxima.
Pd1: Julio, Ilde, Diego, Cristóbal, gracias por la aportación fotográfica (25)
Buen
día………..SALUD.
“mil
caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo
tiempo ni sitio….”