Sábado
11 de julio, desde “El barranco del nogal”, nos proponemos a dar comienzo la novedosa e
inédita integral. Siete montañeros veleños, aspirantes y caballeros, somos los
invitados al montano reto: “épica por todos los costados de la fortaleza de los
inexpugnables Galayos”. Ultimamos ¿todos los detalles? revisamos las apretadas mochilas, ajustamos los
bastones, nos jalbegamos de crema solar –por lo que pueda pasar- , oteamos a
nuestro alrededor , “también apretamos
los machos” y con muchos ánimos y bríos “para arriba arreamos”.
Comenzamos la marcha por el abrumador y
acogedor encanto “de la calleja pinera”; desde el principio, excelente armonía
y “un costal de bolerías”, para
animar a la intrépida cuadrilla. Nos
empapamos con la visible tranquilidad y serenidad de la plácida mañana; a
nuestro paso, percibimos “pequeños detalles para grandes momentos” en el
continuado ascenso. Por la ceñida senda,
altos pastizales y antes nuestros ojos ¡¡¡un marco inconmensurable!!!
Continuamos cogiendo alturas y los pinos solitarios, nos dan señales del
inminente collado. Fotos de rigor y echamos un vistazo “rápido”, para contemplar la grandeza que nos rodea.
Después del “primer asalto”, marchamos por
un tramo más cómodo “¿será llano?”; “a la izquierda debemos abandonar la
marcada senda”; lustrosos helechos y un manantial fresco, (“¿Nos salimos de
Málaga para meternos en Malagón?”)antes de volver a trepar; seguimos los
“mojones colocados” entre un sembrado de piedras de todos los tamaños; sobre la
marcha “echamos un trago y algo picamos” pero no demoramos. Hacemos “el cabra”
a media altura, salvando los “amenazantes piornos” y las entretenidas trochas
pedreras; nos acomodamos en la catedral “de piedras formadas”, admiramos la
espectacular estampa, inmortalizamos dichos momentos, mientras al abismo nos
asomamos. Más tramos enrevesados por las
alturas pedreras; Andrés “El Líder”, desciende al conocido collado, sin
previo aviso a buscar “otros hitos”; le
voceamos y nada, “está allí a lo
lejos”. Con la que tenemos montada aquí
arriba, Mariano, se va a la búsqueda del extraviado (Más tarde, nos avisan que
la vuelta se han dado). Los demás, continuamos buscando “la entrada ideal”. Nos
asomamos por verticales precipicios (“sin dejar de volar”) a ver si damos con
“la entrada ideal” por las peñas nominadas. Con pericia y más cuidado
descendemos por “el Pedroso barranco”; Goyo “El Coloso” lo intenta y “se cuela
en la Canal Reseca”. Los demás, decidimos seguir escalando, “sube hacia arriba y allí nos encontramos” –
en la despedida le avisamos-
Aquí hago un inciso, para dedicar una “oda
al caballero mencionado”. Por unos momentos, probó la soledad del montañero, con devoción
contempló la belleza montañera, sintió la pequeñez ante la brutal inmensidad, cientos
de ideas en la cabeza le atormentan, mientras continúa por la empinada odisea;
“¿volveré a ver a mis compañeros?” “buitres planean sobre mi cabeza” y desde el
trono de piedra con otros montañeros conversa y la surrealista historia les
cuenta “no sé dónde estoy, pero me han comentado que aquí vendrán”.
Su tesón y paciencia le hace enchufarse en “modo espera”.
Mientras tanto, los demás seguimos por
estas alturas “penando”; deshacemos algo del camino andado, pero continuamos
trepando; Ricky “El Grandullón” con tesón y hablando “arameo”, resiste en la abigarrada y abrupta fortaleza; Domingo “El Maca” con seguridad y
arrojo, nos guía por la ascendente
alternativa; hace rato que “el agua racionamos” y por estos lares, hay indicios
de cansancio. Hace rato, que hemos sobrepasado “los dos-mil” de altitud, “por
la cuenta que nos tiene”, brutales pendientes en tramos cortos, los piornos
haciendo mellas en las peladas piernas, pero
presentimos que estamos en el
añorado camino. Nos asomamos a “la ventanilla del ático”. Allí está, Goyo “El
Coloso”, desde el altar aéreo, “dando voces a sus fatigados compañeros”;
momentos de alegría y risas por las “taitantas anécdotas”, chistes fáciles y
bromas por la empedrada vía. Chuchi “Maravillas”, hace arengas de las
divertidas historias contadas; admiramos las monumentales vistas desde los
balcones empedrados; recorremos “la
inédita senda del cuarzo blanco” y “detrás de aquel peñasco, paramos para
alimentarnos”.
Continuamos “contando la jugada” con
mucha “guasa”, compartimos viandas y “lo poco que queda de agua”; bocatas,
ensalada pasta, queso “sudao”, fruta fresca y zumo de cebada “mareada, bien escanciada de tanto sube y baja”.
Planificamos la bajada, hacia “el refugio”, por la vía más rápida – en esta
ocasión, no vamos al manantial de Los Pelaos a abrevar-. Hacemos otra “pequeña
trepada” hacia la conocida portera; aparecen “amenazas de calambres” por los apretones
anteriores; nos recreamos con las honestas vistas de los descomunales riscos, mientras, de forma
precavida, descendemos por el picado y
ameno pedrerío. En el punto base, paramos a refrescarnos, el agua también
escasea en sus depósitos, a pesar de todo, “son generosos y nos dan un poco”, “nos abastecen hasta la próxima fuente”,
bebidas isotónicas para los combatientes y aunque parezca mentira, Domingo “El
Maca”, se “trinca una cola”. En el fugaz descanso, atónitos contemplamos “la
exhibición cabrera” –velocidad, saltos y frenadas- también la de los arriesgados escaladores en
los picos más elevados. Reemprendemos la marcha por el laberinto de las “zetas
adoquinadas”, paramos un par de veces “a echar un trago de agua y las botijas
llenar”. Con alegría y más satisfacción, marchamos por el carril galayar,
atestiguando la grandeza que ante la retina de los sentidos se nos presenta; Chuchi “Maravillas”, exaltando la acontecida
jornada; Goyo “El Coloso”, con el título honorífico de “montañero mayor”;
Domingo “El Maca” portando los galones y amenizando la etapa; Ricky “El
Grandullón”, dando las gracias “por el montañero palizón”. Sin más novedad y poco más que
contar (“pero mucho para guardar y recordar”) nos recreamos “echando un vistazo
hacia atrás”, entramos en “el torrado pinar” y en el punto de partida, damos la
etapa por concluida. Los "desertores" Mariano y Andrés, a la sombra del chiringuito nos aguardan
y por lo que se ve, no lo han pasado “tan mal”.
Después de la épica de los Galayos, baño en las heladas aguas y cebada fresca para regar la mencionada hazaña.
Resumiendo ruta circular de 20 kilómetros.
Hemos partido desde “El Nogal del Barranco”, Carril de los Galayos, Collado del Yelmo, Cabeza de Covacho, Fuente
de Los Malagones, Las Berroqueras, Peña “La Gallina”, Canal “La Reseca”; “Paso
del Cuarzo Blanco”; Puerta Falsa, Refugio Víctory y Carril de Los Galayos- El
Nogal del Barranco.
Buen día…………….SALUD.
“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde
ir, no tengo tiempo ni sitio….”
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