domingo, 19 de abril de 2020

Siempre que llueve.....



“No hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo aguante”. “Siempre que llueve escampa”. Treinta y cinco días de confinamiento, días de rutinas, de intentar tener la mente ocupada, juegos varios, llamadas con amigos/as, estudios y formación,  lecturas multitemáticas, cocina, siestas, minutos de aburrimiento (“también son buenos”)  jornadas laborales en remoto y también con compañeros/as en el puesto. Rutas y paseos improvisados sin salir de casa y un circuito burriclista para no perder las buenas costumbres.













Taitantas vueltas alrededor de casa para airearme, estirar los músculos y zarandear los sentidos, con la enorme suerte, de divisar al norte la sierra de Gredos y  el Pico Almanzor bien alzado –“qué ganas de volver”; hacia el este,  la imponente torre de la iglesia y los cerros gamones y veleños –“qué ganas de subir y surfear por sus divertidos senderos”-; hacia el oeste la imponente dehesa y en la cima se deja ver el castillo de Oropesa – “hasta en el llano,  a estas horas veo un idílico encanto”; al sur, otro mar de  encinas y los cerros de la Estrella en los días menos nublados también se dejan ver –“por estos lares,   tenemos buenos entrantes y platos combinados para apaciguar el hambre”. El circuito tiene su punto, además de las vistas descritas, de vez en cuando se me cruza alguna gallina -para más emoción- ; entre malvas, ortigas,  el agradable olor a hierba fresca, el mini-olivar para serpentear y romper la monotonía del “excepcional cabalgar”. Disfruto del silencio a mi alrededor, del lujo de poder pedalear, escuchar el  crujir de las caídas hojas del centenario alcornoque y las agradables melodías de los descarados pajarillos. Para colmo y deleite, en la jornada de hoy, comienza a llover; “pues a casa no me voy a meter, como objetivo, finalizar un día más la etapa pactada”. Por enésima vez, continuo divisando las  generosas vistas, la colmada morera en cada vuelta me hace el paseíllo;  la tímida lluvia, me aclara las ideas y mientras,  asaltan  a mi memoria, inolvidables recuerdos de épicas pasadas. Lo bueno que tiene cabalgar “cerca” de casa, es que no necesito llevar móvil, ni herramientas, tampoco la mochila, ni la talega con la variada merienda. Pero lo mejor de todo, en estos días de clausura, es poder estar al aire libre, disfrutando del sol, de las gotas de agua caídas en el día de hoy,  saber apreciar y valorar  los pequeños detalles que tenemos a nuestro alrededor (Cada cual, que revise su escala de valores).














 Muy pronto, vendrán días de sol y luz, los aguerridos caballeros veleños, volveremos a salir a custodiar los caminos de nuestra comarca, a coronar duros y espectaculares puertos, a poner picas en las elevadas antenas, realizaremos largas kilometradas, conociendo nuevos parajes, visitando paisajes de montaña y proponiendo novedosos y exigentes retos. En breve, nos volveremos a juntar con amigos y oficiales del grupo, unos días para “reconocer” el terreno, otros para ponernos a prueba y otros, para competir contra uno mismo. Vendrán días de risas, de anécdotas para recordar, de nuevas aventuras, épicas para enmarcar, días de sosiego y tranquilidad y días en que las trompetas volverán a tronar, habrá días para juntarnos y brindar y por qué no, bailar…..Los mejores días están por venir, las rutas especiales todavía pueden esperar, la mejor ruta, todavía está por hacer……No me cabe la menor duda, que cuando acabe este confinamiento- ya nada volverá a ser igual, tampoco seremos los mismos, todo lo contrario, seremos mejores personas y más fuertes todavía. Recuerda, la mejor etapa, está por llegar.  

Pd1: Espero que estéis todos/as bien, al igual que vuestros/as familiares y amigos/as. 

Pd: Las fotografías del Arenal del Lobo, Raya del Baldío y las fuentes, se realizaron antes del estado de alarma. 


Hasta la próxima……………SALUD.


“…..mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni sitio….”.


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