domingo, 26 de abril de 2020

Todo pasa, todo llega.


Hoy y mañana, el plan está bastante claro y la ruta burriclista, tampoco se queja, ni  pone excusas ni ningún tipo de dudas; pedaladas solidarias por el “circuito colorido y trillado” de casa. Disfrutando de cada pedalada, contando los detalles nimios que salen a mi encuentro y valorando las cuatro cosas esenciales por las que nos dejamos llevar. Rapto si pudor los aromas frescos de la mañana, bien mezclados con las flores de los naranjos y los breves suspiros del campo; me persiguen los estirados ramajes de las olivas y el gigantesco alcornoque, con sus largos brazos me quiere amedrantar, mientras me escabullo con estilo por el sendero del bullicioso gallinero. Por el grato “paseo”, aireo los sentidos, me despejo y cojo aire casi por inercia, contando la respiración, sabiendo de lo afortunado que soy participando en este maratón.

Cabalgo ensimismado en mis abigarrados pensamientos, unos más claros, otros, perdidos entre una maraña de nubes pasajeras; poniendo a prueba la constancia y la paciencia, dando vueltas y más vueltas sobre la misma “plazoleta”. Noa, imperturbable y repanchingada al sol, cuenta mis idas y venidas por el paso de las moredas; cigüeñas que sobre vuelan la parcela, algunas gallinas despistadas salen a estampida entre el campo de malvas y esparragueras.


















Después de cuarenta y dos días encerrados, contamos los días que nos quedan para salir del confinamiento; comienza la cuenta atrás, para ver a nuestros familiares, amigos y para dejar al descubierto nuestras prioridades y/o miserias. Saldremos ahí fuera, con la lección bien aprendida -o eso, al menos espero-; cuando podamos, volveremos a recorrer y a disfrutar de los espacios naturales, los caminos más habituales, los más salvajes y las imponentes postales de montaña. Los menos ciegos, veremos que no necesitan de nuestra presencia para su propia supervivencia; donde el tiempo pasa sin prisa, la tranquilidad y la calma lo inundan todo y el aire limpio y pulcro se cuela por cada poro de las piedras, árboles, caminos, alturas, cimas y  cada "bicho viviente",  al libre albedrío se agarra a su ciclo vital, sin ataduras ni amenazas "civilizadas".  Hasta si me apuráis, estoy seguro, -no me cabe la menor duda- que tampoco nos han echado de menos. Los arroyos correrán con más brío, sus aguas cristalinas, todavía sin “contaminar”, no estarán dando crédito a tanta calma; la primavera empezó sin pedir permiso a la prepotencia artificial, tampoco nos invitó – ni falta le hacíamos-, mientras la vida fluye, imbuida en su ciclo natural, nosotros encarcelados en nuestras jaulas de cristal. ¿Quién/es rompe/mos  el equilibrio natural? Si somos humildes, respetuosos y sinceros, no nos queda otra, que ser agradecidos y dar las gracias “por tanta belleza”, a cambio de nada. “Si realmente amas la naturaleza, encontrarás la belleza en todas partes”. “Cuando te acercas a la naturaleza, te acercas a ti mismo”. “Solo la naturaleza hace grandes obras sin esperar recompensa alguna”.   

Para mi amigo Andrés (Creador, líder y presidente del C.C. MTB VELADA). Resumiendo, ruta circular de 18 kilómetros (perímetro de 200 metros por 90 vueltas), con cambios de sentido cada veinte minutos, por eso de trabajar la lateralidad cruzada y la bidireccionalidad. Los principales caminos transitados han sido: Camino de Las Moreras, Alto de La Barbacoa, Sendero del Gallinero y Camino del Mochuelo.

Buen día…………….SALUD.

“…..mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni sitio….”.


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