lunes, 14 de noviembre de 2022

Ruta: Circular El Techo de Toledo: Los Chorros- Alto del Rocigalgo.

 

Sábado (12-11-2022), hoy  nos desplazamos a la localidad de Los Navalucillos (Toledo), para adentrarnos en  el  Parque Nacional de Cabañeros. Previamente,  tenemos que coger una pista de tierra que baja al río Pusa; después de tres kilómetros más, llegaremos a los aparcamientos y caseta de información del Parque Nacional de Cabañeros. Bien equipados, teniendo en cuenta “cualquier imprevisto y el por si acaso”;  el amigo Óscar “Boliche” y un servidor,  pertrechos, dispuestos y animados,  nos disponemos a encaramarnos en “El Techo de Toledo.”

El primer tramo, transcurre por una cómoda pista, ancha y con mimo asentada,  respiramos el agradable y vistoso aire limpio que impregnan los pasos iniciales. Amenas conversaciones, que se extenderán a lo largo de la jornada, no paramos de andar y “cascar”; a nuestro paso, percibimos cierta humedad y una “gasa cristalina” enganchada en el acogedor ambiente que nos envuelve. “Embobados”, nos desenvolvemos con soltura por la tupida arboleda y a las puertas de comenzar nuestro  idilio con la “asilvestrada ascensión.” A nuestro paso, nos vamos a encontrar con “las famosas chorreras” del lugar; de obligada parada,  para disfrutar y degustar dichas estampas en “el imperial rincón”. Llegaremos, a través de un angosto y vertiginoso sendero;  desde aquí, iremos sumando desnivel  por la abrupta, serpenteante y empinada trocha que nos pone a prueba, antes de arribar en el espectacular punto de “las cornisas”; varios balcones que nos invitan a contemplar la belleza y tranquilidad que se respira y embriagan  la presencia del intrépido excursionista; impresionantes vistas a media ladera, incluidas con pasos aéreos, para el deleite y alimento de nuestros glotones  sentidos.  Fotografías de rigor, para recopilar los mejores momentos,  fragmentos de paisajes que se cuelan en nuestras retinas y nos seducen con su mística y distendida propuesta. En nuestro caminar, rescatamos la  presencia de una mágica explosión del pintoresco otoño en todo su esplendor; un manto de hojarascas,  engalanando la camuflada senda y  el cegador  brillo de retales de musgo,  reposando e iluminando el descanso del salteado  pedregal.

Durante la jovial etapa, nos escurrimos por el frondoso y diverso bosque de encinas, jarales, robles, abedules, tejos, rebollares, tomillos, cantuesos y un mar de brezos, que van perfumando y ataviando nuestra discreta presencia; poco a poco, la disimulada ascensión se hace más cómoda y llevadera, antes de aterrizar en el lujoso collado. Espectaculares vistas en la penúltima trepada, bien balizada, antes de coronar en las “cumbres nominadas”; nos paseamos por el apacible y amable cordal, para “acomodarnos en el elevado altar” -1448 m-.  Minutos de asueto y relax para recrearnos con las impresionantes  panorámicas que se nos brindan desde el elevado púlpito. Nos hidratamos y reponemos fuerzas, mientras comentamos “la jugada”,  rodeados por la infinita postal montañosa que nos acompaña,  del parque Nacional, la extensa  Vega del Tajo y parte de la Sierra de Gredos más al fondo.

El camino de vuelta lo hacemos por el Macizo del Rocigalgo, jugando con las fantásticas postales, asomándonos por las estratégicas balconadas y saltando por las peraltadas crestas de cuarcita que nos invitan “a cotillear” que hay más allá.  Todavía, tenemos un continuo sube y baja, tramos empinados, antes de aterrizar en algún collado (“El Banco”) y miradores varios,  que nos hipnotizan y quitan el hipo. Nos vamos recreando con el laberinto de pistas que vamos encontrando (“¡¡¡vaya pasada para venir con las burriclestas!!!”) a la vez que,  deliramos y fantaseamos  con ideas de vuelta. Llama la atención, el cuidado camino de piedra, “alicatado” a conciencia y guardando la estética de la prominente sierra. La bajada se hace “acelerada”, no por las prisas, sino por las exageradas pendientes que “nos lanzan cuesta abajo”, tirando del freno de manos. Recogemos los últimos fotogramas según descendemos y por pistas más benévolas, somos testigos de las exageradas pinceladas otoñales que se exhiben antes de llegar al punto de partida.

¿Destacar de la ruta? Además del reclamo turístico de las chorreras, resaltar otros alicientes, por ejemplo el estrecho sendero antes de llegar a éstas, así como el punto clave de las cornisas, así como los distintos salientes que nos encontramos y que invitan a dejar el camino convencional,  para echar un vistazo y  recrearnos con todo lo que podamos contemplar y  admirar. Impresionante, la subida entre el tupido robledal, pisoteando la hojarasca caída y la agradable sensación,  de estar en sintonía con la colorida estampa otoñal. Desde el techo (1448 m), un mosaico de genuinas y colosales vistas, que no van a dejar indiferente al osado excursionista, así como el discontinuo cordal y macizo del Rocigalgo que continuamente nos “invita a pecar y echar la imaginación a volar.” Bajo mi punto de vista, ruta recomendable al 100% en su versión circular;  al ser posible, realizar en la época otoñal. “No le temas al otoño, porque si caen las hojas, siempre quedará la rama para hacer un nido.” “El equilibrio no se encuentra, se crea.”

 

































Resumiendo, ruta circular de 21 kms (1000 m. D+). Parque Nacional de Cabañeros, Las Chorreas, Alto y Macizo del Rocigalgo, Senda de las Cuevas, Sierra Fría, Caseta de Información del parque.

Pd. Óscar, muchas gracias por tu aportación fotográfica (13).

Pd1: Las fotografías están a la inversa de la marcha realizada (de fin a principio). 

Pd2: Observaciones: en tiempo húmedo y después de días de lluvias, hay que extremar las precauciones en la zona de las cornisas.

 

Buen día………SALUD.

 

“…..mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni sitio….”.

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