jueves, 4 de octubre de 2018

Ruta: Velada-Cuacos de Yuste


Domingo, treinta de septiembre, frescas temperaturas nos reciben  al inicio de la novedosa aventura; nueve caballeros veleños, acudimos a nuestro habitual punto de encuentro, con las burricletas bien dispuestas y prestas para la  original  contienda: “La conquista de la Vera”.  En esta ocasión, Cuacos de Yuste es el destino elegido,  dicho  reto afrontamos,  llenos de júbilo y altas dosis de  ilusión. Cuacos, su monasterio,  lugar de retiro de Carlos V,  allá por  el Siglo XV; lugar vistoso y  digno de visitar para  la historia no olvidar. 

Comenzamos  la marcha, entre dos luces por el camino real y con el frescor que se desprende de  la apacible mañana; cabalgamos bien agrupados, amenas conversaciones vamos atendiendo e intercambiando entre compañeros; Ilde “El Suegro” y Gabriel “Machaque” lideran la singular etapa, pero cómo sigan con este ritmo “se nos salen del mapa”. Según van pasando los minutos, el desconcertado resplandor  nos atiza por la espalda y  nosotros,  por el estirado llano,  levantando polvo “danzamos”,  pero siempre  atentos y ensimismados  con los amigables parajes que nos muestra  la serena dehesa; sin hacer mucho ruido, atravesamos la barriada de La Corchuela y en décimas de segundos  se encienden “todas las alertas”. Manadas  de ciervos por aquí, allá a lo lejos y “alguno despistado,  que delante de nosotros se ha quedado cortado”; paramos a escuchar “sus bramidos quebrados”, que resuenan por la anchurosa explanada y se pierden  más allá de la capa arbolada. Tenemos que recordar,  que estamos en “la época de berrea”, un acontecimiento  único y  natural,  que nos gusta presenciar y que es digno de disfrutar. Después de una breve pausa, continuamos cabalgando, pero Diego “Sin Miedo” nos da el alto, “su GPS, le tiene mosqueado” ya que la ruta grabada, “nunca va por el camino que llevamos”. Una y otra vez,  intenta “configurar el track” pero nada, “la ruta va por detrás de la valla”; en esto, del resto del pelotón, ni rastro, “tendremos que apretar para alcanzarlos”; mientras cabalgamos alegres, comentamos la incidencia, que nos preocupa lo justo y nuestros ánimos ni se alteran ni  resienten. En “Las Ventas” nos agrupamos, damos novedades y avisamos de que tenemos que ir agrupados “por eso de los cruces y los desconocidos  caminos que encontraremos”; en este punto, despedimos a nuestros amigos, Roberto “El Bueno”, Nicolás “Charcos” e Ilde,  que hasta aquí, quisieron acompañarnos.



















El resto del grupo, continuamos por la ancha pista, nos encontramos con “el vecino de Tiétar”, le preguntamos  y amablemente, nos acompaña e indica por dónde debemos “colarnos”; a nuestro paso, extensos parajes de encinas, granjas habitadas y lujosas casonas “dentro de fincas privadas”. Cuando salimos al “canal”, avistamos  amplios paisajes de árboles frutales, interminables “plantaciones de tabaco y pimientos” con “jornaleros dando el callo” e incontables secaderos y plantas de almacenamiento,  para dar cabida a los productos cosechados. Atravesamos pequeñas localidades, también,  nos encontramos con una marcha cicloturista local que llevaban una c-15 para remolcar; nos echamos unas risas por la atípica etapa y resulta que conocían a “nuestro invitado secuestrado”. En Tiétar, despedimos al improvisado guía, le damos las gracias y le deseamos suerte “en el hospital”. Desde aquí, un tramo por carretera, dirección “El Losar”; nada, nos orientamos a ojo y este camino es “el que nos tiene que salvar”.  A nuestro paso, “nos persigue”  la inconfundible panorámica  verata y más adelante,  paramos a repostar en la improvisada marquesina abandonada. Llenamos la andorga y con ganas nos hidratamos, mientras consultamos las fuentes de información disponibles;  también,  utilizamos “el comodín del público”, pero nada, “estos vecinos” no nos resuelven nada. Por lo tanto, nos orientamos, ¿por dónde vamos? El canal es la opción más segura y real, mejor no improvisar.




























