martes, 14 de junio de 2016

Ruta: Subida a la Torreta del Arbillas (Refugio La Sillita)

     Domingo, doce de junio, por invitación y propuesta expresa del caballero artesano, el bien nombrado  Alberto “El Maestro Ceramista , nos desplazamos con las burricletas  perfectamente  acomodadas en coches y  furgonetas,  hacia el  pueblo abulense de Arenas de San Pedro; tenemos ruta montañera.  Seis caballeros veleños y “El Susi”, miembro honorífico del reino de Gredos, somos los privilegiados para este reto serrano; en el punto pactado, saludamos a conocidos de Talavera y la comarca, también hasta aquí han venido “van a realizar, la etapa de los cincos ríos”, su ruta clásica.

     Iniciamos la jornada por las céntricas callejas de la villa; aquí, no hay “protocolos ni anunciadores”, directamente, en el minuto uno, nos adentramos en la mágica senda de los pescadores. Por el tupido bosque, nos topamos con el frescor mañanero y las gratificantes melodías del bullicioso riachuelo; pasos estrechos, tapizados de piedras sueltas, escalinatas rasgadas y una maraña de  raíces por la vereda, asomadas; también salvamos el cristalino arroyuelo  y la simulada cuesta, camuflada entre la frondosidad de la arboleda y  el recargado verdor de los helechos pintorescos. “Poco más que contar y mucha tela que cortar”, aproximadamente 20 kms tenemos para escalar, -anunciaba la tarjeta con su pina oferta-. Entre callejones de pinos y el acicalado bosque, nos damos los primeros apretones; Antonio Medina y Gabriel “Lamparillas” lideran la osada cuadrilla, mientras nos recreamos con las maravillosas vistas y con los límpidos olores con los que nos agasajan estos encantados rincones; los flashes trabajan a destajo, foto por aquí, foto por allá y también nos entretenemos con otro grupo de burriclistas, que han  llegado de las calurosas  llanuras, ¡¡¡¡está concurrida la sierra!!! –comentamos. Continuamos por la tendida  ascensión, a nuestro paso,  “nos topamos” con el  mosaico arbolado a “la sombra resguardado”; robles, pinos y castaños salen a nuestro encuentro y de forma intermitente nos van cambiando  el admirado escenario. Como esta “cuesta” da para mucho, de todo un poco vamos hablando –y de vez en cuando apretando- todo sea dicho; Martín “El Fiero” subiendo y entrenando con “lastre” –en cuatro días  no hay quien le pare-; los escarceos aventureros del “Susi” y  su valentía  de “voltear de cabo a rabo  la península”, nos agrupamos, esperamos y “aflojamos” las veces que haga falta; como dijo Diego “Sin Miedo”,  “trepar es la intuición” y “sin querer”-tampoco obligados- , subimos de propina otro repechón, porque  nuestro amigo  Alberto, también quiere emular al bravío  Maestro y nos ha sacado del itinerario marcado. A nuestro paso,  generosos  pilones de agua fresca y transparente, hacemos unos metros de carretera –para oxigenar  las piernas-; desde aquí,  buscamos “un giro de izquierdas” y continuamos con la misma cantinela: subir, subir y subir es la consigna establecida; es una gozada disfrutar del entorno que nos envuelve  y de la interminable trepada en  la umbría plantada. Teniendo en cuenta  la agradable compañía que me arropa,  “el camino hacia la cima es, como la marcha hacia uno mismo, una ruta en solitario”. Comentamos la belleza de la postal que nos rodea y también, por estos lares, hacer una  ruta (o dos)   mensual; echamos un vistazo desde el acondicionado mirador y por la pista del portezuelo, hacia la torreta vigía, hacemos un último esfuerzo; cada cual –como pueda- o las fuerzas le respondan por estos tramos apuntando hacia arriba,  cargados de silencio y sobre nuestras cabezas, la empachosa  quietud nos acecha; ¿Por qué queremos volver? ¿Qué oculta  este lugar? ¿Qué misterio habrá?¿Qué nos da, para querer más? Y otras tantas preguntas más, empiezan a aflorar ¿Será el mal de altura que comienza a avisar? De uno en uno vamos coronando “el torreón”, damos un voltio por la esperada  cima; contemplamos el refugio y sus alrededores,  también hablamos con el guarda, “algún intrépido caballero,  quería subir a vigilar” e  intercambiamos opiniones varias en los minutos para  repostar;  compartimos viandas, fruta fresca, pasas y bocatas para reponer fuerzas y hacer más llevadera la vuelta.


