miércoles, 17 de febrero de 2016

Ruta: La Portiña-Atalaya (Segurilla)

     Domingo catorce de febrero, mañana ventosa y en el habitual punto de encuentro, a la hora acordada, “ni  el chino, todavía  ha abierto”, ni señales de los demás compañeros; Roberto “El Bueno” y “El Relatero”, fieles acudimos a la semanal cita, ante  la  “desbandada burriclista” ¿qué habrá sido de esta cuadrilla?, “tampoco pinta tan mal el enmarañado día”;  ¿subimos a la atalaya por la Portiña? le propongo a mí compañero de fatigas.

      Iniciamos la jornada, queremos evitar los caminos embarrados y  más  blandos, por los recientes aguaceros donados; no es mala opción la moqueta del canal “para rodar”; entretenidos marchamos y  “de todo un poco hablamos” para hacer más ameno el camino asfaltado  y sin darnos cuenta, en el resguardado canal nos colamos. A nuestro paso, enrollados en la manta de la agradable mañana, atisbamos  granjas ganaderas, los abandonados secaderos de tabaco y a un grupo de burriclistas, también saludamos. Nos guiamos por la ancha acequia, cruzamos los “tramos mejorados” y “por otros, que no recuerdo (ayer) haber pasado”, íbamos bien enfrascados en la “cháchara  multitemática” y “como sigamos a este paso, antes de tiempo terminamos”. Sin novedad,  dejamos el monótono canal, cuando abrimos  las puertas de las recreativas sendas; no  perdemos  de vista el generoso caudal y el perseguido torreón, allá en lo alto nos aguarda, vigilando con gran expectación; madrugadores  pescadores, “carreristas fondistas” y algún osado burriclista, maquillando los parajes de  la desconfiada jornada. Nos recreamos por la entretenida vereda y “nos toca escalar con esta gran ventolera” –para hacer la etapa más épica- ; nos enfrentamos a la ascensión del conocido “minipuerto”, con tesón y esmero, desafiamos al aire molesto  y la presencia de  “cuatro gotas descarriadas”, tampoco nos amedrantan; la escalada, se hace más corta de lo normal, a pesar de las temidas amenazas y en el tramo más empinado,  también damos la talla  “para coronar la imponente  atalaya”. Fotos de rigor delante de "la garita" y nos bajamos con prisa, “que aquí, el látigo del enfurecido Eolo, bien atiza”; nos entretenemos por la villa cagarrache, jugamos con “ la bomba” en la tradicional fuente; el amigo  Roberto a los mansos caballos les deleita con un cuento y para entretenernos un poco más, remendamos calmados vallados  “para  estirar el corral”. La explosión primaveral deja al descubierto coloridos cuadros y la agradable  sensación de “relajación” por los verdosos prados cercanos;  Tanteamos un lugar resguardado para repostar y en los muros de la piscina, “rebuscamos en el fondo de  las mochilas”;  compartimos viandas y picamos del menú variado,  a la vez que nos hidratamos, “mientras continuamos rajando”.

 
     

























































     Reemprendemos la marcha, atrás dejamos las villas vecinas y en el cruce de caminos, viramos  “hacia territorios  gamoninos”; nos adentramos en los sigilosos parajes de los cerros caballeros ¡¡¡cuánto me engatusa la privilegiada estampa!!!; por estos lares, hacen acto de presencia pastosos charcos y agua salpicando a nuestro paso y  “nos tragamos los pertinentes repechos”, bien “contados” por algunos compañeros. Cuando abrimos el pesado portón, sobre nuestras cabezas, se tiñen “terribles amenazas”, por la siniestra oscuridad mostradas; el cielo ennegrecido  “parece, que sobre nosotros se va a desplomar  y el guerrero Eolo, ahora nos arrea con más agresividad; momentos de diversión por la angosta vereda –aunque nos empuja para atrás-  seguimos “estarciando” nuestro sereno escenario  con los descomunales nubarrones, que tímidamente se animan a descargar. Desde la barrera, divisamos a lo lejos  –y no tanto- grandes cortinas de agua jarreando “de la que nos estamos librando” –comentamos,  mientras nos deleitamos por la entretenida bajada hacia la localidad de  Gamonal; en el “penoso” descenso –por la fuerza del  viento-  “te has empeñado en mojarte”, entre risas, me recuerda mí valeroso escudero. Arribamos en el monumento de la conocida  "Piedra"  y desde aquí, después de la  exitosa jornada, nos despedimos hasta la semana próxima.



     








































       En definitiva, ruta circular de 52 kilómetros, los principales caminos transitados han sido; Carril de las Mulas, Carreterín Alberche, Canal Bajo del Alberche- Portiña- Atalaya (Segurilla); Camino de Segurilla-Mejorada-Gamonal; Senda de la Encarnación, “Colá” de  Gamonal- Piedra Llana y Camino de Gamonal- Velada.


    Buen día……………SALUD.


    Pd: Roberto, muchas gracias por tu aportación fotográfica (6)



    “mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir,  no tengo tiempo ni sitio….” 

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