miércoles, 16 de septiembre de 2015

Ruta: Circular a Las Cuevas del Águila.

     Domingo trece de septiembre, fresco despertar  y un mar de nubes “¿amenazan tormentas?” Once caballeros veleños y una pareja de gamoninos, como cada semana, acudimos al marcado punto de encuentro; Andrés “El Líder” (en funciones) y Chema –Tino-, después del alargado receso, también se han animado en la dudosa mañana; nos quieren acompañar unos kilómetros en la pactada jornada. Con las burricletas bien dispuestas y prestas para la contienda, a “Las Cuevas del Águila” nos vamos a dar la vuelta.

      Comenzamos la etapa, atravesando las  calles más ilustres  de la villa, también “el casco antiguo” a nuestras espaldas se va quedando, cuando salimos “hacia  las afueras”  por el camino asfaltado. Marchamos bien agrupados y al bajar la cuesta,  “algunos, resoplando por las bajas temperaturas”; agrado y encanto el ver a la osada escuadra “cabalgando bien alineada”. De todo un poco vamos hablando por el sosegado encinar, cuando Roberto “El Bueno”, nos alerta de la vistosa escena cérvida, elegantes carreras que se camuflan en la animada dehesa. Más adelante, ni rastro de agua en el arenoso río, alguna burricleta se espanta y “una liebre echamos a la saca”, cruzamos “en fila de a uno” y en las frondosas zarzas,  paramos a desaguar. Por la tranquila estampa, viramos hacia  la izquierda, “a la vetusta senda, le vamos a hacer unas ofrendas”,  Los Caballeros con más galones nos recuerdan “épocas más lejanas”, mientras otros, “nunca han pasado”, según nos comentan. Abrimos las pertinentes porteras, avistamos a las impasibles vacas reposando y “el peculiar olor” de la ganadería caprina, nos avisa de la entrada a la localidad navalqueña. En la mencionada población, “reunión de pastores”, “los del paseo se quedan” y los demás, “hacia los pinos,  por la más larga cuesta”. Comenzamos la escalada, con la   conocida consigna “cada cual  como pueda” y allá  arriba,  la espera; Gabriel “Lamparillas” nos muestra donde se originó el devastador fuego; al fondo, la admirada serrata, mientras nos enfrentamos con ahínco a las discontinuos tramos más escarpados. Con cuentagotas vamos coronando y en este punto, era el trayecto marcado para un sexteto de caballeros veleños; otros tantos, hacia “el paraíso” nos marchamos. Nos adentramos en la tupida cueva, angostos pasos entre jaras y pinos y la ataviada belleza, presidiendo el tobogán de los sueños. De la corriente del “Tiétar” ni rastro, cruzamos la calleja chopera y por la vía asfaltada, llegamos a Ramacastañas. Paramos a repostar, compartimos viandas y Martín “El Fiero”  con  “su merendera pija” nos sorprende, hacemos algunos chistes y espabilamos que fríos nos estamos quedando.


   















































































     Retomamos la etapa, buscando “la gran cañada”, con ritmo alegre,  hacemos los tramos divertidos, esquivamos un campo de abrojeras minado, el antiguo puente nos hace el paseíllo y más adelante, se abren las puertas de la dehesa de “Navalahierba”, Juan Carlos “El Lobo” nos da el alto, “parece que he pinchado”, “un poco de aire a la burricleta y asunto solucionado”. Gabriel “Lamparillas”, nos presenta otro camino como posible alternativa, nos asegura “el paso legal” y “por aquí que nos vamos” –entre todos acordamos-. Espectacular camino, con una subida tendida –incluida-, guiada entre retamas y las alineadas encinas, callejones de jaras y pasos asilvestrados, con cantos alfombrados. Por estos lares, a un lado del espinado cercado,  nos surge “el eterno dilema”, “¿qué es dentro y fuera?”; el conflicto espacial, por momentos nos aterra, mientras Roberto “El Bueno”, con la magistral lección “sesamera” nos recuerda. Salimos “a la cuerda”, a estas horas  parece que las temperaturas también escalan, aunque el aire nos atiza de cara;  somos testigos de la triste panorámica por el gran incendio, desolada y  todavía el olor a monte quemado en el ambiente flotando. Afrontamos la fugaz bajada hacia la aldea parrillana, mientras nos recreamos por estos parajes y por la inercia lanzados. Por el conocido camino, cruzamos el reseco  río (en otro punto distinto), comienzan  a aparecer síntomas de fatiga; por eso de recuperar  -“alguno se toma la pastilla del día después”- y alguna marcha tenemos que bajar. Sin novedad por el apacible encinar, “con las fuerzas algo tocadas” nos disponemos a bregar con el último repecho; Francis “El Paciente”, con mucho estilo y brío en los metros finales está más fresco. Con tranquilidad y “más suaves que un guante”, llegamos al pueblo y en nuestras mentes, los próximos retos.




  
























































     En definitiva, ruta circular de 68 kilómetros, los principales caminos transitados han sido: Camino de Velada a Arenas-Parrillas-Navalcán, Camino de Talavera a Navalcán, Camino de Navalcán a Arenas de San Pedro, Sendas de la Sierra del Águila, Camino de Ramacastañas, Cañada Real Leonesa Occidental, Camino Dehesa Navalahierba (Parreña) Camino Real de Arenas de San Pedro a Parrillas-Navalcán-Velada.


     Pd: Martín, muchas gracias por tu aportación fotográfica (3).


    Buen día………..SALUD.



“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir,  no tengo tiempo ni sitio….” 

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