Domingo doce de abril, mañana apacible y
agradable temperatura para afrontar una nueva aventura. Once caballeros
veleños, nos damos cita en el habitual punto de encuentro; con las burricletas
bien dispuestas, “El Gran Maestre” nos quiere llevar a inaugurar “El Puente”
y Gabriel “Lamparillas”, al “río Tiétar”
nos propone bajar . En pleno y por mayoría, la opción de la serranía es la
propuesta elegida.
Comenzamos la etapa, cruzando las silenciadas
y desérticas calles de Velada; con el timón programado, hacia La Gran Dehesa nos enfilamos. “Recostados” en una
marcha tranquila, de todo un poco vamos
hablando, tocamos “palos trascendentales” y también otros, menos importantes,
mientras nos colamos en la oquedad del reposado encinar. Los más “despiertos”,
presumen de haber visto “al esquivo
marrano”, abrimos porteras, cruzamos charcos y también el río hormigonado, a la
vez que cabalgamos por los serenos y acogedores territorios tan hospitalarios.
Un tramo de vía pecuaria, vacas paciendo
en el remanso de la calma arbolada y la perfumada granja ovina, antes de cruzar la navalqueña villa. Buscamos
la subida de “Navalonguilla” y en la
tendida escalada, avistamos “parcelas
bien amuralladas”, prados mimetizados en una postal multicolor, retamas,
tomillos y jaras floridas, para hacer
más amena la estirada pista. En la cima,
nos agrupamos y esperamos hasta que todos llegamos. En el callejón
jaral, Goyo “El Coloso”, con las lucidas flores, nos enseña su “lado más
mimoso”, mientras “El Gran Maestre”
asalta “el pódium”, con calma
pero impaciente por llegar, Domingo "El Maca" también nos explica su "plan de entrenamiento semanal"; nos echamos “unas risas” y arreando que llevamos
“prisa”. Antes de iniciar el descenso de los pinos, un quinteto del aguerrido
pelotón, deciden abortar la serrana misión; los demás, nos adentramos en el
místico pinar, olores afrodisiacos por los rasgados y angostos pasos, genuinas
vistas que seducen los sentidos y en un
“desbocado tobajo”, hasta el colmado río
llegamos; echamos un vistazo al bravío torrente, algunas fotos (pocas, que el móvil está limitado) y marcha atrás
que nos toca escalar. En esta ocasión, la trepada será por “La Cuesta
Imperial”, se abren sus empinadas
puertas, pero antes de comenzar, la burricleta de Martín “El Fiero”, "ante el desconocido enemigo", se encabrita
y tira “patrás”; Gabriel “Lamparillas” y Pedro “Hierros” con paciencia y oficio, obran el milagro, haciendo palanca
con las manos y un “cacho palo”. Arreglado el “encadenado entuerto”, nos
ponemos mirando al “izado puerto”; comenzamos con precaución y
guardamos “algo de aliento”, “por si
acaso” ; Alberto “Cebra” toma el mando,
de fuerzas anda sobrado, se adelanta unos metros y es la rueda buena (para quien seguirla pueda); empuje y tesón en el pino repechón,
pericia por las piedras sueltas que reposan en las agrietadas regueras,
templanza y concentración, antes de profanar “la cuesta real”. Después del
apretón y más de un “resoplío”, esperamos en el tramo más cómodo, un
discontinuo sube y baja, pero continuamos encaramados sobre la ventura de los
pinos; por “la casa del ministro”, “pabajo” después del “agradable rato”. Planeamos
en el súbito y efímero descenso, disfrutamos de la reconfortante sensación, que hacia “otros lares imaginarios” nos guía; en un suspiro arribamos
en Navalcán, paseamos por sus callejuelas y sin quererlo, pasamos los primeros
por “el arco de meta” (detenemos el crono en 1 hora y 10min) “los de la carrera
todavía no han llegado” los vecinos nos comentan. Fuera de hora, paramos a repostar y la andorga llenar, fruta
fresca, pasas, dulces y turrón blando
para alimentar a los osados expedicionarios; saludos pertinentes a conocidos y
también el descanso merecido.
Después de la “generosa pausa” (más larga de lo normal) reemprendemos la marcha, un trío vamos
abriendo camino, “otros tantos, en la concurrida plaza se han quedado
negociando”, “¿más adelante nos alcanzarán?”. Por la vía talaverana, abandonamos
“la villa engalanada”, miradas hacia atrás
“¿dónde andarán?”, “¿qué camino seguirán?”, pero, ¿habrán salido ya?
Nosotros a lo nuestro, cuando nos metemos en “el túnel del viento”, ¡¡¡¡vaya
airoteo!!! Maese Eolo, repartiendo latigazos y para hacer más amena y llevadera
la jornada, además, nos atiza de cara. Continuamos abriendo porteras, nos acomodamos
con las vistas del “movido Guadyerbas”,
“¿saltamos alguna valla?”, también nos atrevemos “con el paso clausurado
antaño” “¿nos darán el alto?”; por el "tupido arroyuelo" saludamos
al matrimonio esparraguero y debajo de las encinas, “los brotes están sembrados”; atravesamos el
enésimo charco y la serena dehesa continúa en modo espera; en la perceptible quietud del monte, unas afortunadas
rapaces están aliñando la merienda a ras de tierra; atrás dejamos las casas
ganaderas y el fiel vendaval que nos "castiga", a estas horas “hace mella y
un poco desespera”. Sin más novedad por el camino conocido, coronamos el
“último repechillo” y más adelante decidimos; “el manojo de espárragos para el
más combativo”. ¿Qué “verdad” se esconderá detrás de cualquier refrán? “De lo
que te digan no te creas nada y de lo que veas, créete la mitad?
Jajajajajajajajaja.
Pd: Martín, gracias por tu aportación
fotográfica (4).
Buen día…….SALUD.
“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde
ir, no tengo tiempo ni sitio….”
No hay comentarios:
Publicar un comentario