Sábado, 6 de Mayo, con motivo de la
festividad romera del domingo y como viene siendo ya habitual, adelantamos un día la salida burriclista. Cinco caballeros
veleños nos reunimos en el pactado punto de encuentro, mas Ilde “El Suegro”, que en Cervera saldrá a nuestro encuentro. En principio, la ruta era a La Hinojosa, plan de gran
recorrido, pero por la falta de efectivos, lo dejamos para otra ocasión, “cuando
hagamos más pelotón”.
Iniciamos la marcha, con las temperaturas
más bien “bajas” con una sábana de
niebla sobre nuestras cabezas y envolviendo a los serenos cerros; escalamos
“la muralla de la Gamonosa”, que se hace más dura a “primeras horas” y sin
calentar; admiramos la estampa cerrera,
acurrucada entre la espesura de
la niebla y el clamor del aire limpio que se pasea por las
humedecidas cunetas. Salvamos los pequeños repechos que salen a nuestro
encuentro, mientras al amigo Roberto “El Bueno”, le ha dado “con que voy alto”, nos imparte
lecciones sobre la “tabla exccel” y con la altura, “erre que erre”. Cruzamos las villas vecinas,
pero en esta ocasión, optamos por la alternativa de hormigón, a la vez que
recordamos, cuando este camino era “de
tierra y apelmazada arcilla” ¡¡¡¡cuántos años han pasado!!! A nuestro paso,
avistamos extensos prados “recién regados”,
decenas de cabezas de ganado pastando y
en el telón de fondo, un cielo oscuro y
encapotado; rodamos alegres, mientras hacemos bromas y otros tantos comentarios
animados, por parte de Andrés “El Líder” y sus fieles “soldados”. En la villa
montesa, nos reunimos con Ilde “el esperado” y por “la cuesta del cura”, entre
cercados de piedras y un callejón encinado, hacia el abismo nos lanzamos, guardando las formas
y avisando, que “puede haber” otros burriclistas escalando. Sin novedad, arribamos en “Pepino” y a los
amigos Jesús y Andrés despedimos, quieren acortar el camino y en este punto,
los demás también modificamos el recorrido. Nos adentramos en “la vía de
las porteras”, sobre un terreno perfectamente asentado y bien compactado, que las
recientes lluvias, con esmero han
cuidado; a nuestro paso, Martín “El Fiero” con coraje y valor se bate en duelo con la gigantesca encina,
resultado final, aquella por los suelos y en pedazos partida. Continuamos nuestra andanza por la
llanura sembrada, salvando “guardaganados enrejados” y cabalgando bastante animados; a la salida de
este camino, viramos a la izquierda y después de la pertinente cuesta, nos
adentramos en la pista cerrada de los enebros, primando un rincón de fábula;
escondido entre un recital de cerros, en un bosque de vistosos enebros, moles de piedra forradas de musgo colorido y las melodías clandestinas
de algunas “avecillas”, nos agasajan por
el tendido camino. Después de bregar con la cuesta hormigonada, llegamos a
Marrupe, la explanada y en el pilón empedrado, paramos a repostar; compartimos
viandas, y tiramos del menú tradicional; dulces, pasas y fruta fresca para la andorga llenar,
mientras asistimos a una nueva lección de “la altura ideal”, “libro,
entrepierna, sillín, bla-bla…..” en otra clase magistral.
Reemprendemos la marcha y en el camino de vuelta, a mis compañeros de fatiga, les propongo “rememorar una antigua senda” y como les "va la marcha" y no saben decir que no, “pues aceptan”; nos debimos de pasar la entrada y como resultado, vueltas a las andadas, “estamos sin cobertura”, con las burricletas del ramal, por unos cerros de altura; tomillos, retamas y un mosaico de piedras descolocadas con los pertinentes saltos de vallas; ya sabéis, para mantener las buenas costumbres, nos lo tomamos con humor y calma por la abigarrada postal; a lo lejos, avistamos el camino buscado y desde aquí, hacia Sotillo nos enfilamos. Optamos por la alternativa más divertida, los continuos subes y bajas para “castigar un poco más la patas”; por estos lares, un tobogán de sensaciones se dispersa en todas las direcciones; agradables olores a monte recién regado, encinas bien caladas y un campo bendecido por los generosos aguazos regalados, mientras no dejamos de salvar repechos y escalar. A Ilde “El Suegro”, a pesar que pedía alguna tregua, no se le resiste ninguna cuesta, “aunque todavía le falta algo de fuerza” según nos comenta; pasamos por el puente del Marrupejo “el reformado y el más viejo” y después, escalamos por la senda recientemente adecentada y asfaltada que nos guía hacía la villa de Segurilla. En este punto, el amigo Ilde, nos deja y se dirige hacia su parcela donde en familia le esperan; el trío restante, decidimos acompañar al caballero gamonino, para guardarle y custodiarle por el intrincado camino; atravesamos los afamados cerros con sus bien colocados “cuatro repechos” coronados con éxito, aunque tanto “rompepiernas” ya va haciendo mella, según se comenta… mientras, al amigo Roberto, le ha dado por jugar al escondite y al despiste, ya sólo nos queda el veloz descenso para la etapa rematar. Sin novedad, "aterrizamos" en la localidad gamonina, entramos en “el hogar de los amigos” para tomar unos refrigerios con sus respectivos pinchos y brindar por la jornada acontecida. Después de unos minutos de asueto y abrevar, marchamos bien tranquilos y “a gustito” para llegar a nuestro destino y estirar. En estos momentos, damos novedades al “Presi” y a Gabriel “Lamparillas” que se han acercado, a interesarse por la etapa y a preguntarnos ¿qué tal,cómo nos ha ido?
En definitiva, ruta circular de 65
kilómetros, los principales caminos transitados han sido: Camino de
Velada-Mejorada-Segurilla-Cervera de los Montes-Pepino-San Román de Los
Montes-Marrupe-Segurilla-Cerro El Bujo-Camino de Cervera-Sotillo de Las
Palomas-Segurilla-Camino del Hituero-Segurilla-Mejorada-Gamonal-Velada.
Buen día………….SALUD.
“mil
caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo
tiempo ni sitio….”
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