Domingo, cinco de
marzo, otra mañana de niebla
“meona” , pero agradables temperaturas nos acompañan desde primeras horas. Once
caballeros veleños, acudimos al habitual
punto de partida, con las burricletas bien
dispuestas , prestas para la nueva contienda y cambios de ruedas para la GT, la más longeva. Pocas propuesta
sobre la mesa, “al sapo” nos propone “El Gran Maestre” con seguridad y bastante temple.
Iniciamos la marcha
hacia los cuadros de La Vega y por asfalto hacia la vía de servicio
enfilamos; el maestro ha salido disparado, desde el inicio “anda escapado”, ¿la rueda
delantera le habrán trucado? Los demás, “como el ejército de Pancho Villa”, bien alineados de “cháchara” andamos, risas se
escuchan por la retaguardia y de todo un poco vamos hablando por el rutinario
camino allanado; coches que “a pitido limpio” nos saludan y entre la gris
estampa, con nuestras “bolerías” vamos
alegrando la mañana. Atrás dejamos la
gasolinera y nos colamos en vías “más agraciadas” hacia “La Betania”; pasos
agradables y amenos entre robustas encinas y la senda de “La Raya” haciendo las
delicias de la crecida escuadra; a
nuestro paso, un desfiles de ovejas, vacas y caballos y en mitad del camino “un improvisado corral” que tenemos que tirar de navaja, para poder
pasar; qué manía, a todos les da “por
cerrar y amasar de lo legal”. Continuamos por la maraña de caminos, entre
campos sembrados y otros, despuntando de
colores vivos y floridos; por la puerta
de atrás, entramos en la localidad de
Alcañizo, bicheamos por sus estrechas calles, cruzamos aguas residuales y por
la esmerada vía nos adentramos en “el refugio del sapo”. Por el acogedor
encinar, testigo mudo de “taitantas andanzas”, vamos haciendo bromas y retransmitiendo pasadas anécdotas vivenciadas “en esta sala”;
“pájaras del cinco, guardas con escopetas, odisea nocturna y la encina vigía” son las más recordadas. A
estas alturas del cuento, “hay menos
emoción, ya ni nos perdemos, ni nos dan
el alto, ni por los barbechos rodamos”,
entre risas comentamos; Andrés “El
Líder” en todas las fotografías sale en primera plana, ¿querrá la mejor
portada? y Domingo “El Maca” que no se calla ni debajo el agua, mientras
“cabalgamos” distendidos y en plena armonía por la cómoda avenida. Atrás
dejamos, establos y labranzas caídas,
abrimos porteras y nos desviamos por el escondido guardaganados, para tomar la
vía arbolada, de sigilo y misterio sembrada.
Por la Ermita de Peñitas, arribamos en la villa de Oropesa, nos
desmarcamos con el amigo Roberto “El Bueno”, en busca de una farmacia, pero no tenemos suerte, “es la de Trujillo la
que está de guardia”. Recorremos las callejuelas medievas y a las puertas del parador real, pedimos
“posada” y paramos a repostar; frutos
secos, pasas, fruta fresca y dulces, componen el menú tradicional, para llenar “la panza” y unos minutos reposar.
Reempredemos la marcha, dirección a Torralba; anchos caminos
y bien cuidados, mientras rodamos hermanados por el infinito llano; por estos
lares, sumergidos en la plácida dehesa, acurrucados entre sus reposadas ramas,
danzamos con el aire cristalino por los rincones más recónditos y tranquilos; recogemos el estirado camino, unos tramos arreglados, otros
con piedra suelta y algunos pasos con
“roderas agrietadas y secas”; difusos
pensamientos pasean por mi cabeza, es lo
que tiene rodar “en modo relajado” y disfrutando; “El camino es el que
nos enseña la mejor forma de llegar y nos enriquece mientras lo estamos
cruzando”, es algo más que correr y dar pedales, es saber detener el tiempo y
degustar los exquisitos manjares que las generosas mesas del entorno nos ofrecen. A la
entrada del camino Real, unos compañeros dan por finalizada la etapa y, desde
este punto, marchan para casa; los demás, en línea recta, por el tímido tobogán
nos adentramos en El Arenal del Lobo. Abrimos las porteras pertinentes, otras
saltamos, “porque el árbol caído todavía no han retirado”; una vez dentro, en
el sosegado bosque del Cerro Dávila, comentamos sobre el camino de la
discordia, sin quitar la vista del fértil campo, de esparragueras abarrotado;
nos adueñamos del reposado monte y de todo su vistoso esplendor, mientras el
guarda veleño con buen tono y educación, nos invita a dejar cerradas las
puertas. También cruzamos la silenciada finca del Barrero, por el camino
arrestado, ni rastro de los jefes y mandados; campamos a nuestras anchas por la
raptada pista, comentando “que por aquí
se ha pasado toda la vida”; más adelante, tenemos que saltar la portera amurallada,
que por cabezonería, bien por dejadez o “caciquería”, corta el paso a los
vecinos de la villa y el acceso centenario hacia otros territorios de la
comarca. Sin más novedad, comentamos sobre los escritos “que desde hace años
hasta la actualidad en el ayuntamiento hemos presentado”; además de otros
litigios y acciones realizadas; antiguos
y actualizados mapas, autoridades
forestales y testigos veleños consultados, pero a día de hoy, el camino
permanece cerrado; por estos lares –Camino de Velada a Corchuela (MTN 50- 625:
2003) - arribamos en la villa veleña y sin más, nos despedimos hasta la próxima
jornada.
En conclusión, ruta
circular de 55 kms, los principales caminos transitados han sido: CM 9510, Vía
de Servicio N-V, Camino Betania, Camino de la Raya del Monte; Camino de
Talavera; Camino de Alcañizo- Puente del Arzobispo-Oropesa. Camino de
Oropesa-Torralba-Navalcán-Velada. Camino de La Corchuela a Velada.
Buen día…………SALUD.
“mil caminos por andar y
mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni
sitio….”
Lo que mas me gusta de esta ruta es el paisaje que nos deja la Dehesa de Velada
ResponderEliminarMucha razón Nico...y lo afortunados que somos, todos aquellos que podemos disfrutarla....SALUD.
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