martes, 9 de febrero de 2016

Ruta: Romería de Santa Apolonia

     Domingo siete de febrero, mañana enmarañada y con el tiempo “un poco fresco”. Seis caballeros veleños acudimos al marcado punto de encuentro. Notables bajas en la cuadrilla; unos cuantos  lesionados, ¿cuándo vendrán los más  rezagados?  y  “los pupilos más listos”, “por descanso”,  se  han cogido el día de asuntos propios. No tenemos etapa marcada  en el libro de ruta, tampoco se presentan  alternativas sobre la mesa;  “no se hable más, nos vamos de romería a Santa Apolonia.”

     Iniciamos la jornada algo  trabada, como el día revuelto, aguantando el vendaval del aire gélido; marchamos bien agrupados, con amenas chácharas; carnavales locales, excesos en la tasca, con tanta jarana,  también hablamos de “los grupos de terapia”. Entre pitos y flautas, cuando nos postramos ante “La Gamonosa”, de sopetón, es un parar de no hablar más, tanto que parece la procesión del silencio; enfilamos la conocida ascensión, “cada cual como puede”, pero a primera hora, “se atraviesa la empinada cuesta” algún compañero nos comenta. Sin prisa, pero sin pausa, vamos esperando y nos agrupamos “sin pararnos”; con deleite, degustamos el sosegado camino, avistamos el ganado todavía adormilado, también,  nos saludan los tempraneros “carreristas” y Andrés “El Líder”-de mentira- me confiesa “cuánto disfruto  en cada salida, aunque sólo sea media horilla”. Despertamos a la villa vecina, ratoneamos  por las despejadas calles, para adentrarnos en “la senda vieja  de Talavera”; resuenan las gaitas y las trompetas y nos “entregamos” por el tobogán de las desgastadas piedras, entre chaparras y restos de  arena suelta; avisamos de nuestra presencia  a otros “burriclistas” que “la hacen  de subida”. Cristobalón, lo anota en su agenda, y me da, que en breve va a trepar por la mencionada cuesta; bajamos en “un plis-plas” por la acogedora vereda,  extremamos la precaución, sobre todo en el levantado escalón; fotografiamos los momentos de rigor y Domingo “El Marca” vigilando la retaguardia,  nos comenta que “tiene vértigo”, después de “la noche toledana”. Salimos a la pista ancha, salvamos el repecho hormigonado antes de llegar al cruce señalizado; por el cordel extremeño, es un no parar, “sobre todo, porque hay que bajar”; a nuestro paso indicios de la anunciada romería; aparcamientos habilitados y bien señalizados, agentes de seguridad, aguardando la marcha peregrina  y las grasas de  las viandas, reposando en las atizadas planchas. Todavía no podemos pasar a la ermita, “tienen que llegar las autoridades y la comitiva”, -nos informan  desde la verja principal. “Foto” de rigor para enmarcar y  buscamos un rincón resguardado “para repostar”. Cada vez “echamos el bocata más pronto”, “no hemos hecho ni hambre”; pues eso, que todos comentamos, pero cada uno “tiene algo entre  manos”; dulces, fruta fresca, pasas y “algún bocata”, para “llenar la andorga” y  hacer más amena la parada.



      









































































     Reemprendemos la marcha y nos “colamos” en una  estampa  privilegiada,  “poco transitada” y  sutilmente  disfrazada  por la primavera adelantada; saltamos la alambrada en el suelo tendida, pero el camino marcado “lo han arado”; cruzamos un campo hostil, de piedras sembrado,  hasta que damos con la vía camuflada. Nos adentramos en el apacible encinar, saludamos a los alegres  andarines, que con devoción  hacia Santa Apolonia peregrinan; esquivamos algunos charcos y pasos embarrados; atrás dejamos “el poblado abandonado”, entre muretes de piedra, separando establos y casas ¿abandonadas?; mis compañeros, se hacen eco del singular rincón arbolado  y de los reconfortantes momentos de recreo que amablemente  nos muestran, antes de entrar (¿o  salir? ) en “El Casar del Ciego”. Chema “Tino” para a saludar a algún familiar  y nos señala  la antigua casa donde en su niñez habitaba; en este mini-parón,  Roberto “El Bueno”, pone a punto la achacosa  burricleta de Cristobalón y  en la entrada a  “Torrehierro”,   saltan las alarmas, “nos atiza el aire de cara”, nos toca un buen rato “cabalgar con dificultad” y algo más lentos de lo normal; cruzamos las anchas calles asfaltadas y por la amplia explanada, arribamos en la vecina  localidad gamonina. Hacemos “otra parada” en la tasca de “Los Amigos de Gamonal”; abrevamos zumo de cebada, degustamos una mariscada, productos de la matanza y también tenemos tiempo, de ver la tradicional Soldadesca desfilar. No vemos el tiempo de partir, “se está muy bien aquí”;  proponemos alargar “un poco más la jornada”, mientras nos despedimos de los hospitalarios vecinos y amigos.  Todavía el aire no se ha echado, y atiza con más descaro y cuando llegamos a la carretera,  un trío de compañeros (Chema, Andrés y Domingo) tiran ya  “palpueblo”, “alguno” se ha “rajado” y eso que han puesto “los perros en rastro”. Cristobal  y el “relatero”,  continuamos con el ameno  paseo, las privilegiadas dehesas son testigo de nuestro efímero paso y entre chácharas y escuchando al tozudo viento; nos quitamos “un peso de encima” cuando giramos y al temeroso aire damos la espalda y  anotamos otros tantos kilómetros, antes de finalizar por “el paso imperial”.

 

    











































































      Resumiendo, ruta circular de 43 kilómetros, los principales caminos transitados han sido; Cañada Real Leonesa Oriental, Camino de Velada a Mejorada; Camino de Mejorada a Talavera, Cañada Extremeña, Camino Santa Apolonia (Valdelacruz  y El Malojo), El Casar de Talavera, Polígono Torrehierro,  Camino de Gamonal, Carril de las Mulas y Camino Real-Velada.

      Pd: Roberto, muchas gracias por tu aportación fotográfica (2) y por las invitaciones en “El Hogar”.



       Buen día……………..SALUD.




“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir,  no tengo tiempo ni sitio….” 

2 comentarios:

  1. Por si fuera de interés para usted, sus compañeros de rutas o los lectores de su web, tengo publicado el blog plantararboles.blogspot.com
    Un manual sencillo para que los amantes de la naturaleza podamos reforestar, casi sobre la marcha, sembrando las semillas que producen los árboles y arbustos autóctonos de nuestra propia región.
    Salud, José Luis Sáez Sáez.

    ResponderEliminar
  2. Jose Luis, muchas gracias por mostrarnos tu blog.....Bastante original e interesante. Muchos ánimos y suerte con "tu utopía". SALUD.

    ResponderEliminar