Viernes (2-9-2022) “toca kilometrada”, pero también, son las fiestas patronales de Velada, “ y a la escuadra veleña”, por lo que se ve, se le ha dado bien la noche de parranda y no se presentan a filas; ni en la habitual salida, ni en la ruta “corta” de Calera. Tomo “conciencia” de la situación, burricleta “presta y avisada”, “el macuto con lo necesario” y me configuro “en modo solitario” para el reto diseñado.
Comienzo la jornada, entre dos luces,
temperatura agradable y con toda la mañana “por delante.” Voy extendiendo y
poniendo los caminos; perdices, conejos
y rapaces, tomando posiciones en sus
rincones más habituales. Buenas sensaciones a primera hora, en pleno despertar del nuevo día; todavía, adaptando “las intenciones”, bien soldado a
la burricleta, oteando el anchuroso decorado que se abre ante mí y que me brinda multitud de posibilidades.
Nos adentramos en la estirada vía, a mi
paso, extensos maizales recién regados, cientos de almendros repletos y
cargados y el vistoso fluir del “Tajo”, retozando entre el imponente viaducto;
sobre la marcha, inmortalizo “algunos momentos” que me van atrapando por el
fresco itinerario. Fotogramas que se mueven con soltura y mucho brío, entre
tenebrosos túneles de todos los tamaños, con las amables vistas de “La Jara”
perdidas entre un manojo de detalles, reposando por los rasgados precipicios
que nos brinda el paisaje variado.
Disfrutamos de los pintorescos
ingredientes de la jornada, chorreras de tranquilidad y a borbotones manando
el aire transparente, que me van
acompañando. La épica mañanera, va
teñida de espíritu quijotesco, con carácter y temperamento espartano y autocontrol
y confianza estoica en plena naturaleza. En el último tramo, me atiza “El Eolo”
de cara, todo no iba a ser tan cómodo, “lo mejor, que de vuelta, lo llevaré a
favor” –si no le da por cambiar-. El lado más salvaje, nos ofrece las mejores
postales, mirando en dirección a paisajes más elevados al final de la estación.
Unos minutos para la contemplación, reponer fuerzas e hidratación para afrontar
el camino de vuelta.
Estoy de suerte, “los astros se han
aliado”, el aire me favorece y el
terreno, ligeramente “picando pabajo”, ahora, ver cómo responden las piernas;
me pongo las botas a dos manos –toda la ruta para mí-. Unas veces, me doy “relevos”, otras, paso a la sala de
recuperación, también me configuro en “modo contrarreloj” y como salga “el tío del mazo”, también,
“le tengo para mí sólo.” Voy
recogiendo y guardando el mapa cabalgado; breves paradas para abrevar y llenar
las botijas y evitar “sorpresas no buscadas.” Sobre la marcha, buenas
sensaciones y llegada a casa, antes de la
hora prevista por la organización. “La dureza mental es espartanismo con
cualidades de sacrificio, abnegación, dedicación. Es ausencia de miedo y es amor.”
Destacar de la ruta, además de la “tupa de kms”, me encanta la variedad de la
última parte de la Vía Verde, desde el “túnel largo”, parece que nos colamos en
otra dimensión, desde “el lado asilvestrado”, se respira más tranquilidad, el aire
fresco, la arboleda cargada de “barbas de viejo”, midiendo el aire limpio del
entorno y temperaturas más bajas según nos vamos acercando a “Puerto.”
En definitiva, ruta lineal (ida y vuelta) de 135 kms. Los principales caminos transitados han sido; Cuadros de la Vega, Cañada Real Leonesa Oriental, Camino de la Raya de Chozas, Camino del Horco, Camino de Navalcán-Calera, Vía Verde de la Jara (ida y vuelta).
Buen día……….SALUD.
“…..mil
caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo
ni sitio….”.
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