Domingo,
veintidós de enero, otra mañana gélida y temperaturas bajo cero nos aguardan en
el habitual punto de encuentro. Ochos caballeros veleños acudimos a la cita
pactada, con las burricletas bien dispuestas; los altos cargos, al “balcón de
Gredos” acuerdan y para clausurar la etapa, “lumbre y buena pitanza”.
Iniciamos la jornada, cruzando la villa
“helada” por las principales calles,
castañean hasta los dientes y “quién nos mandará” más de una vez nos
preguntamos. El tímido astro todavía no está caldeado, ni los anchos caminos
“calentados”, sólo el rastro de la “pelona” de la noche pasada se hace visible y
nos muestra sus estragos y en la osada
cuadrilla, no sentimos ni las manos; a un lado dejamos las granjas de
Trujillano y al adentrarnos en el destemplado encinar parece que nos empezamos
a animar; a nuestro paso, la blanquecina estampa, charcos congelados, un habilidoso raposo "se escurre" por el terreno frondoso y el acompasado concierto de las bulliciosas grullas, atronando
desde lo más alto, también nos va
recreando; decenas de cérvidos de todos
los tamaños avistamos en plena carrera y agitando a la plácida dehesa, mientras todos los
componentes, vitoreamos la escena y nos quedamos con la boca abierta.
Continuamos, abriendo alguna portera y un trío de gamoninos por “El Lobo” liderados, se enganchan a nuestra rueda; llegamos al
enfurecido río y parece que hay amagos de abandono, antes de cruzar sus bravías aguas; “por aquí, por
allá”, “nos descalzamos” y que no hay “acuerdo”; en esto que Roberto “El Bueno”
coge el mando y con éxito nos guía por la acertada opción. Unos metros más adelante,
nos tenemos que detener, Cristóbal “El Nazareno” la rueda delantera ha
destalonado y sin líquido se ha quedado; patas arriba la burricleta y la
clásica solución, cámara nueva y a cabalgar; en este punto, los invitados
gamones nos abandonan, han salido con
hora y no quieren demorar. También cruzamos la aldea parrillana y nos
adentramos en rincones más asilvestrados y menos frecuentados; continuos subes y
bajas y a estas horas, ningún
compañero del terrible frío nos acordamos; pasos
embarrados, árboles frutales, vacas intentando pastar, parcelas bien
deslindadas entre cercados de piedras y oxidadas alambreras y de fondo, la nítida serreta es la postal que se nos
presenta. Para no variar, también tenemos
“que escalar”, desde este punto, “cada cual como pueda y quiera”; Diego “Sin
Miedo”, lidera la parte delantera, con estilo y desparpajo, lección gratuita de
cronoescalada a los que vamos “detrás”. De uno en uno vamos coronando, algunos
se pegan “otro voltio pabajo”, otros, inmortalizamos la “sufrida” ascensión y esperamos a todos los miembros del aguerrido pelotón;
Andrés “El Líder”, también nos da otra lección, “pedaleo a su tran-tran” con
mucha constancia y tesón. Desde este punto, nos asomamos al “balcón”, paramos a
repostar, compartimos viandas, nos hidratamos al sol y foto de rigor para el
recuerdo; reconocemos las villas y picos serranos, aunque en esta ocasión la
estampa nevada es escasa.
Reemprendemos la marcha , por la umbría nos encaramamos, arropados de jaras y pinos y
oteando la panorámica que ondea ante nosotros, levitamos por la rápida bajada; recogiendo
fotogramas, no entretenemos con el aire límpido que asea nuestras ideas en
la fructífera mañana: "adopta el ritmo de la naturaleza; su secreto es la paciencia". Después del fugaz delirio, arribamos en la villa navalqueña y ya que estamos, “cogemos algunas barras de pan”; por el antiguo camino rodamos en armonía y
bien agrupados; salvamos charcos de
todos los colores, tramos embarrados y
por evitar “un paso complicado”, también un campo a través nos marcamos; algunas porteras abrimos y por “otra nos
colamos” hacia "el paso clandestino" y sobre nuestras cabezas, cientos de grullas revolotean, dando vida al cielo despejado; Ilde “El
Suegro”, como "un crío", no mira ni repara y por los patatales y montículos sigue “haciendo el cabra”. Sin
más novedad, por la vía más rápida y cuidada continuamos la armoniosa marcha; recreándonos por el
pletórico escenario arbolado; el soleado encinar nos agasaja con su nítida
estampa, con animadas chácharas, de reojo mirando hacia atrás y más adelante, ya sólo nos queda “coronar” el último repecho. Escalamos con nota y
“El Gran Maestre” sin ayuda previa, ni “motor incorporados” se vuelve a
graduar. En este punto, “elegimos la calancha” para un pincho echar; una buena
“chosca”, chorizo, morcilla y vino de reserva, para pasar unos minutos distendidos, brindar y la etapa clausurar.
Resumiendo,
ruta circular de 47 kilómetros, los principales caminos transitados han sido;
Camino de Velada-Arenas-Parrillas-Navalcán- Parrillas; Camino del Risquillo;
Camino La Chaparrera, El Trampal, Navalonguilla, Ruta del Águila, Camino de
Navalcán-Arenas (ida-vuelta). Camino de Navalcán a Talavera, Cañada Real
Leonesa Occidental, Camino de La Aliseda, Camino de Navalcán-Parrillas-Arenas a
Velada.
Buen día……………..SALUD.
“mil caminos por andar y
mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni
sitio….”
No hay comentarios:
Publicar un comentario