Domingo siete
de febrero, mañana enmarañada y con el tiempo “un poco fresco”. Seis caballeros
veleños acudimos al marcado punto de encuentro. Notables bajas en la cuadrilla;
unos cuantos lesionados, ¿cuándo vendrán
los más rezagados? y “los
pupilos más listos”, “por descanso”, se han
cogido el día de asuntos propios. No tenemos etapa marcada en el libro de ruta, tampoco se presentan alternativas sobre la mesa; “no se hable más, nos vamos de romería a Santa
Apolonia.”
Iniciamos la jornada algo trabada, como el día revuelto, aguantando el
vendaval del aire gélido; marchamos bien agrupados, con amenas chácharas;
carnavales locales, excesos en la tasca, con tanta jarana, también hablamos de “los grupos de terapia”.
Entre pitos y flautas, cuando nos postramos ante “La Gamonosa”, de sopetón, es
un parar de no hablar más, tanto que
parece la procesión del silencio; enfilamos la conocida ascensión, “cada cual
como puede”, pero a primera hora, “se atraviesa la empinada cuesta” algún
compañero nos comenta. Sin prisa, pero sin pausa, vamos esperando y nos
agrupamos “sin pararnos”; con deleite, degustamos el sosegado camino, avistamos
el ganado todavía adormilado, también,
nos saludan los tempraneros “carreristas” y Andrés “El Líder”-de mentira-
me confiesa “cuánto disfruto en cada
salida, aunque sólo sea media horilla”. Despertamos a la villa vecina,
ratoneamos por las despejadas calles,
para adentrarnos en “la senda vieja de
Talavera”; resuenan las gaitas y las trompetas y nos “entregamos” por el
tobogán de las desgastadas piedras, entre chaparras y restos de arena suelta; avisamos de nuestra
presencia a otros “burriclistas” que “la
hacen de subida”. Cristobalón, lo anota
en su agenda, y me da, que en breve va a trepar por la mencionada cuesta;
bajamos en “un plis-plas” por la acogedora vereda, extremamos la precaución, sobre todo en el
levantado escalón; fotografiamos los momentos de rigor y Domingo “El Marca”
vigilando la retaguardia, nos comenta
que “tiene vértigo”, después de “la noche toledana”. Salimos a la pista ancha,
salvamos el repecho hormigonado antes de llegar al cruce señalizado; por el
cordel extremeño, es un no parar, “sobre todo, porque hay que bajar”; a nuestro
paso indicios de la anunciada romería; aparcamientos habilitados y bien señalizados,
agentes de seguridad, aguardando la marcha peregrina y las grasas de las viandas, reposando en las atizadas
planchas. Todavía no podemos pasar a la ermita, “tienen que llegar las
autoridades y la comitiva”, -nos informan
desde la verja principal. “Foto” de rigor para enmarcar y buscamos un rincón resguardado “para
repostar”. Cada vez “echamos el bocata más pronto”, “no hemos hecho ni hambre”;
pues eso, que todos comentamos, pero cada uno “tiene algo entre manos”; dulces, fruta fresca, pasas y “algún
bocata”, para “llenar la andorga” y hacer más amena la parada.
Reemprendemos la marcha y nos “colamos”
en una estampa privilegiada,
“poco transitada” y sutilmente disfrazada por la primavera adelantada; saltamos la
alambrada en el suelo tendida, pero el camino marcado “lo han arado”; cruzamos
un campo hostil, de piedras sembrado, hasta que damos con la vía camuflada. Nos
adentramos en el apacible encinar, saludamos a los alegres andarines, que con devoción hacia Santa Apolonia peregrinan; esquivamos
algunos charcos y pasos embarrados; atrás dejamos “el poblado abandonado”,
entre muretes de piedra, separando establos y casas ¿abandonadas?; mis
compañeros, se hacen eco del singular rincón arbolado y de los reconfortantes momentos de recreo que
amablemente nos muestran, antes de
entrar (¿o salir? ) en “El Casar del
Ciego”. Chema “Tino” para a saludar a algún familiar y nos señala la antigua casa donde en su niñez habitaba; en
este mini-parón, Roberto “El Bueno”,
pone a punto la achacosa burricleta de
Cristobalón y en la entrada a “Torrehierro”, saltan las alarmas, “nos atiza el aire de
cara”, nos toca un buen rato “cabalgar con dificultad” y algo más lentos de lo
normal; cruzamos las anchas calles asfaltadas y por la amplia explanada,
arribamos en la vecina localidad
gamonina. Hacemos “otra parada” en la tasca de “Los Amigos de Gamonal”; abrevamos
zumo de cebada, degustamos una mariscada, productos de la matanza y también tenemos tiempo, de ver la tradicional
Soldadesca desfilar. No vemos el tiempo de partir, “se está muy bien aquí”; proponemos alargar “un poco más la jornada”,
mientras nos despedimos de los hospitalarios vecinos y amigos. Todavía el aire no se ha echado, y atiza con
más descaro y cuando llegamos a la carretera,
un trío de compañeros (Chema, Andrés y Domingo) tiran ya “palpueblo”, “alguno” se ha “rajado” y eso que
han puesto “los perros en rastro”. Cristobal y el “relatero”, continuamos con el ameno paseo, las privilegiadas dehesas son testigo
de nuestro efímero paso y entre chácharas y escuchando al tozudo viento; nos
quitamos “un peso de encima” cuando giramos y al temeroso aire damos la espalda
y anotamos otros tantos kilómetros, antes
de finalizar por “el paso imperial”.
Resumiendo, ruta circular de 43
kilómetros, los principales caminos transitados han sido; Cañada Real Leonesa
Oriental, Camino de Velada a Mejorada; Camino de Mejorada a Talavera, Cañada
Extremeña, Camino Santa Apolonia (Valdelacruz y El Malojo), El Casar de Talavera, Polígono
Torrehierro, Camino de Gamonal, Carril
de las Mulas y Camino Real-Velada.
Pd: Roberto, muchas gracias por tu
aportación fotográfica (2) y por las invitaciones en “El Hogar”.
Buen día……………..SALUD.
“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde
ir, no tengo tiempo ni sitio….”
Por si fuera de interés para usted, sus compañeros de rutas o los lectores de su web, tengo publicado el blog plantararboles.blogspot.com
ResponderEliminarUn manual sencillo para que los amantes de la naturaleza podamos reforestar, casi sobre la marcha, sembrando las semillas que producen los árboles y arbustos autóctonos de nuestra propia región.
Salud, José Luis Sáez Sáez.
Jose Luis, muchas gracias por mostrarnos tu blog.....Bastante original e interesante. Muchos ánimos y suerte con "tu utopía". SALUD.
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