Domingo (24-11-2024), por “días moscosos y asuntos propios”, “ni altos cargos, ni escuderos”, hoy me toca cabalgar en solitario. Con la burricleta presta –a medias- y bien dispuesta, preparado para afrontar la contienda de rigor. Fuertes rachas de viento, para no variar; toca diseñar un recorrido para minimizar y burlar las embestidas del Eolo. Tarea sencilla, cerros y cuestas, para “despistar” al habitual invitado.
Agradables temperaturas al inicio de la jornada, tenemos “la inmensa suerte”, que podemos diseñar etapas para esquivar las amenazantes y molestas ventiscas, “escuchando y hablando” con el tiempo; sólo, hay que evitar “el llano”, asunto sencillo y, resuelto. Pues lo dicho, la primera escalada por el pueblo “gamón”; acurrucado y arropado entre los acogedores cerros; escalando –con las piernas ligeras y sueltas-, me voy entreteniendo “con las musarañas”, ensimismado con los pequeños detalles que nos brinda el bucólico paisaje, haciendo más amena y llevadera la cristalina ascensión.
Circunvalamos las villas vecinas, la apacible mañana se presenta perfumada y bonita por Segurilla; desde aquí, enlazo con “territorios más románticos”; la fugaz bajada “del vertedero”, para adentrarme en “un reguero de piedras” que empina la angosta e impracticable vereda. Eso sí, la estampa es digna de admiración y recupero recuerdos –de otros tiempos- cuando se podía “cabalgar” –en ambos sentidos- sin ninguna dificultad. Aprovecho la estancia por la onírica catedral, para recrearme y disfrutar del atronador silencio, de los rincones engalanados y de las fabulosas vistas que “me regalan” desde la ceñida y profana balconada.
Aterrizo en la serena cañada, después de abandonar el empedrado templo; desde aquí, “me remango”, para adentrarme en la exigente trepada que nos brinda “la empinada muralla”; “al tran-tran, sin apretar”, “amansando los duros desniveles”, columpiado sin vértigo por la sobrecargada estampa voy avanzando, recortando y retorciéndome sobre la eficiente montura, para merendarme la guinda del pastel, con cuidado para no atragantarme. Después de “este susto”, vuelvo a entrar en la localidad “cagarrache”; desde aquí, busco la profundidad cerrera, sosegada y serena, que me transporta “a otra dimensión cósmica”; para añadir más “subidas” a la etapa, que me ponen a prueba por “la exuberante e idílica vía marrupeja”. Breve parada en la localidad “montesa”, saludo a algunos burriclistas que “van de paso” y desde aquí, “siento el aire a mis espaldas”, planeando por la rápida avenida y coger “carrerilla” para “conquistar la atalaya segurillana.”
Jornada para alimentar los sentidos y rescatar “los lúcidos fragmentos” en directo, que nos ofrece el plácido entorno; rústicos vallados empedrados, colchones de musgo estirados por el sendero; espesas “barbas de viejo” limpiando y aireando el terreno, unos cuantos terneros jugando entre las chaparras, postales “vacías, sin presencia” inundadas de vida, cargadas de pureza y tranquilidad y verdosos prados con lujosos aposentos, rodeados de longevas encinas. De vuelta para casa, “algunos goterones coqueteando con el día soleado”; oteo a mi alrededor para completar el delirante lienzo, ni rastro “del arcoíris”, ya que iba a utilizar sus carriles y portera para clausurar la entretenida etapa.
Destacar de la ruta, la agradable mañana, rincones, indómitas trochas, subidas desniveladas, compactados caminos y la sutil belleza del campo para ataviar las privilegiadas panorámicas. . Al falta de largas subidas por la zona, pues “juntamos unas pocas”, y problema resuelto. “¿Secreto? Ilusión, constancia, paciencia y confianza. No lo llames casualidad.”
Resumiendo, ruta circular de 56 kms. Los principales caminos recorridos han sido, Camino de Velada-Gamonal-Mejorada-Segurilla-Camino del Vertedero (Montesclaros)-Camino del Mojosal-Cañada Real Leonesa Oriental-Camino de Buenaventura-Segurilla (“Gran Muralla”)-Camino del Hituero-Antiguo Camino de Sotillo-Camino del Lomo-Cervera de los Montes-Segurilla-Subida La Atalaya-Camino de Mejorada-Velada.
SALUD…………….y TIEMPO.
“….mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni sitio…”
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