Domingo
veintitrés de agosto, bajón de temperaturas algunos gradillos, “por lo que
pueda pasar, echo los manguitos”. Tres caballeros veleños, dos “gamones” y Cristóbal “El descubridor”, acudimos a la
pactada cita – para la festiva etapa, notables bajas en la reconocida escuadra -
. Con las burricletas bien dispuestas y con las ganas “renovadas”, “vamos a
hacer tiradas algo más largas”. “Nos vamos al Piélago”, la propuesta de Roberto
“El Bueno” se acepta y por mayoría es aprobada.
Comenzamos la jornada, “reconociendo” la calmada travesía de la villa de Velada, rumbo
hacia “La gran cañada”; para “despertar” la mañana y las piernas “adormiladas”, por “La Gamonosa”
iniciamos la repetida escalada, “pero en cada etapa nos calienta un poco más”,
en dos minutos entramos en calor, “a
pesar, que subimos en modo distendido”, mientras, de todo un poco vamos hablando por el acogedor
y transitado camino. Cruzamos la villas “taitantas” veces visitadas y en
Segurilla, Domingo “El Maca” en solitario se atreve con la senda de los
leñadores. Los demás, nos adentramos en “los serenos cerros” y cabalgamos por
los pasos acicalados y algo empinados. Por la senda de los dornajos, “nos
encontramos con el astado extraviado”; paradojas de la vida, “el desconfiado
morlaco, perseguido por el quinteto de burriclistas”. Resultado final, encierro
rápido, limpio y sin incidentes, por toda la cuesta abajo, hasta que el acosado, en
la principal avenida nos ha dado esquinazo. Atravesamos el altozano
asilvestrado, pequeños repechos a nuestro paso y desde “cuatro caminos” en
Marrupe arribamos, ¿bocadillo o continuamos? Pues lo dicho, encaramados en “la vía
hormigonada” sin darnos cuenta “vamos ascendiendo”, el estridente silencio encabeza la marcha por la callejuela arbolada y el empedrado vallado, a la vez, que se va animando “el paso”.
Blázquez “El Gamonino”, en la temida bifurcación, “se da la vuelta” y hasta
aquí, su expedición. Entramos en el pasaje del tiempo, un mar de jaras y los
erguidos enebros, para disimular los sospechosos repechos; Roberto “El Bueno” y
Cristóbal, con fuerza y tesón a “La
pelleja cuesta” consiguen doblegar; para los demás, en septiembre “a recuperar”.
Cambio de tercio, el estrecho y oscuro callejón, adoquinado de piedra suelta y reposando
en el inmutable sombrajo, la empinada pendiente hormigonada y los repechos que atrás
hemos dejado, nos obligan a “seguir apretando”. Un mosaico de colores para
agasajar a la retina de los sentidos; la cristalina quietud, cobijada en el
grandioso robledal; apelotonados pinos y los castaños longevos dando colorido a
las estiradas cuestas y la misteriosa vereda, dibujada con retales de hojas secas. Después del
delirio colectivo por los rincones místicos, en Navamorcuende nos recibe –todo un lujo- el amigo Álvaro Cano (ejemplar y gran persona) siempre un placer coincidir con
él (“quedan pendientes esas invitaciones”). En el pilón de costumbre, paramos a
abrevar y “la andorga llenar”;
gominolas, dulces y fruta fresca para recargar las pilas y reponer las fuerzas gastadas.
Retomamos la marcha, a la salida de la
aldea montesa, entre las frondosas retamas, “paramos a desaguar”; algo “más
aliviados”, “volamos” por el ancho
camino y cuesta abajo, en la Gran Cañada nos colamos (por mi parte, añorando la
antigua y divertida senda); entretenidos subes y bajas, cruzamos el reseco río
y un poco más arriba llegamos a Sotillo. Desde aquí, nos atiza el aire de cara,
entre todos decidimos, continuar escalando por el vetusto camino, así
esquivamos el monótono llano ¡¡¡¡qué alivio!!! Salvamos los repechos que con ganas salen a
nuestro encuentro; y entre el repanchingado encinar, tenemos otra “amenaza de capea”, ¡¡¡vaya
jornada!!! En el grupo, nos acompaña el amigo “El Lobo”, que se “pierde” entre los castaños,
come manzanas, hace “malabares” por las cuestas y ya puestos, si tiene que
torear, torea. Hacemos unas bromas y nos echamos unas risas, antes de entrar en
la restaurada pista, comentarios varios por los enaltecidos parajes ¡¡¡parece una
autovía!!! En el “Marrupejo corto”, quién te ha visto y quién te ve, “ha
ensanchado y con hormigón te han
embadurnado”, eso sí, ¡¡¡vaya cuesta han dejado!!!Por territorios más
transitados, con “carreristas y más
burriclistas nos topamos”; cruzamos la
villa “cagarrache”, también atrás dejamos Mejorada y por “Las piedras caballeras”, decidimos acompañar a nuestros amigos hasta
Gamonal (para solidarizarnos con el cuentakilómetros). Como dice “El Lobo”,
tres tramos más tenemos para trepar y “¡¡¡qué
ganas tengo de ver la Atalaya, ya”!! Sin más novedad, arribamos en la villa
gamonina; en la sibarita plaza, nos
despedimos de los “susodichos”, hay amago de abrevar y brindar por la grata
etapa, pero la hora “nos salva” (otra queda pendiente) y nosotros, también
marchamos hacia Velada, con un “buen sabor de boca y las piernas bien
prietas”.
En definitiva, ruta circular de 75
kilómetros, los principales caminos transitados han sido; Cañada Real Leonesa
Oriental, Camino de Velada-Mejorada-Segurilla, Camino del Hituero, Camino
Antiguo de Segurilla a Sotillo, Senda La Cervera, Camino de Los Dornajos;
Camino de Segurilla a Marrupe, Camino de Marrupe-Hinojosa-Navamorcuende- Cañada
Real Leonesa Oriental- Sotillo de las Palomas. Camino de Sotillo de las
Palomas-Segurilla. Camino del Hituero. Camino de
Segurilla-Mejorada-Gamonal-Velada.
Pd: Roberto, gracias por tu aportación
fotográfica (2).
Buen día………..SALUD.
“mil
caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo
tiempo ni sitio….”
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