“No hay mal que cien años dure ni cuerpo
que lo aguante”. “Siempre que llueve escampa”. Treinta y cinco días de
confinamiento, días de rutinas, de intentar tener la mente ocupada, juegos
varios, llamadas con amigos/as, estudios y formación, lecturas multitemáticas, cocina, siestas,
minutos de aburrimiento (“también son buenos”)
jornadas laborales en remoto y también con compañeros/as en el puesto.
Rutas y paseos improvisados sin salir de casa y un circuito burriclista para no
perder las buenas costumbres.
Taitantas vueltas alrededor de casa para
airearme, estirar los músculos y zarandear los sentidos, con la enorme suerte, de
divisar al norte la sierra de Gredos y
el Pico Almanzor bien alzado –“qué ganas de volver”; hacia el este, la imponente torre de la iglesia y los cerros
gamones y veleños –“qué ganas de subir y surfear por sus divertidos senderos”-;
hacia el oeste la imponente dehesa y en la cima se deja ver el castillo de
Oropesa – “hasta en el llano, a estas
horas veo un idílico encanto”; al sur, otro mar de encinas y los cerros de la Estrella en los
días menos nublados también se dejan ver –“por estos lares, tenemos buenos entrantes y platos combinados
para apaciguar el hambre”. El circuito tiene su punto, además de las vistas
descritas, de vez en cuando se me cruza alguna gallina -para más emoción- ;
entre malvas, ortigas, el agradable olor
a hierba fresca, el mini-olivar para serpentear y romper la monotonía del
“excepcional cabalgar”. Disfruto del silencio a mi alrededor, del lujo de poder
pedalear, escuchar el crujir de las
caídas hojas del centenario alcornoque y las agradables melodías de los
descarados pajarillos. Para colmo y deleite, en la jornada de hoy, comienza a
llover; “pues a casa no me voy a meter, como objetivo, finalizar un día más la
etapa pactada”. Por enésima vez, continuo divisando las generosas vistas, la colmada morera en cada
vuelta me hace el paseíllo; la tímida
lluvia, me aclara las ideas y mientras, asaltan
a mi memoria, inolvidables recuerdos de
épicas pasadas. Lo bueno que tiene cabalgar “cerca” de casa, es que no necesito
llevar móvil, ni herramientas, tampoco la mochila, ni la talega con la variada
merienda. Pero lo mejor de todo, en estos días de clausura, es poder estar al
aire libre, disfrutando del sol, de las gotas de agua caídas en el día de
hoy, saber apreciar y valorar los pequeños detalles que tenemos a nuestro
alrededor (Cada cual, que revise su escala de valores).
Muy pronto, vendrán días de sol y luz, los
aguerridos caballeros veleños, volveremos a salir a custodiar los caminos de
nuestra comarca, a coronar duros y espectaculares puertos, a poner picas en las elevadas
antenas, realizaremos largas kilometradas, conociendo nuevos parajes, visitando
paisajes de montaña y proponiendo novedosos y exigentes retos. En breve, nos
volveremos a juntar con amigos y oficiales del grupo, unos días para
“reconocer” el terreno, otros para ponernos a prueba y otros, para competir
contra uno mismo. Vendrán días de risas, de anécdotas para recordar, de nuevas
aventuras, épicas para enmarcar, días de sosiego y tranquilidad y días en que las trompetas
volverán a tronar, habrá días para juntarnos y brindar y por qué no, bailar…..Los mejores días están por venir, las rutas especiales
todavía pueden esperar, la mejor ruta, todavía está por hacer……No me cabe la
menor duda, que cuando acabe este confinamiento- ya nada volverá a ser igual,
tampoco seremos los mismos, todo lo contrario, seremos mejores personas y más
fuertes todavía. Recuerda, la mejor etapa, está por llegar.
Pd1: Espero que estéis todos/as bien, al igual que vuestros/as familiares y amigos/as.
Pd1: Espero que estéis todos/as bien, al igual que vuestros/as familiares y amigos/as.
Pd: Las fotografías del Arenal del Lobo, Raya del Baldío y las fuentes, se realizaron antes del estado de alarma.
Hasta la próxima……………SALUD.
“…..mil caminos por andar y mucho tiempo
perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni sitio….”.
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