Reemprendemos la marcha, por el margen contrario del canal “volamos”,  aunque el amigo Gabriel, nos avisa “que no pasemos de veintitantos” (jajajajajaja). Pedro “Hierros” y Martín “El Fiero” nos aprietan “las tuercas”, se desenvuelven “de maravilla por estos terrenos”. Al final de la acequia, el cruce de carretera, ya es hora de abandonar el paso del canal; después de valorar,  nosotros por la señalada pista tomamos el rumbo, “nos toca escalar, ya está bien de tanto llanear”. Pues lo dicho, nos encaramamos en un mapa empinado y afrontamos “un minipuerto” algo duro al principio (¿será por tanto rodar?)  y lo demás, bastante tendido; Alberto “El Maestro Ceramista” y Diego “Sin Miedo”, rápido lideran la sierra;  disfrutamos del escenario montañero, adornado de perfumadas jaras y un rincón de pinos que hacen más amenos el desnivelado camino; paramos y nos agrupamos, las veces que sean necesarias, mientras nos enfrentamos a “nubes de moscas” que nos atacan en toda  “la acomodada escalada”. También, nos adentramos en un espectacular y encantado bosque de robles, tramos asilvestrados, de naturaleza viva,  que nos deja sin habla;  bajamos un tramo divertido, sin arriesgar,  poniendo a prueba la refinada  pericia,  por la alfombra  empedrada  hacia “el puente Jaranda”, silbando y tocando las palmas por  la venturosa estampa. Desde aquí, seguimos acumulando metros de subida, cómoda en esta ocasión, pero el sofocante  calor comienza a “atizar  con ganas”, mermando las fuerzas  y haciendo estragos  en la intrépida  escuadra. Con soltura,  trepamos los pasos más empinados por el paraje arbolado, unas veces por la agradecida sombra y otras, expuestos a las altas temperaturas, entre fincas y parcelas llamativamente abrasadas. Entre todos, intuimos “el fin del camino”, al fondo avistamos poblaciones adorando la sierra y detrás de aquel alto, nuestro destino tenemos “a tiro”.  Victoriosos entramos en la población Real y en la plaza central, nos aguardan nuestros/as amigos,  familiares y retoños: nos reciben con pancartas caseras, entre gritos y ánimos de  reconocimiento, que agradecemos, después de la épica lograda (a pesar de los obstáculos encontrados). “Siempre que dudes de lo lejos que puedes llegar…..Recuerda lo lejos que has llegado. Recuerda todo lo que has enfrentado, todas las batallas que has ganado y todos los temores que has superado….” “El secreto del triunfo es no ponerte  excusas….”.  






























En la acogedora plaza, felicitaciones, fotos de rigor, risas, “tontás” y comentarios varios entre los/as allí congregados/as. Buscamos por las inmediaciones, alguna “habitación para ducharnos”, pero por más que preguntamos, no encontramos; lo más sencillo, al pilón a refrescarnos. Después, nos regamos con zumo de cebada fresca y la comida familiar para celebrar la nueva hazaña. Sobremesa distendida y muy entretenida y para rematar,  la posterior visita cultural al Monasterio de Cuacos de Yuste.

 

































En definitiva, ruta lineal de 85 kms, los caminos transitados han sido: Camino Real, Camino de Velada a Corchuela-Ventas de San Julián- Cañada Real de los Gallegos, Camino del Gordo a Madrigal, Margen izquierda del Canal-Barquilla de Pinares- Tiétar- Carretera de Madrigal-La Gravera-La Chinarrera-Margen derecha del Canal- Cuerda de los Pinos-Camino de Valmorisco-Camino del Bote-Camino Puente Jaranda-Camino Valfrío-Cuacos de Yuste.

Pd: Diego, Martín, muchas gracias por vuestra aportación fotográfica (4,2).


Buen día…..SALUD.


“….mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni sitio….”


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