Domingo veintiséis de
febrero, mañana “algo extraña” de gris intenso, engalanada y de niebla bien
cargada; ocho caballeros veleños y “El Lobo” gamonino, acudimos al lugar
pactado; continuamos recuperando efectivos, después de los merecidos descansos,
los amigos “Gabrieles” y Eduardo “El Carpin”, siempre son bienvenidos. No hay
ruta marcada sobre la mesa y los altos cargos, tampoco “dicen nada”, al final,
“pallá al puente del Guadyerbas”, sin concretar más, luego, ya se verá.
Iniciamos la jornada, atravesando las calles desiertas y silenciadas después de “la parranda pasada”;
según nos alejamos de la villa, se hace “más espesa la inesperada neblina”;
saludamos al amigo Ángel “El Guerrero” que ha madrugado “le queda una vuelta” y
El Baldío está custodiando; nos adentramos en la calmada dehesa, somos testigos
de sus encantos, mientras con “desparpajo”, salvamos “algunos” charcos, por los blandos
caminos y bien embarrados; menos mal,
que el espectáculo de “cientos”
de ciervos nos animan la vista entre el laberinto de encinas. Nos adueñamos del
mágico bosque, de “otoño camuflado” y
sin novedad, cruzamos el
complaciente río por el tramo hormigonado y rescatamos llamativas estampas,
tapizadas en una alfombra de hojarascas;
también, abrimos la porteras conocidas y después de escalar la tímida tachuela,
salimos a la anchurosa cañada. En este punto, un quinteto de caballeros,
deciden dar media vuelta, “acaban de iniciar
la pretemporada” y no quieren alargar la etapa. Los demás, por la acicalada y “arreglada” vía ganadera, marchamos animados,
“cabalgando” por apagados parajes con tintes
agrisados, dándolos un aire arcano y
de encubierto encanto. Por estas
lides, hacemos un tramo de asfalto, ante
de “colarnos” en la tupida dehesa, cargada de intriga y de su singular belleza, desbordada; Andrés “El
Líder” recupera su trono y nos muestra su mejor versión ¿con quién estará
“entrenando” el gorrión? Coronamos el antiguo asentamiento veleño, también
damos los buenos días a sus simpáticos dueños y nos perdemos por la espesura
del límpido monte, que “con muy buenas maneras” está siendo mimado y adecentado; a nuestro
paso, por la digna postal, la sentida tranquilidad nos aturde, montones de leña y ramajes apilados, también “bañeras”
de barro e inconfundibles rastros de los esquivos jabatos van dejando y por la
enredada y divertida vía, arribamos en la derruida construcción. Fotos de rigor, como
es tradición y unos minutos para llenar la andorga con frutos secos, pasas,
dulces y “algún bocata”, para hacer más
amena “la obligada parada”.
Después de los minutos de
asueto, emprendemos la marcha, saltando la oxidada alambrada, después de
trabajar en equipo y de forma coordinada; con pericia, cruzamos el generoso arroyo y por
los rincones más secretos y entre los
delirios del profundo reposo nos recreamos. El amigo Gabriel “Lamparillas” de arrojo y tesón sobrado, ha reaparecido con
buena nota y en cuatro días, “éste” anima “la cuadrilla”. Atrás dejamos el
coqueto bosque, otro tramo asfaltado y en el infinito terralgo nos
adentramos; Gabriel, por estos lares abandona –por eso de no
hartarse- y el galardonado Andrés, lidera
el reducido grupo entre la perenne
niebla, pero antes de desaparecer, nos
lleva “a pie de puerto” para que rematemos la faena por los escondidos cerros.
Alberto “El Maestro Ceramista” y “El Relatero”, tenemos ganas de marcha y
queremos alargar “algo más la etapa” haciendo “un extra de clásicas”; escalamos
la siempre exigente cuesta de las
Colmenas (la original), mi compañero dándolo todo –como es habitual en él- y metiendo “un punto más”, él es así, le gusta
“bregar”; nos entretenemos y recreamos por el cerro abigarrado y entre la
espesura de la niebla, se ocultan otras “conocidas subidas”. Nos ponemos el
traje de faena y apretamos por los empinados y tapados repechos “mejor, así no
los vemos” pero en las piernas los llevamos. Después del titánico esfuerzo,
llegamos a la aldea zorrera, hacemos un quiebro y el último tramo lo hacemos
más llevadero; en modo distendido y de “cháchara”, salvamos los repechos de las
piedras caballeras, somos testigos de la “lúgubre estampa” –que su encanto
también se deja notar” y en la villa gamonina, entramos a presenciar “La
Soldadesca”, su fiesta tradicional; saludamos a los amigos del hogar, en buena armonía, echamos unas tapas y un zumo de cebada para
la jornada ilustrar. Entre música y vítores nos escapamos por “la puerta de
atrás”, hacemos otro guiño a “la cuesta de la jineta”, mientras comentamos “la
excelente jornada”, nos despedimos hasta la próxima semana.
En definitiva, ruta circular
de 64 kilómetros, los principales caminos transitados han sido: Camino de
Arenas-Navalcán-Parrillas; Camino de Mejorada-Parrillas, Cañada Real Leonesa
Occidental; N-502; Camino del Boquerón-Aldea Arango; Camino de Aldea Arango-
Velada-Puente Nadinos-Parrillas-Velada; Camino del Torilejo; Camino de
Mojeda-Huertos; Subida de Las Colmenas –Cerro del Arriero-: Camino del Madroño
(Mataburras)-Mejorada-Gamonal-Velada.
Buen día……………SALUD.
“mil caminos por andar y
mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni
sitio….”
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