martes, 2 de febrero de 2016

Ruta: La Dehesa El Sapo

Domingo, treinta y uno de enero, continuamos con temperaturas suaves y mañanas agradables. En el punto de partida, hoy toca pasar lista y recogida de firmas de los congregados, para reivindicar los caminos “porque sí” cerrados. Nueve caballeros veleños acudimos a la habitual cita, con las burricletas bien dispuestas y prestas para lo que acontezca, según el alto cargo, “nos vamos de visita  al sapo”.

     Iniciamos la jornada, hacia los cuadros de la vega es la dirección correcta; nos enfilamos por “la Laguna del Conejo”, hacia la tupida dehesa; rodamos bien agrupados y de todo un poco vamos “rajando”; me adelanto para las pertinentes fotografías y se palpa la buena armonía de la animosa cuadrilla; pasos asilvestrados ( este tramo, poco transitado) y por el temporal pasado, rasgado en la cuesta abajo. Más adelante nos dan el alto, “El Carpin” la cadena ha “quebrado”; nos ponemos en marcha, unos dan indicaciones, otros buscamos las herramientas y  Roberto “El Bueno” remata la mecánica faena, mientras,  Diego “Sin Miedo” muy  tempranero, para tirar de merienda, abre su  tartera. Solucionado el “entuerto”, nos ponemos en movimiento, por la senda bien marcada, disfrutamos de la serena  mañana; sin problemas,  vadeamos la laguna, que en temporadas pasadas, inundaba hasta las alambradas; abrimos las porteras pertinentes, pasamos por las casas de Quejigoso y más adelante, la jefa nos vuelve a deleitar con la misma cantinela “este camino es privado”, aunque eso no es lo que dice “el catastro calerano”, amablemente le recordamos. Buscamos la vía de servicio,  por el camino de  Betania, nos adentramos en la vereda de la Raya; momentos de diversión y furor en el ceñido tramo; huele a primavera recién llegada, la hierba fresca y las frondosas chaparras aliñando la singular  estampa  y las ninfas del monte, danzando alegres al paso de la jovial escuadra. Nos relajamos por el ancho camino, momentos para la expansión y el recreo,  “aunque algunos divagan y no saben ni por dónde se andan”; por el puente de la victoria, entramos en la localidad de Alcañizo y El Gran Maestre marcha  en cabeza,  porque también  es profeta en su aldea. En este punto, un trío de compañeros, por varios motivos, deciden dar media vuelta; los demás, hacia “El Sapo”, nos alejamos; seguimos abriendo porteras, mientras recordamos las anécdotas de la subida a la encina vigía  y  las apariciones del guarda con su escopeta. A nuestro paso, desfilan multitud de fotogramas vivos y  coloridos, extensas siembras de cereales  bien cuidadas, un batallón de encinas vigilando el enigmático rincón, los latidos del silencio embriagador y la espectacular visión de los jabalíes y sus crías,  recorriendo la silenciada dehesa a toda prisa. Perdidos en los amables parajes, acordamos  la parada obligada  “al solecito a comer el bocadillo”, no se hable más y debajo de la menuda encina, paramos a repostar. De fondo, las amenas melodías  de los pajarillos, escuchamos;  abrimos los zurrones y tiramos del menú tradicional; fruta fresca, dulces, pasas y algún bocata, mientras nos deleitamos desde la particular  terraza, algunos “deliran” y  se acuerdan de la hamaca y de una tortilla de patatas. 

 
     































































     Reemprendemos la etapa, por el enmarcado cuadro, saludamos a “otro burriclista” y más gente andando; por la parte de atrás arribamos a Oropesa, en esta ocasión,  no visitamos la ermita (“de turismo,  otro día”) y cogemos el camino de la vía. Alegramos la marcha por la parte llana, avistamos  los verdosos vallados al camino asomados, en el soleado día  “cuántos paseantes”  y un rebaño de ovejas, “nos ataca” y   pega un susto a Diego “Sin Miedo” que va delante.  Por la pista ganadera, “casi tocamos la siembra”, salvamos algunos charcos  embarrados y “menos mal que todavía no ha llovido tanto”- comentamos. Cruzamos el carril ferroviario y a nuestro paso, más granjas y establos dando vida al monótono decorado plano; llegamos al tramo asfaltado y desde aquí, nos vamos hacia Horcajo. “Tienen  su encanto estos caminos aledaños”, por la retaguardia ya parece que flaquean las fuerzas, cuando Nicolás “Charcos”, nos recuerda, “que ya hemos entrado en España”; de tanto disparar fotografías, se me ha encasquillado el artefacto fotográfico,  nos entretiene el bullicioso ganado pastando, la presencia de una liebre acelerando y Domingo “El Maca” que “intenta la escapada”, “ya va tarde a las cañas”, entre risas le recordamos, sin olvidarnos de  la parte de atrás,  “parece, que la campana han tocado”. En el camino Real, paramos y nos agrupamos, bajamos alguna marcha y en modo distendido, rodamos bien  hermanados;  sobre la marcha, lindamos y deslindamos antiguos caminos y sin más novedad,  llegamos al punto de partida para estirar.




    















     Resumiendo, ruta circular de 56 kilómetros, los caminos transitados han sido; Cañada Real Leonesa Oriental, Carril de las Mulas, Camino de Cornocosillo, Camino de Alcañizo, Camino de Quejigoso,  Camino de Navalcán, Vía de Servicio, Camino Betania, Camino La Raya del Monte, Camino Calera, Talavera –Alcañizo. Camino del Torrico (Dehesa del Sapo), Camino Oropesa; Camino Torralba-Alcañizo-Calera. Camino de Aravalles, Camino de Oropesa a Velada, Camino Real de los Veratos a Velada.



      Pd: El viernes (29-1-16) coincidí con Fernando “El Grande”, hicimos una etapa cerrera y de senderitos por “el circuito” de Mejorada, veredas de la Encarnación y de Los  Lobos. Todo un lujo y privilegio el compartir estos kilómetros  con tal insigne personaje, digno de admiración como deportista y ejemplar como persona. 






     





Buen día………..SALUD.  



“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir,  no tengo tiempo ni sitio….” 





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