miércoles, 23 de septiembre de 2015

Ruta: Subida a las Antenas (Piélago)

     Sábado diecinueve de septiembre y agradables temperaturas antes de  iniciar la clásica ruta. En el “guango” del Barbú, nos damos cita, “El Relatero” y dos escuderos (Cristóbal y Jesús) aspirantes a Caballeros Veleños.  Las ocho y media es la hora pactada y la subida a “Las Antenas”,  una aventura de altura,  es la diseñada para la jornada. 

     Comenzamos la etapa, de frente,  nos aguarda  la escalada de “la gamonosa”, el aperitivo  entrante “para abrir boca”; encaramados en la palpable quietud de la mañana, animados “vamos de cháchara”, sin prisa  pero sin pausa, cruzamos la villas vecinas. La senda Cervera y la trocha de “Los Dornajos” nos guían por pasos de silencio sembrados y el amable encinar, dando vida a la intimidad de los recónditos rincones. Por estos lares, se asoman “algunas discontinuas rampillas”  antes de llegar a “cuatro caminos”, la gran avenida; por la vía ganadera,  Cristóbal “amenaza con tomar la alternativa” ante la becerra descarriada. Alguna “marcha” por debajo y reservando fuerzas, para el inicio de “fiesta”; cruzamos la aldea “marrupeja” y buscamos “la subida hormigonada”; vallados de piedra y estacas pasadas, dando cobijo al mosaico perfumado de  enebros, jaras y encinas. A nuestro paso, “desde el estratégico  mirador” echamos un vistazo  al paisaje privilegiado;  en la noble andadura, el escenario va tomando tonos menos claros y salvamos  los primeros “repechos serios”, antes de arribar en la Hinojosa. Parada obligada para repostar, fotos de rigor y minutos de descanso,  antes de iniciar la terrible ascensión.


     



















     Reemprendemos la marcha, desde aquí, hormigón rasgado y las descomunales rampas dando brillo a una exigente panorámica multicolor. En plena escalada,  saludamos a otros osados burriclistas y  en el cruce señalado,  me despido de mis compañeros de fatiga (van con hora,  por motivos laborales y familiares). Continúo en solitario por el tremendo ascenso, -sudor y tesón, santo y seña del reto montañero- escucho los acordes de mi respiración y el susurro del belicoso  aire, bailando acompasados con la espesa arboleda. Salen a mi encuentro, castaños bien  cargados y preparando sus frutos, un plantel de lustrosos pinos y un callejón de jaras disimulando las pendientes más exigentes; antes de llegar a la esperada explanada, un último arreón por la enésima cuesta de hormigón. A mi paso, más burriclistas y un ejército de senderistas por este reino de  postales místicas; me adentro en una pista más tendida (bien arreglada y conservada) y un “estadio” repleto de robles y pinos, me dan aliento, antes de enfrentarme al último repecho; “me resulta hasta cómodo” por el buen trato y compactado del desafiante tramo; ante mí, la cima lunar, me asomo al balcón del Tiétar para disfrutar  de unos  minutos  de contemplación, tomo aire y por los  "momentos sufridos", doy un homenaje a los sentidos, foto de rigor, echo un trago y antes de partir, me abrigo un poco,  para el aire fresco combatir.

     El largo descenso, es un intercambio de sensaciones,  por las magnas vistas regaladas a mi paso y difícil de describir; el bienestar con el que nos obsequia la misteriosa y variada arboleda, agradables olores que nos desplazan a épocas ya pasadas; bajadas verticales dejo a un lado y por la senda  rebosada  de  ficción, bajo a Navamorcuende y el  descanso merecido en su reconfortante pilón. Fruta fresca, refresco de cola y para más fuerza coger, bocata de jamón; recojo la mesa y el mantel, lleno las botijas de agua fresca, preparo la pócima para recuperar  y dispuesto  para la marcha emprender. Desde este punto, pongo “un hierro  más” (o dos), para la marcha alegrar; buenas sensaciones por la Cañada Real a pesar del sofocante calor y  también del  aire que  me atiza de cara. En esta ocasión, en Sotillo no paro ni para beber;  ¿cara o cruz? estaba claro, para evitar el tormento del airoteo, por la opción más asilvestrada “me cuelo”. Dentro del parque de atracciones, de continuos subes y bajas, una tropa de encinas me resguarda y en mi particular hazaña  me acompañan; una pareja de excursionistas  caballistas, me da el alto, “estamos perdíos, ¿hacia dónde va este camino?” Desde este punto, les oriento y el mapa de Sotillo les cuento; me agradecen la clase de geografía y a pasar buen día.  Entro en la vía arreglada, ¡¡¡qué pasada!!!! y encima de bajada; arribo en el reposado  inframundo y para mis castigadas piernas “otra escalada”, antes de cabalgar por tierras más relajadas y ya pobladas. En la villa “cagarrache”, una ninfa deportista, dando alegría a la avenida vacía y  dentro del pueblo, más gente corriendo; a estas horas, ¿habrá algún acontecimiento? También cruzo Mejorada, alguien está removiendo el puchero, yo a lo mío con “esto de los pedales”, mientras  por mi mente  van pasando fotogramas de la encomiada etapa. Sin más novedad y poco más me contar, me recreo en  los últimos kilómetros y en territorio de sobra conocido, esto casi esta hecho, “ahora, coser y cantar”, antes de la jornada clausurar.












       































      Resumiendo, ruta circular de 92 kilómetros, los principales caminos que hemos  transitado han sido: Camino de Velada a Mejorada- Segurilla, Camino del Hituero, Senda de Cervera, Senda “Los Dornajos”,  Camino de Segurilla a Marrupe, Camino de Marrupe a Navamorcuende-Hinojosa; Camino de La Hinojosa a Almendral –Subida a las Antenas- , Camino de La Hinojosa a Almendral, Camino de Marrupe  a Navamorcuende; Camino de Navamorcuende a Buenaventura- Sotillo de las Palomas; Camino de Sotillo de las Palomas, Segurilla, Camino del Hituero- Mejorada-Velada. Hemos  pasado por las localidades de Mejorada, Segurilla, Marrupe, Hinojosa de San Vicente, Navamorcuende, Sotillo de las Palomas, Segurilla, Mejorada.


     Pd:  Cristobal, gracias por tú aportación fotográfica (3).

     Pd1: Las pocas fotografías mías, son con el móvil….La cámara tuvo otro episodio de avería. Se quedó en la enfermería.

   
   Buen día………………SALUD


“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir,  no tengo tiempo ni sitio….” 


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