miércoles, 22 de marzo de 2017

Ruta: Camino de Mejorada a Montesclaros-Aldea Arango-Parador Aguirre

Domingo, diecinueve de marzo, agradables temperaturas y en el lugar de costumbre,  nueve caballeros veleños y “El Lobo” gamonino, a la pactada cita festiva, acudimos.  No presentamos,  unos de corto y otros bien abrigados “con este tiempo variable y cambiante,  no nos aclaramos”; con las burricletas bien dispuestas y prestas para la contienda, preparamos “la andanza andorrera”. Jesús “El Serrano” y Ángel “El Guerrero”, después de un tiempo de asueto, se incorporan a filas, para que crezca la longeva cuadrilla.

Iniciamos la jornada, buscando la estirada cañada; bien agrupados rodamos por el arenoso terralgo; entretenidas chácharas entre los congregados, para hacer más llevadera la etapa. Andrés “El Líder” nos ilustra sobre altimetría y “otras cabezonerías”, mientras  nos recomienda “planes de entreno” para afrontar los exigentes retos venideros. Nos adentramos en  territorio “zorrero” por la zona de los huertos;   cruzamos el arroyo cristalino,  mientras  afrontamos el primer repechillo  para  colarnos en el lúcido  laberinto de los pinos. Aguardamos al amigo Gabriel y a Goyo “El Coloso”, después de la larga espera, llegamos al alto donde nos agrupamos con los demás compañeros, mientras nos comentan que la pareja “despistada”,  han cambiado la ruta y en la asfaltada nos han dejado.  En el punto de agrupamiento, saludamos al caballero Diego “Sin Miedo” que marcha con la  numerosa escuadra  talaverana en busca de novedosas  aventuras. Desde aquí, nos enfilamos hacia  “el sendero de los sueños”; por la estrecha vereda, escalones de todos los colores, pasos aguados, verdosas alfombras de  hierba empapada, nos  resguardados en  la frondosidad de las retamas y la embriagadora   oquedad de las chaparreras. Por el rincón encantado, con “desparpajo”  cruzamos el animoso río, también nos atrevemos con una capea en “La Huerta Vicente”, cabalgamos por  los silenciados parajes, escalamos tramos agrietados y  a la diestra,  avistamos la popular “Cantera de San Pedro” , mientras nos recreamos entre tanta maravilla, en el  estrecho pasadizo de jaras, ahogado por  un bosque de encinas. En el izado punto, hacemos  “un recorte” al tradicional camino y nos colamos en otro pintoresco decorado bien cuidado; con precaución, hacemos el pedregoso descenso por la adecentada dehesa; a nuestro paso,  un túnel  arbolado,  dando vida a la sigilosa  umbría, que  por el tendido y agradable  camino nos guía; continúo con la tarea de “inmortalizar” instantáneas de calidad  y  al amigo Andrés, esperar; “su burricleta, continuamente  de los cambios se queja”. Hacemos el paseíllo,  rodeados de  los antiguos caleros, por  la lúcida estampa  y del aire transparente  que inunda  la aldea montesa,  antes de arribar en su acogedora  plaza. Minutos de rigor para “llenar la andorga” y compartir viandas; fruta fresca, pasas, dulces y “algún bocata” que el amigo Gabriel se “va a meter entre pecho y espalda”.






    














































Reemprendemos la marcha por el antiguo camino de Velada,  surcando  el bosque asilvestrado;  a nuestro paso,  se espantan los desconfiados astados,  cruzamos el arroyuelo embarrado;  ante nosotros,  se extiende la verdosa moqueta “refinada”  y al fondo, divisamos la panorámica de la sierra nevada. También, atravesamos  el  histórico  asentamiento “veleño” de  Aldea Arango,  por la rápida pista,  perdida entre un mar de encinas; hacemos un tramo de cañada y otro asfaltado,  antes de “asaltar”  la fortaleza  del “Parador Aguirre” derrumbado. Por la insigne dehesa,  saltamos vallas, “una liebre también echamos a la saca”,  cruzamos más arroyos,  seguimos abriendo más  porteras, departimos con el confuso cabrero “estos son caminos prohibidos” –nos comenta, pero no nos retiene, ni nos corta el paso. Por estos agraciados lares,  hacemos un campo a través,  si seguimos arroyo abajo, “damos con el camino elegido”; enmarcamos idílicas panorámicas arboladas, identificamos la lustrosa yeguada,  “apoltronada”  en la cómoda de  la silenciada estampa; sin dificultad,  cruzamos el rebajado río y por “La Aliseda” queremos hacer lo que nos queda de “recorrido”. Desde aquí, dos veces más,  saltamos al anchuroso Baldío y  nos atrevemos con el incómodo arenal  y la  despejada  pista; después del esfuerzo realizado, por la retaguardia, se hacen visibles los síntomas de fatiga y amagos de calambres; unos compañeros,  van con hora y salen a toda prisa para no llegar tarde;  los demás, quitamos algunas marchas,  aguardamos y esperamos a los rezagados, para entrar en  la villa bien agrupados.   

































En definitiva, ruta circular de 56 kilómetros, los principales caminos transitados han sido: Cañada  Real Leonesa Oriental, Camino de Los Huertos, “Senda de Los Pinos”; Camino de Mejorada a Montesclaros, Carril del Rengel, Camino de Mejorada a Montesclaros-Aldea Arango-Arenas de San Pedro. Cañada Real Leonesa Occidental, N-502- Camino del Parador Aguirre-Velada- Baldío- Camino del Toril- Velada.


Pd: Martín, Jesús, muchas gracias por vuestra aportación fotográfica (3,2).


Buen día……………SALUD.



“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir,  no tengo tiempo ni sitio….” 

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