Domingo
(20-07-2025), con las burricletas prestas y bien dispuestas, tres caballeros
veleños nos presentamos en el habitual punto de encuentro. Por motivos de
“eventos”, llevamos hora y adelantamos la salida a las 7.00 h.; además, nos
permite “salir con la fresca” y adelantar la llegada. ¿La etapa? Una larga, “de
cinco horas”, tiempo es el objetivo.
Comenzamos
la jornada, casi entre dos luces, agradables temperaturas a estas horas por la
estirada llanura; cabalgamos tranquilos y serenos por la relajada estampa,
dibujando en la mente “el mapa del itinerario propuesto”, mientras comentamos
asuntos varios, para hacer “el paseo” más llevadero. El cerro “Arriero” rompe
la monotonía del “llaneo”, por el
entretenido sube y baja; conejos, perdices, un trío de jabatos y terneros de
“ración”, salen a nuestro encuentro por el abigarrado rincón.
Después
de “domar” las primeras pendientes de la jornada, efímera bajada por La
Herrería, con Gredos como marco de fondo, que con sutileza y frugalidad nos
deja caer en la cómoda cañada; amenas conversaciones por estos lares, sin dejar
de dar pedales, antes de que se empiece a empinar “la cabañera”, bien asentada
a la sombra, que agradecemos. En este punto, nos configuramos en modo escalada,
“dejándonos llevar, sin apenas apretar”, porque la etapa se antoja “de pico y pala.”
Sin apenas hacer ruido entramos en Sotillo, aquí, nos aguardan sus conocidos
repechos y otros, más desnivelados hormigonados; con tesón y oficio,
solventamos este entuerto, peinando los privilegiados paisajes que vamos
encontrando y nos escurrimos por el rápido tobogán para entrar en la acogedora senda,
que reposa impasible en medio “de la nada”, antes de la fugaz parada en el
solicitado pilón de Marrupe, donde aprovechamos para poner “un tensor y estirar
la alambrada”
Desde
aquí, dirección al “parque temático de los enebros”, rebosante de duende y
magia a raudales, que se descuelgan de la tupida arboleda y también manan de
entre las revestidas piedras; extremamos la precaución en la transitoria y angosta
bajada –ya que suelen venir más burriclistas subiendo- sin dejar de disfrutar
de sus particulares vistas, trazando sus cerradas curvas por la encajonada trocha y esquivando las
traicioneras zarzas que amenazan con sus afiladas zarpas nuestra cordial
presencia. Unas “tachuelas” cuando salimos del “festival”, para adentrarnos en
el rápido y demandado camino de “las siete puertas”, bien balizado a ambos
lados, repleto de altos pastos sus fincas colindantes y “los guardaganados algo
tocados”, que tenemos que andar con
cuidado. ¿Dónde echamos el bocadillo? –comentamos, “un poco más allá”, en
Pepino, tampoco, al final, nos enfilamos hacia la pastelería “poligonera” de
Martín Díaz para reponer fuerzas.
Minutos
de descanso en la mencionada ermita, cafés y dulces, que compartimos con un
ciclista profesional jubilado, afincado en Sotillo (L.D, 87 años), todavía
activo, con buena planta, que nos cuenta sus añoradas batallas, nos muestra
algunas fotografías de sus hazañas, marcas de guerra, mientras nos endulzamos la mañana, también
destaca “la buena y estricta alimentación” que aún mantiene y lleva a
“rajatabla.” Tras la agradable conversación, nos despedimos del longevo
ciclista, también aprovecha para aconsejarnos, “que tengamos mucho cuidado.”
¿El
camino de vuelta? Abandonamos “Valdefuentes con buen sabor de boca”, comentando
“la edad bien llevada”, nos enfilamos dirección Talavera; ahora nos toca “la
ruta llana”; un tramo de canal, las parcelas de la Portiña y bordeamos la
tranquila ciudad, buscando el camino del cordel. No son “buenas noticias” como
ya intuíamos, vamos a llevar el aire de cara –para no variar- . Sobre la
marcha, vamos dando relevos por la variada pista y también pasamos a la sala de
recuperación, de vez en cuando
desaparece “El Eolo” entre el refugio de las altas cañas y tramos de arboleda;
“con algún, pero” todo no iba a ser perfecto, van cayendo las localidades más
cercanas, -menos mal, que las temperaturas son benévolas-; Alberto “El Maestro
Ceramista”, toma el mando de la primera línea, pero desde Calera, más expuestos,
sin protección. –todavía atiza mucho más-; aunque el ritmo es alegre, “el
esfuerzo es mayor”. Eso sí, cuando viramos dirección este, ¡¡¡¡qué bien, qué
felicidad!!! Se van “solas las piernas” y eso, “que ya queremos relajar”;
comentamos “el enigma del aire”, algunas de sus virtudes y todo lo que lastra
–también, tenemos experiencias sonadas-, mientras suena “la campana del final”;
Martín “El Fiero”, un portento, se luce en “La Gineta” y antes de clausurar y
cerrar el meritorio corral, llegamos dentro del horario pactado, “un voltio”
por Velada, para redondear el centenar.
Destacar
de la ruta, además de la excepcional mañana, las agradables temperaturas, la
ruta realizada, las buenas sensaciones que hemos tenido y con las que hemos
finalizado. No menos importante, el variado recorrido, destacando el cerro
Arriero, la subida de Sotillo, la vereda hacia Marrupe y el siempre
gratificante rincón de los enebros. “No esperes que tu barco llegue a ti, nada
hacia él.” “La gratitud es el arte de apreciar las pequeñas cosas que hacen
grande la vida.”
En
definitiva, ruta circular de 100 kms (900 m. D+ aprox.) Los principales caminos
transitados han sido; Camino de Los Perales-El Molino-La Mojeda-El
Baldío-Camino de Los Huertos- Camino de los Pinos (Cerro Arriero), Camino del
Madroño (Herrería), Cañada Real Leonesa Oriental-Sotillo-Cervera-Marrupe-San
Román- Pepino (Siete Puertas)- Camino de Talavera-Cordel Extremeño-Vía de
Servicio-Canal Bajo del Alberche-La Portiña-Talavera- Cordel
(Talaverilla-Alberche-Calera), Camino de Navalcán-Vía de Servicio N-V, Camino
Monte Nuevo-Gamonal-Velada.
“…mil
caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo
ni sitio….”
SALUD……………..y
TIEMPO.
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