lunes, 27 de febrero de 2017

Ruta: Aldea Arango-Puente Nadinos.

Domingo veintiséis de febrero, mañana “algo extraña” de gris intenso, engalanada y de niebla bien cargada; ocho caballeros veleños y “El Lobo” gamonino, acudimos al lugar pactado; continuamos recuperando efectivos, después de los merecidos descansos, los amigos “Gabrieles” y Eduardo “El Carpin”, siempre son bienvenidos. No hay ruta marcada sobre la mesa y los altos cargos, tampoco “dicen nada”, al final, “pallá al puente del Guadyerbas”, sin concretar más, luego,  ya se verá. 
  
Iniciamos la jornada,  atravesando las calles desiertas y  silenciadas después de “la parranda pasada”; según nos alejamos de la villa, se hace “más espesa la inesperada neblina”; saludamos al amigo Ángel “El Guerrero” que ha madrugado “le queda una vuelta” y El Baldío está custodiando; nos adentramos en la calmada dehesa, somos testigos de sus encantos, mientras con “desparpajo”,  salvamos “algunos” charcos, por los blandos caminos y bien embarrados; menos mal,  que el espectáculo de  “cientos” de ciervos nos animan la vista entre el laberinto de encinas. Nos adueñamos del mágico bosque, de “otoño camuflado” y  sin novedad,  cruzamos el complaciente río por el tramo hormigonado y rescatamos llamativas estampas, tapizadas en una  alfombra de hojarascas; también, abrimos la porteras conocidas y después de escalar la tímida tachuela, salimos a la anchurosa cañada. En este punto, un quinteto de caballeros, deciden dar media vuelta, “acaban de iniciar  la pretemporada” y no quieren alargar la etapa. Los demás,   por la acicalada y “arreglada”  vía ganadera, marchamos animados, “cabalgando” por apagados parajes con tintes  agrisados, dándolos un aire arcano y  de encubierto  encanto. Por estas lides,  hacemos un tramo de asfalto, ante de “colarnos” en la tupida dehesa, cargada de intriga y de  su singular belleza, desbordada; Andrés “El Líder” recupera su trono y nos muestra su mejor versión ¿con quién estará “entrenando” el gorrión? Coronamos el antiguo asentamiento veleño, también damos los buenos días a sus simpáticos dueños y nos perdemos por la espesura del límpido monte, que “con muy buenas maneras”  está siendo mimado y adecentado; a nuestro paso, por la digna postal, la sentida tranquilidad nos aturde,  montones de leña y ramajes apilados, también “bañeras” de barro e inconfundibles rastros de los esquivos jabatos van dejando y por la enredada y divertida vía,  arribamos en  la derruida construcción. Fotos de rigor, como es tradición y unos minutos para llenar la andorga con frutos secos, pasas, dulces y “algún bocata”,  para hacer más amena “la obligada parada”. 












































































Después de los minutos de asueto, emprendemos la marcha, saltando la oxidada alambrada, después de trabajar en equipo y de forma coordinada;  con pericia, cruzamos el generoso arroyo y por los rincones  más secretos y entre los delirios del  profundo reposo  nos recreamos. El amigo  Gabriel “Lamparillas” de  arrojo y tesón sobrado, ha reaparecido con buena  nota y en cuatro días,  “éste” anima “la cuadrilla”. Atrás dejamos el coqueto bosque, otro tramo asfaltado y en el infinito terralgo nos adentramos;  Gabriel,  por estos lares abandona –por eso de no hartarse- y el galardonado  Andrés, lidera el reducido grupo  entre la perenne niebla, pero antes de desaparecer,  nos lleva “a pie de puerto” para que rematemos la faena por los escondidos cerros. Alberto “El Maestro Ceramista” y “El Relatero”, tenemos ganas de marcha y queremos alargar “algo más la etapa” haciendo “un extra de clásicas”; escalamos la siempre exigente  cuesta de las Colmenas (la original), mi compañero dándolo todo –como es habitual en él-  y metiendo “un punto más”, él es así, le gusta “bregar”; nos entretenemos y recreamos por el cerro abigarrado y entre la espesura de la niebla, se ocultan otras “conocidas subidas”. Nos ponemos el traje de faena y apretamos por los empinados y tapados repechos “mejor, así no los vemos” pero en las piernas los llevamos. Después del titánico esfuerzo, llegamos a la aldea zorrera, hacemos un quiebro y el último tramo lo hacemos más llevadero; en modo distendido y de “cháchara”, salvamos los repechos de las piedras caballeras, somos testigos de la “lúgubre estampa” –que su encanto también se deja notar” y en la villa gamonina, entramos a presenciar “La Soldadesca”, su fiesta tradicional; saludamos a los amigos del hogar, en  buena armonía,  echamos unas tapas y un zumo de cebada para la jornada ilustrar. Entre música y vítores nos escapamos por “la puerta de atrás”, hacemos otro guiño a “la cuesta de la jineta”, mientras comentamos “la excelente jornada”, nos despedimos hasta la próxima semana.








































En definitiva, ruta circular de 64 kilómetros, los principales caminos transitados han sido: Camino de Arenas-Navalcán-Parrillas; Camino de Mejorada-Parrillas, Cañada Real Leonesa Occidental; N-502; Camino del Boquerón-Aldea Arango; Camino de Aldea Arango- Velada-Puente Nadinos-Parrillas-Velada; Camino del Torilejo; Camino de Mojeda-Huertos; Subida de Las Colmenas –Cerro del Arriero-: Camino del Madroño (Mataburras)-Mejorada-Gamonal-Velada.


    Buen día……………SALUD.




“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir,  no tengo tiempo ni sitio….” 

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