martes, 10 de octubre de 2017

Ruta: Conquista de la ciudad amurallada (Ávila)

Sábado, siete de octubre, siendo las seis de la mañana , es la hora prevista para “la especial jornada”; nueve caballeros veleños con nuestras burricletas bien dispuestas y prestas para la exigente contienda, nos disponemos a encuadrar otra sonada batalla: a  la conquista de la ciudad amurallada de Ávila. Más concretamente,  según los altos cargos y  liderados por “El Gran Maestre”,  la toma de dicha fortaleza y la entrega de llaves de la ciudad (si conseguimos “titular”)   se realizará en el “Palacio de los Velada” (Construcción del SXVI), situado en la plaza de la catedral.

Iniciamos la etapa con la noche todavía bien entrada, cruzamos el casco antiguo de la villa señorial, por sus calles todavía adormiladas; encendemos los achiperres, candiles y otros “cacharros” más sofisticados para enfrentarnos a la reposada oscuridad,  que en estas primeras horas, todavía  nos va a acompañar. Con un jardín de estrellas y los destellos de la iluminada  luna como únicos  testigos, por el  paraje de las espesas sombras somos engullidos. “Parece que llevamos dorsal y chip”, ¿vamos a “destajo”?,  pasamos como exhalaciones por las extensiones del “Baldío”,  las “juntas” también dejamos atrás  y para cruzar el reseco río, tenemos que “apearnos” (recojo las gafas de Martín, más atrás mi cuentakilómetros saltó sin avisar- el domingo fui a por él y  lo encontré- ) y  más adelante, nos adentramos en el enmarañado encinar –de noche es otro cantar- . La primera línea, parece que lleva prisa-mucha prisa- ¿habremos quedado para desayunar? , y ante nosotros,  tenemos una jornada “que se puede hacer muy larga”; divagamos un buen trecho por el terrorífico encinar – con tantas prisas, nos hemos pasado el tramo tradicional- (aunque “por ese”,  tampoco íbamos mal) , “que si por aquí,  que si por allá”, “volvemos a cruzar el arroyuelo” e Ilde “El Suegro” toma el mando,  para sacarnos de este “entuerto” y volvemos a redil después del improvisado  sobresalto. Por la vía de Montesclaros, ya ni me acuerdo de los tramos empinados, que en otras ocasiones escalamos, ¿la agradable noche se los habrá merendado?, cruzamos la apagada villa y nos adentramos en una “rápida pista”; es todo un placer cabalgar de madrugada, aunque por estos lares “empieza a refrescar”,  algunos artilugios ya se van apagando  y a otros compañeros nos tenemos que “arrimar” para algún susto evitar. Alberto “El Maestro Ceramista”, en su línea, se empeña en animar “el cotarro”, arranca y hace unos quiebros  “a la despistada  vaquilla”. Somos conscientes de los recónditos  parajes que nos rodean, pero,  aunque sólo vemos a unos metros, lo demás, lo dejamos para  la libre imaginación, para dibujar lienzos  de ficción. Por estos lares,  se han desplomado de forma exagerada las temperaturas y cabalgamos entre dos luces hacia Buenaventura; desde el osado pelotón, algún componente, para entrar en calor,  demanda encender algún fogón.  Atrás,  dejamos “la frontera manchega” y con los primeros rayos del astro sol, nos disponemos a afrontar el mítico y  largo puerto.






































