Domingo diecinueve de
febrero, en el habitual punto de encuentro, seis caballeros veleños nos
presentamos a filas. Domingo “El Maca” y Goyo “El Coloso”, después de “la baja
voluntaria” se incorporan y alistan para
la nueva temporada. Después de los saludos pertinentes y la alegría mostrada
por la presencia de los bravos combatientes….No tenemos claro la etapa y para
no “desperdigarnos”, a ver “los
almendros en flor”, entre los presentes,
acordamos.
Iniciamos la jornada,
por los cuadros de la Vega hacia la carretera de Calera, por esto de esquivar las pistas de agua anegadas; por la vía de servicio, rodamos
en modo distendido, comentando temas varios y bromas de colores por el ambicioso reto pactado, “esto se nos ha
ido de las manos”, tenía ganas de hablarlo en directo –según nos comenta Goyo.
El amigo Domingo, también nos cuenta, sobre
“su larga y dura temporada de las catas”, y de paso avisa, que ha abierto las inscripciones de “la
furgoneta”, para recortar la etapa de
Ávila. A nuestro paso, caminos blandos y algo embarrados por el pastoso llano;
por estos lares, avistamos una rapaz que
sobrevuela nuestras cabezas “¿estará seleccionando la mejor presa?”; una
bandada de perdices “con prisa” levantan el vuelo ante nuestra animada
presencia, mientras somos testigos de la calmada mañana, la quietud del plácido encinar y la vistosa estampa de la copiosa siembra, de agua hartada. Circunvalamos
campos bien cuidados y otros, de colorines estampados en los cuadros caleranos; mientras continúa la
animosa “cháchara”, me preparo para tirar alguna fotografía más y la cámara
contra el asfalto se va a estrellar (se tiene que acostumbrar), la tarjeta por
aquí, la batería por allá, monto “el puzle herido” –sin consecuencias- y lista para funcionar. Cruzamos la villa de
Calera y hacia “la vía” con júbilo y brío,
marchamos; saludamos a paseantes, carreristas y también algún
burriclista que también se han animado en la descolorida mañana. Por la
alargada pista, sin sobresaltos y bien
relajados cabalgamos; nos parapetamos entre el callejón de cañas; a nuestro
alrededor, avistamos extensos campos “con exquisito mimo “tratados”. Más
adelante, se dejan ver las primeras instantáneas del florido almendral; nos
recreamos con la lujosa vista,
fotografías para inmortalizar “la anual y obligada etapa” y a lo largo de nuestra andanza, una copiosa alfombra de pétalos blanquecinos, hacen
los honores y alegran el paseíllo de
“los caballeros velaínos”; deliramos y algunas bolerías también
soltamos, sobre caballeros de famosas órdenes, asaltos de fortalezas, valientes
guerreros, mientras el amigo Goyo “habla
de besos petaleros”. Arribamos en la estación de Silos y aquí, hacemos la hora
“del bocadillo”; buscamos un “rego-viento”, para hacer más llevadero estos minutos de asueto.
Picamos frutos secos, dulces, fruta fresca; tenemos clases de orientación
espacial, “Canturias” está “pallá”;
también nos acordamos y reímos, recordando divertidas anécdotas y “la épica montañera de la reseca”.
Reemprendemos la marcha, ahora, con el aire de lleno, atizándonos en la cara; sabemos la que nos espera en el camino de vuelta y con disimulo, aprovechamos para despedirnos de la estampa floral. Parece que “El Gran Maestre” tiene problemas, “la rueda delantera se me frena” – me comenta. Echamos un vistazo a la longeva burricleta y aquí está, “la llanta tienes agrietada”. Le suelto los frenos delanteros (-para evitar la fricción-) y ahora, “rueda nueva” y a pedalear con precaución. Nos reagrupamos con los demás compañeros, les damos novedades del inesperado incidente y continuamos cabalgando con la misma cantinela, “el temeroso Eolo” azuzándonos y haciéndonos el camino más “penoso”. Andrés “El Líder”, en primera línea nos guía, echando un pulso al tozudo “airoteo” en el revuelto día; a nuestro paso, avistamos un laberinto de acequias que se pierden por las custodiadas huertas; casas de labranzas bien conectadas, balizas para otras vías investigar y el enfurecido río, dando hospedaje a una variedad de aves. Se nos hace eterno este tramo, además no tenemos ningún resguardo; cruzamos la localidad de Alberche y desde aquí, todos rectos hasta Gamonal; esperamos y nos reagrupamos, sin dejar de mirar “hacia atrás”. Cruzamos la villa gamonina y el amigo Roberto “El Bueno”, nos acompaña hasta “las afueras”, se quiere asegurar que no nos perdemos; en el alto de “La Jineta” despedimos al amigo gamón, “cada mochuelo a su olivo” y hasta la próxima invitación.
Resumiendo, ruta
circular de 47 kilómetros, hemos transitado; Carretera Calera, Vía de servicio
N-V; Camino de La Raya de Chozas; Vía Verde de la Jara; Carreterín de La Vega
de Abajo-Alberche-Gamonal-Camino de Velada.
Buen día…………..SALUD.
“mil caminos por andar y
mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni
sitio….”
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