Sábado (8-5-21), adelantamos la jornada
burriclista, debido a las posibles
precipitaciones que se prevén para el día de mañana.
Dos caballeros veleños, bien armados, y
con las burricletas dispuestas, nos citamos en el habitual punto de encuentro.
Roberto “El Bueno”, fiel amigo,
compañero y escudero, se apunta al reto propuesto;
continuamos con las tiradas largas; como
excusa, acudir a “la mística llamada del Piélago”.
De primer plato, para calentar “La Gamonosa”,
“sin anestesia ni na”, atractivos tramos
cerreros y villas vecinas que nos abren
su puertas para colarnos a la entrada del averno.
Como esperamos una gran etapa, nos lo
tomamos con calma; amenas conversaciones
que se pierden por el paisaje arriero y
nos acompañan por el continuo sube y baja.
Desde Marrupe, ya se escuchan tambores
de guerra, por el paso hormigonado;
mientras, nos acomodamos en la emocionante montaña rusa de
sensaciones;
cuestas de todos los colores, pasos engalanados
por el perfume de las jaras, vistosas estampas floridas;
también, la singular presencia de los perennes enebros,
nos hacen continuar adelante entre sombras y más repechos.
Después del primer asalto, entramos
victoriosos en la villa de Hinojosa, echamos un tentempié y ajustamos los
ramales.
Por la portera de atrás, afrontamos “el alto de la Bermeja”, subiendo el empinado
camino de Poyales;
exigentes pendientes y desniveles, nos
ponen a prueba por la consistente y quebrada subida.
No nos concede ni un respiro “la muy canalla”, pero con templanza
y oficio, “echamos la magra a la saca.”
Entre altos pinos, castaños y el
acogedor robledal, comulgamos con las preciadas bondades que nos brindan las
vistas y pasos del Piélago.
Nos recreamos por sus salas más umbrías,
angostas sendas y las mil maravillas, que quedan varadas en sus aceras.
Amigos, sin dejar de mirar, ya estamos
más cerca de las antenas; ya sabéis, dos invitaciones para esta temporada.
Desde Navamorcuende, sólo queda volar,
disfrutar y “rezar” por el Baldío y el tupido arenal.
Ruta exigente una vez más. En esta
ocasión, hemos coronado “La Bermeja” desde La Hinojosa. El Camino Poyales, no
tiene desperdicio para los “más románticos” de las subidas, escaladores natos, sin descansos apenas, duros rampones, pasos
rotos, pero bien resguardados entre pinos y castaños. Vamos, todo un manjar
para los sentidos y para las piernas. La recompensa final, no tiene precio, atravesar el Piélago por el
sereno robledal, disfrutar de su infinita tranquilidad y de sus perfumados
rincones, ¿quién da más? “- Pero un sueño no es la realidad. - ¿Y quién te dice
cuál es cuál? “Sólo unos pocos encuentran el camino, otros, no lo reconocen
cuando lo encuentran, otros ni siquiera quieren encontrarlo.”
Buen día……………….SALUD.
“….mil
caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo
ni sitio…”
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