Iniciamos la prolongada  ascensión, -con 45 kilómetros en las patas-  “queremos ir agrupados” y si es posible “en modo reservón”; no resulta difícil ir a ritmo, aunque tenemos que bajar, sin dejar de mirar atrás; bien arropados por la frondosa arboleda,  los repechos más duros nos llevan hasta la localidad de Gavilanes,  entre un espeso bosque de castaños y pinos,  cabalgamos bien protegidos y luchando contra los tramos más empinados. En la aldea de Mijares, hemos quedado con Jesús “El Serrano” para avituallarnos en “el furgón”;  vamos mirando a ambos lados de la vía y el vehículo de asistencia  “que no aparece” por ningún lado aparcado; hacemos las llamadas pertinentes, “ha habido un malentendido en la  coordinación”. Un cuarteto de compañeros, liderados por Pedro “Hierros” y Medina “El Estratega”  tiran hacia adelante, los demás nos quedamos a “avituallar”, por lo que tenemos que esperar “de más”. Definitivamente, nos ponemos en marcha, manteniendo un ritmo constante, disfrutando de las vistas que nos envuelven; saludamos a “los castañeros” que están de faena, mientras nosotros seguimos bregando con la estirada cuesta. Ilde “El Suegro” toca la campana y después de un buen tramo escalado, nos deja, se baja a pilotar “la furgoneta de asistencia”. Los demás al tran-tran, haciendo más  amena y  llevadera la espaciosa cuesta; sobre el terreno,  nos hidratamos y también nos alimentamos, para esquivar  la visita “del tío del mazo”; sin prisa pero sin pausa, vistazo por aquí, vistazo por allá y  algunas veces tenemos que tirar del ramal. Nos recreamos por el espectacular puerto, ¿cuántas curvas llevamos? Ante nosotros, aparece “el gran pelao”, detenemos el tiempo a la vez que mostramos signos de admiración desde este entorno de ficción;  unos metros más arriba, sonrientes y entusiasmados, después del  descomunal esfuerzo,  coronamos el mitológico puerto. En este punto,  nos aguardan los caballeros adelantados, damos novedades, fotos de rigor, nos abrigamos y “topabajo”; ahora seguro que vamos  mucho mejor.



























Nos enfrentamos al largo y tedioso descenso, bien abrigados eso sí, “para combatir la bajada térmica”; Diego “Sin Miedo” y Cristóbal “El Nazareno” sin escrúpulos y con suficiente brío  se lanzan al apetecible  vacío; los demás, surcamos estos deliciosos rincones, empapándonos del aire limpio y transparente que inundan la esplendorosa estampa serrana. Después de la larga bajada, “el coche escoba” liderado por “El Tío Ilde”,  nos abastece de líquidos y exquisitos  víveres;  comentamos la jugada y la última parte de la jornada que todavía nos aguarda, ¿qué sorpresas nos deparará la rigurosa etapa? Reemprendemos la marcha, bien agrupados, dándonos algunos relevos, esta vez sí, bien coordinados,  arropados y hermanados; a nuestro paso, extensos parajes achicharrados por las escasas lluvias y la continuidad del cansino verano; cruzamos otros pueblos serranos y en Navalmoral, “que vuelve a pintar en bastos”. Nos configuramos en modo ascensión, para retar al segundo puerto del día ; “cada cual cómo pueda” porque a estas horas,  las fuerzas “ya merman” y   ya veremos cómo respondemos, después de la imponente paliza. Poco a poco,  vamos empinando la vía asfaltada, algunas motos que nos adelantan y nosotros como si nada, lo tenemos bien claro y para eso “hemos entrenado”. Algo más adelante, damos el alto, el amigo Gabriel que ha pinchado y esa rueda que  no “para de echar líquido”; paramos al coche de asistencia, que  se quedan arreglando el pinchazo. Los demás, tiramos hacia adelante (así lo acordamos) ya que una vez reparada la rueda, el vehículo de emergencias “al herido” acarreará a la cabeza.  Continuamos por el  escarpado y abierto escenario, sinceramente, algo monótono y bastante cómodo para hacerlo sin grandes sofocos; recuperamos a nuestro compañero que vuelve a entrar con el grupo, cuando escuchamos un vehículo que llega pitando y dando voces de ánimo. Resultaba ser “el coche de los altos cargos del club”, liderados por “El Gran Maestre” que no  querían perderse el insigne evento;  habían hecho los kilómetros del puerto y querían compartir hazaña y algún tramo del “sofocante” camino. Parece que su laureada  presencia nos “dan alas”, rodamos con más alegría y hasta el amigo Gabriel “Lamparillas” se permite el lujo de volver a bajar a la parte trasera a pasar “revista”. Al fondo, divisamos “más antenas” esta vez estamos por encima de ellas y también, las partes más elevadas  de los molinos eólicos asomando “la gaita”. Último giro de izquierdas y allá arriba,  están “los jefazos”, vitoreando y dándonos más ánimos; hacemos el último esfuerzo y “sobrados” coronamos “la desconocida cota montañosa”. Damos novedades –como está mandado-, intercambiamos opiniones  y emotivas y sinceras  felicitaciones,  fotos de rigor y nos acicalamos para afrontar “con precaución” el final del trayecto, “ya que hasta el rabo todo es toro”. Planeamos por el cómodo descenso, tanteando las agraciadas vistas que nos embelesan y en volandas nos llevan; un gigantesco campo de molinos “artificiales” nos va abriendo paso y tras la aguerrida escuadra, nos escoltan nuestros amigos  “los coches de la guarda”, ¿qué pensarían en estos momentos?¿qué les pasaría por sus cabezas?  Nosotros íbamos crecidos, me da, que también ellos iban felices por vernos en este “demente  estado”. Sin novedad descendemos, saboreando la reconocida jornada y los diez últimos kilómetros son “un paseíllo” y  parece que de fuerzas vamos sobrados,  -aunque de sobra sabíamos, que fácil no iba a ser esta empresa-  cuando a lo lejos ya divisamos la fortaleza amurallada;  Martín “El Fiero” en primera línea nos  lleva a plato y buen ritmo ha marcado, pero tenemos que levantar el pie “para entrar todos unidos”. La señal informativa nos abre las puertas de “las inexpugnables murallas” y nos avisa que  nuestro objetivo hemos alcanzado; entre vítores, aplausos y extrañas miradas “¿de dónde vendrán?” recorremos sus concurridas y principales calles,  a estas horas “abarrotadas”.
Como estaba pactado, nos reunimos en “El Palacio de los Velada”, extendemos la bandera de nuestra villa y “el lema burriclista” que nos retrata y caracteriza. Arropados por el gentío, multitud de turistas “de todas las  nacionalidades son testigos del “histórico momento”. “El Gran Maestre” con sus “pupilos”,  presenta “una parrafada histórica” de hermanamiento de la villa de Velada  con   la ciudad de Ávila, y al grito de “Fuerza y vigor……y vino para el corazón”;  la multitudinaria  plaza,  rompe con aplausos y caras de admiración, ante el  digno discurso “impartido” por “El Maestro”;  repican las campanas de la catedral y otra épica más para enmarcar. “Habrá obstáculos. Habrá dudas. Habrá errores. Pero con trabajo duro, no habrá límites.”

