Domingo
(20-3-2022), cinco caballeros veleños nos juntamos en el habitual punto de
encuentro; con las burricletas prestas y bien dispuestas, nos preparamos para
la festiva contienda. Jornada desapacible, tenemos “al tío Eolo” alterado, nos
augura una mañana ventosa, “el peor enemigo” que nos podemos encontrar en
nuestro camino. De todas formas, diseñamos un itinerario adaptado, para “coger
las vueltas” y minimizar el impacto; combinada, cerrera de sendas, refugios
entre la copiosa arboleda y con un surtido de cuestas.
Nos
enfrentamos a fuertes rachas de viento, duros latigazos con los que no amenaza
la impecable divinidad; zarpazos de aire que se cuelan entre los resquicios del
parapetado encinar. Lo más duro con lo que
podemos tropezar en una jornada ciclista, son las fuertes rachas de
viento atizando de cara –también, somos especialistas en estas lides- ;
incómodo, molesto, a menudo desesperante; presentamos batalla y estrategia para
“burlar” las inclemencias del temporal.
Mientras
tanto, viramos para esquivar el primer asalto; salvamos “el puerto de
Gamonal”, sus empinadas rampas, pero
bien cobijados entre “la ficticia serenidad”; tímidos vaivenes que no nos
amedrantan y estoicamente soportamos.
Bien agrupados, nos escurrimos por los románticos paisajes abigarrados; un parque divertido de
constantes subes y bajas, que nos ponen a prueba, a la vez que, nos hacen recrearnos por los rincones afortunados. El lado más
asilvestrado, nunca defrauda, con su
pintoresco decorado, con el sol camuflado entre los tonos grisáceos.
También,
tenemos unos minutos de rigor, para repostar e hidratarnos, intercambio de
experiencias y “bolerías” y recargamos
“las baterías” de nuestras burricletas “eléctricas”. Sobre la marcha, encontramos una buena “palva” de burriclistas
desperdigados por los variados caminos. Nos ponemos a prueba por los
desafiantes toboganes de vuelta y perdemos
la noción del tiempo por la rápida y amena vereda “cagarrache”.
Mis
compañeros de fatiga, con nota dan la talla; Alberto “El Maestro Ceramista”, no
se achanta y entra al trapo en todos “los ataques”; Roberto “El Bueno”, vuela
con su motorizada burricleta; Francis “El Paciente”, puntúa en todos los altos
de montaña y “El Lobo gamón”, no se queda atrás con su fuerza y pundonor. Para
redondear la jornada, estiramos la cartografía, por eso de cumplir el objetivo
y colorear más el mapa.
En líneas generales, buena etapa y entretenida. Al principio, el continuo airoteo no presagiaba una mañana tranquila. Entre todos, hemos resuelto bien este pequeño escollo, buscando una ruta “que nos castigara lo menos posible”, cogiendo las vueltas al “enfurecido Eolo”, para disfrutar lo máximo posible de la jornada dominguera. Destacar, el acogedor y sereno camino de Sotillo, encajonado entre los empinados cerros, con sus disimuladas subidas y las cristalinas aguas corriendo por el arroyuelo del Marrupejo. “Recostado en la cornisa del rincón adehesado, desafío al viento, jugueteo con sus duros zarpazos y me entretengo con las risas que nos brinda la ofendida deidad.” “Tú, eres más grande que todos los obstáculos que puedan surgir en tu camino.”
Pd: Roberto, muchas gracias por tu aportación
fotográfica (1).
Buen
día…………..SALUD.
“…..mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber
a dónde ir, no tengo tiempo ni sitio….”.
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