Domingo, catorce de Mayo, nueve
caballeros veleños nos damos cita en el habitual punto de encuentro. Con las
burricletas bien dispuestas, pero sin etapa
concreta, no parece que tengamos claro el itinerario, “nos vamos para
Montesclaros”, sin saber por dónde y luego, ya vemos para donde tiramos. Antes
de partir, la burricleta de Ilde “El Suegro”, da con la llanta en el suelo, “se
ha desinflado en el coche” y en un periquete solucionamos el tempranero
entuerto.
Iniciamos la jornada, por la vacía
avenida hacia la gran cañada; cabalgamos bien agrupados, en modo distendido
y con amenas chácharas, entretenidos; a nuestro paso, el árido
terreno bien compactado con
abundantes charcos, que las generosas lluvias nos han regalado. Por las
huertas zorreras, contemplamos sus
árboles frutales y las revitalizadas viñas que se asoman al plácido camino; por estos lares, cambiamos de
“tercio” y decidimos “calentar las piernas” por la antigua subida de “las
colmenas”. Algunos compañeros, no recordaban los pronunciados repechos, pero
merece la pena mecernos por estos tranquilos vericuetos; esperamos y nos
agrupamos, antes de lanzarnos por “La Herrería” en “un topabajo”. Volvemos a salir a la anchurosa vía pecuaria
y en este punto, dos compañeros (Eduardo
y El Maca) nos dejan, quieren maquillar
la ruta, más cerca de casa; los demás,
seguimos custodiando y vigilando vetustos y olvidados caminos; sin novedad,
cruzamos el animado riachuelo, nos colamos en las inmediaciones de los establos bien cuidados, atravesando parajes
relajados y de encinas colmados. A estas horas, por estos privilegiados
rincones, todavía resuenan en mi cabeza los
contundentes acordes y magistrales letras del concierto medinero de la noche
pasada; “....oscura como la noche se acerca la soledad y por las calles se oyen palabras de libertad….” “aguas azules y claras, vientos que vienen del
sur, falsas promesas al aire…”, “donde el cielo es azul, los niños quedan sin
sonrisa…” “pensaba una noche a solas, si yo llegaría al cielo…” “…siempre que
te miro, me recuerdas al ayer….” “…yo quise subir al cielo para ver y bajar al
infierno para comprender….” “….velocidad, velocidad ni el viento te puede alcanzar….” Ostras, que
se me va “el santo al cielo”, pero no puedo dejar de “divagar”, mientras nos estiramos por la tendida y rasgada subida, para adentramos en la ceñida vereda, perfumada por los coloridos cantuesos , una callejuela de jaras frescas, las empapadas chaparreras y el embriagador olor de la hierba fresca, nos hacen el
paseíllo hasta la aldea montesa. En su ilustre plaza, paramos a repostar y
abrevar; fruta fresca, pasas, dulces y algún
bocata, componen el menú de la escuadra veleña; minutos de asueto y
buena armonía antes de preparar la partida.
Reemprendemos la etapa, por la vía asentada en la gratificante umbría; pasos asilvestrados y eso que pasamos de vez en cuando; altos hierbajos nos tapan el camino marcado, pero tiene su particular encanto, esta enmarañada manta de hierba tapizada; a nuestro paso , caminos embarrados, más charcos y sin problemas el arroyuelo salvamos, para continuar por pasos ganaderos, abrir algunas porteras y recrearnos por el tupido bosque arbolado; atrás, dejamos establos abandonados y el antiguo asentamiento de Aldea Arango. Desde este punto, la pista es más llevadera y está mejor compactada; “planeamos” por el remanso y transparente encinar y cruzamos la carretera, con las ideas más claras de dónde queremos aterrizar. Desde el continuo sube y baja, miramos hacia el horizonte, la estampa serrana nos aturde y embelesa con su peculiar contoneo y sutil belleza; superamos algunos repechos por los “pelados cerros” en su día abrasados por el fuego traicionero. En este espacio elevado, afrontamos la rápida bajada, atrapando el aire límpido y columpiándonos sobre el “hilo del vértigo”, para después entrar en la callejuela empedrada y llegar a la villa parrillana. Tomamos el camino más directo y llevadero, ya que hay síntomas de fatiga y los calambres amenazan; mientras, Roberto “El Bueno” hace pruebas con una montura “más alta”, éste se empeña y en breve cambia. “Volamos” por la conocida vía, reduciendo y bajando la marcha cuando es necesario, sin dejar de mirar hacia atrás; también, volvemos a cruzar el río Guadyerbas en otro punto más alejado que esta mañana temprano; recorremos el paraje adehesado y lujosamente calmado, avistando aguiluchos tanteando el terreno desde el cielo y unos cuantos buitres, dando cuenta de un suculento banquete; recorremos las parcelas de “Trujillano”, siendo solidarios y manteniendo uno de nuestros preceptos, “no abandonar al compañero”. Por la estirada pista, se produce “una bacanal burriclista”, hay cambios de monturas y la surrealista escena, parece una comedia de tomas falsas; Gabriel “Lamparillas” encaramado en el tercer anfiteatro; Cristóbal “El Nazareno”, toma las riendas “de un poni de juguete” arrastrando los pies por el suelo, e Ilde “El Suegro” en la montura “del yerno” se acomoda y no le pone "ningún pero". Sin más novedad, cada cual sube como puede la última pendiente y el efecto "novedad", parece que da alas a mis compañeros; felicitamos a Nicolás “Charcos” por su “esfuerzo, pundonor y ganas de superación”, llegando por “Los Perales” al punto de partida, paramos unos minutos a estirar y comentar las mejores jugadas y “el corral cerrado” durante la jornada. Hasta la próxima.
Resumiendo, ruta circular de 55 kms, los
principales caminos transitados han sido: Cañada Real Leonesa Oriental, Camino
de Los Huertos, Camino de Las Colmenes (Cerro Arriero), Camino de la Herrería,
Cañada Real Leonesa Oriental, Camino de Talavera-Montesclaros. Camino de
Montesclaros-Aldea Arango-Parrillas; Camino de Arenas de San
Pedro-Parrillas-Navalcán-Arenas-Velada.
Pd: Cristóbal, muchas gracias por la
aportación fotográfica (2)
Buen día………..SALUD.
“mil
caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo
tiempo ni sitio….”
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