Después de la dura marcha, el espectáculo de la plaza, nos dirigimos a las instalaciones deportivas para “aliviarnos” con una merecida ducha. También,  llega el amigo Chema “Tino” con “la furgo” de Alberto  (para transportar las burricletas) y una cámara repleta de cervezas  frescas  para saciar la sed y  brindar por la larga etapa. Desde aquí, nos dirigimos a llenar la andorga, para reponer fuerzas del  brutal esfuerzo; manjares de la casa, ensaladas, chuletones y otras viandas, regadas con caldos y variedad de licores,  para hacer más llevadera la jornada;  brindis, risas, nuevos retos,  momentos distendidos, bromas y más alimentos en una sobremesa más que amena.


























































 MUCHAS GRACIAS  amigos/as por hacerlo posible. 


En definitiva, ruta lineal de 120 kilómetros, los principales caminos y localidades  transitadas han sido; Camino del Toril, Camino de Velada-Montesclaros-Buenaventura. Gavilanes, Mijares, Villanueva de Ávila, Burgohondo, Navalmoral de la Sierra-Ávila.


Pd: Martín, Cristóbal, Diego, gracias por vuestra aportación fotográfica (10)


ESPECIAL  AGRADECIMIENTOS:

-         -  Pedro "Hierros"  y Alberto "El Maestro Ceramista" por poner a nuestra disposición sus vehículos. A Jesús, Ilde y Chema por ofrecerse voluntarios a conducir y por su paciencia.

-         -  Andrés, Domingo “Maca”, JoseMa, Chuchi “Maravillas” por animarse a compartir unos kilómetros con nosotros, por animar la jornada  y por apuntarse a la fiesta final. Le dais “otro aire” a estas “locuras”.

-          - Al Excelentísimo Ayuntamiento de Ávila, por cedernos sus  instalaciones deportivas, para poder ducharnos y asearnos después de la paliza que traíamos.

-          - Diego Cebadera, por realizar las gestiones necesarias con el citado ayuntamiento.

-          - A nuestras familias, parejas, hijos/as por comprendernos, animarnos y apoyarnos en nuestras locuras.


Buen día…………………………SALUD.


“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir,  no tengo tiempo ni sitio….” 



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