domingo, 20 de mayo de 2018

Ruta: Subida a las Antenas-Piélago (Por Almendral)


Sábado, diecinueve de mayo, a las ocho de la mañana, siete caballeros veleños, acudimos a nuestro habitual punto de encuentro; Ángel “El Guerrero” y Nacho “Boquerón”, todavía están “cuerdos” y optan por los llanos del dehesón; los demás,  como habíamos acordado, nos apuntamos otro tanto, hacia las antenas del Piélago, por Almendral de la Cañada en esta ocasión.

Iniciamos la marcha por la desierta vía,  para enlazar con la transitada cañada; cabalgamos animados por los terralgos del “Baldío”, de todo un poco vamos hablando, pero  todavía en terreno neutro, tenemos el primer sobresalto; Oscar “Boliche”, “la burricleta”  ha pinchado, trabajamos en equipo, bien coordinados y en unos minutos, asunto solucionado. Después del tempranero imprevisto, con templanza, cruzamos “los temidos arenales” y cabalgamos sin sobresaltos por “la estirada vía pecuaria”; a nuestro paso avistamos, casas de labranza, generosos  pastizales presumiendo de su flamante colorido, rebaños  de astados, pastando y dando vida a la serena travesía. Superamos la primera subida del día y sin darnos cuenta, pasamos Sotillo (“vamos bien de tiempo”); desde aquí, nos “colamos” en el desafiante tobogán y sobre la marcha, vamos comiendo y bebiendo y también, aprovechamos algunos minutos, para “cambiarnos e ir más frescos”. Alberto “El Maestro Ceramista” y Pedro “Hierros”, marcan un buen ritmo por estos andurriales; el amigo Roberto “El Bueno” marchaba en cabeza “mientras paramos, se adelantaba”, seguro que me cogerán, para sus adentros pensaba. Por estos lares, no sé qué me pasa, “parece que tanto sube y baja se me atragantan”;  “tranquilidad y paciencia que queda mucha tela que cortar”….”la paciencia tiene más poder que la fuerza….”: “Todo está, en el estado mental”….y algo más.
En Navamorcuende, “previo aviso”,  nos acercamos al reconfortante  pilón de la calle Larios; el amigo Alberto y un servidor,  de forma fugaz,  abrevamos y algo picamos. En este punto, Óscar nos deja, tiene que hacer unos recados en Talavera, mientras Pedro y Roberto, no han parado y “abren brecha en la parte delantera”. Después del asueto, nos ponemos en marcha, por mi parte, con sensaciones renovadas y “parece que con piernas nuevas”; volamos por “el Dragón Khan”, no recreamos con el escenario de la jara en flor,  salvamos los repechos que salen a nuestro encuentro, saludamos a senderistas y “al burriclista sofocado” y allá a lo lejos, "pasando el pilón", vemos a “los compañeros adelantados”. Por lo visto, “no han parado ni en Almendral”; desde aquí, nos configuramos “en modo escalada y cada uno como pueda”; invito a mi compañero, a  que siga si tiene fuerzas, como sé el camino, en la cima nos encontramos. Comenzamos la fatigosa ascensión, con tramos rotos y quebrados (más de la cuenta)  que nos ponen a prueba y hacen más dura y complicada  la exigente subida; por la angosta cuesta, coqueteamos con  desniveles del “veintitantos”  y otros pasos pronunciados con  pendientes encharcadas y resbaladizas, “para dar más emoción a los sufridos repechones”: “La gota de agua rompe la piedra, no por su fuerza sino por su constancia”. Como martillos pilones, vamos ascendiendo, dando chepazos y sabiendo sufrir cuando es necesario. Parece mentira e incluso contradictorio, “divirtiéndonos sufriendo”, pues así es: ¿Será que no nos  bombea bien la sangre a la cabeza? ¿Será que hemos perdido el juicio? ¿Por qué al infierno, lo llamamos paraíso? ¿Por qué será, que volveremos “por aquí”  otra vez más? ¿Por qué será que nos quedamos con ganas de más? A nuestro paso, un bosque de robles y castaños van “suavizando el calvario”, pero todavía, “tenemos que continuar  escalando”; envueltos en “el microclima del Piélago”, por un bosque de ficción,  cabalgamos por  pendientes más benévolas y  cómodas;  risueñas postales encontramos  a nuestro paso, cunetas que rezuman  embriagadores olores de un cuento, recortados, desde el ventanal de la tupida arboleda, aprovechamos para echar  un vistazo al imponente valle “tietero”. La suma de estos minúsculos detalles  y la agradable compañía de Alberto “hace más amena  y llevadera el tránsito por  la escarpada ladera”.  En el último tramo, como mi compañero “va sobrado”, se divierte haciendo “caballitos y suelto de manos”; nos recreamos por el acogedor robledal, otro esfuerzo más y arribamos “en la estación lunar”. Aquí, nos esperan los compañeros adelantados, minutos (pero pocos) para llenar la andorga, hidratarnos, alguna fotografía para enmarcar, nos abrigamos y “a volar”.

















Reemprendemos la vuelta, “planeamos” por las alturas del “Piélago”, por la densa arboleda rescatamos alegres vistas y sonidos placenteros que vagan por el privilegiado lienzo; descendemos por el acogedor robledal, como aves peregrinas, raseamos las dignas estampas, nos adueñamos de la palpable serenidad que impregna el límpido lugar  y detenemos el tiempo sin pulsar el botón “de seguridad”. Desde Navamorcuende, Roberto “El Bueno” toma el mando  ¿qué se habrá tomado “el gañán”? Con prisa,  se suceden los fotogramas por los discontinuos subes y bajas, esto es “un no parar” y como llevamos el camino de “ida”, me ahorro las fotografías; desde Sotillo, metemos “una marcha más” y ahora  “el ritmo es infernal”;  a este paso, Alberto, va a ver, hasta el calentamiento del partido de su hijo; parece que a estas horas está más solicitada “la cañada”, pero  nosotros,  seguimos a lo nuestro “erre que erre” y “eso que vamos sin dorsal”. De vuelta por “el pesado  arenal”,  después del pullazo que traemos “en las castigadas piernas”, ahora parece “que cuesta un poco más”, en silencio, centrados en la trazada “para no descabalgar”, justo,  cuando el sol se empeña en atizar. Como podemos, pero con dignidad,  llegamos “al alto de las Casillas”, "prueba superada" ("el sábado que viene, ya veremos")  y desde aquí, hacemos “el paseo triunfal” después de la enésima hazaña de la temporada. Nos despedimos y hasta la próxima semana: “Los obstáculos,  son esas cosas espantosas que ves cuando apartas los ojos de tu meta”.  


En definitiva, ruta semicircular de 87 kms, los principales caminos transitados han sido: Cañada Real Leonesa Oriental, Camino del Mojosal (Velada, Sotillo de Las Palomas, Navamorcuende, Almendral de la Cañada) Camino de Almendral-Antenas del Piélago, Puerto de Navamorcuende-, Camino de Buenaventura, Camino de Sotillo, Cañada Real Leonesa Oriental-Velada.   


Pd: Roberto, muchas gracias por tu aportación fotográfica (1).


Buen día…………SALUD.


“….mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni sitio….”


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