  




























































































     Reemprendemos la etapa, toca deshacer “el camino escalado”; afrontamos el monótono descenso, viendo los pinos pasar “a toda prisa” y más adelante, nos avisan: “volvemos a trepar, un poco más”; en modo distendido “retamos al próximo repecho”, nos recreamos con las vistas que se asoman a lo lejos, “reconocidas cimas” que a volver, nos invitan. El amigo Susi, nos tiene preparado “un buen plato de caviar”, según nos comentó (con guasa) más abajo, “se quería vengar”; nos adentramos en angostas veredas, toca bailar sobre las burricletas, sortear zanjas y piedras y negociar la mejor trazada antes de parar en el enésimo pilón a abrevar. Más adelante, se nos abren las puertas de la senda “cinco estrellas”, sólo apta para los más doctos y preparados en la materia. El Susi, que en estas lides anda sobrado –y en plazas más grandes ha toreado- , nos da una lección práctica y magistral, sobre “cómo operar”; los demás “tenemos que recuperar”,  hacemos  tramos andando, mejor no arriesgar, aunque, este rincón tiene duende, se siente especial. Arribamos en Guisando, ¿será aquí la ruta familiar? En la jornada de hoy, nos vale todo, con tal de pronto regresar al idílico  pinar; hacemos un tramo de carretera, nos queda la última senda, “pero que no tenga mucha piedra”. Lo dicho, nos colamos en la ceñida vereda, algún “canto” en medio, también tenemos que “afinar”; helechos, jaras y zarzas rezuman flama y  nos hacen ponernos en guardia, aunque más de un arañazo nos llevamos, en este divertido  tramo, todos disfrutamos. A nuestro paso, árboles frutales, cerezos pintones entre los empedrados callejones; al final, Gabriel “Lamparillas” la mochila de cerezas  se lleva vacía, “tendremos que volver otro día”. Sin más novedad, vamos comentando la jugada montañera, damos un voltio por la concurrida localidad de Arenas y hasta la plaza central nos acercamos a saludar a Julio (Saroni) “por aquí anda con su grupo, amenizando las callejuelas con el cante popular”; llegamos al punto de partida, despedimos con honores  al amigo Jesús….y en breve, más.  

 



     























      En definitiva, ruta circular de 35 kilómetros: Salimos desde la Fuente La Piña para dejar a la izquierda el Castillo del Condestable Dávalos, seguimos por la margen derecha del Ricuevas, y  seguir por el Camino Viejo de Pelayos. A nuestra derecha,  las Cornatillas, bancales de cerezos y olivares. Bajamos el Empedrado del Tinarejo hasta cruzar el Río Pelayos por el Puente Viejo. Seguimos por la Senda que bordea El Bujarro. Cruzamos por el sendero Arroyo Cerezo. Dejamos a nuestra izquierda El Rancho El Burro y seguimos por Las Gesillas. Cruzamos la carretera y  otra  fuerte subida a Horco Zapata, donde volvemos a seguir por carretera en Fuente de Barras. Giramos a izquierda por Guisandillo hasta el Refugio, seguimos por pista hasta enlazar con la carretera de Arbillas. Mitigamos la sed en la Fuente de la Lobera y llegamos al mirador de Arbillas. Balcón del Valle del Tietar. Seguimos por pista y desviamos a la Torreta de Arbillas, dejando a la derecha la pista del Portezuelo. Subida larga y tendida hasta la torreta. Descanso y descenso hasta El Portezuelo de Mari Lucas. Nos desviamos a la izquierda buscando la Cuerda de la Sillita, hasta la Fuente del Portillo. Divertido y técnico descenso por el sendero de la Fuente del Valle. Un traguito de agua y trialera de Las Tirolinas hasta El Risquillo de Guisando.Por carretera hasta el cruce del Hornillo. Subida al Lancharón, bordeamos el Collado del Guayerbas para bajar por Las Cornatillas,  terminando por Los Callejones para llegar al barrio de Triana de Arenas.


  Pd: Martín, Alberto, Diego, muchas gracias por vuestra aportación fotográfica (8)

  Pd1: Susi, muchas gracias por la detallada y  exhaustiva descripción de la ruta.


  Buen día………………….SALUD.



“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir,  no tengo tiempo ni sitio….” 


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