martes, 26 de septiembre de 2017

Ruta: Subida a Las Antenas (Piélago)

Domingo, veinticuatro de septiembre, primera ruta de la nueva  temporada de otoño, con agradables temperaturas y los asistentes bien ataviados de corto; cuatro caballeros veleños acudimos a la exigente cita, mientras  otros tres compañeros, nos aguardan en la villa de Segurilla. Con las burricletas bien dispuestas y prestas para la contienda, marchamos hacia “El Piélago” a la conquista del alto de las antenas.

Iniciamos la jornada, con paso firme hacia la oriental cañada; dos compañeros van adelantados –por eso de ir escalando-  ya que Martín “El Fiero” ( luce galones)  me ha dado la orden de acompañar  a Cristóbal “El Nazareno”, ya que “el pollo” viene de currar y el citado evento no se quiere perder (“ahí es na”)   por lo que, unos minutos se va a retrasar. A primera hora, nos espera “La Gamonosa”,  sin protocolo,  sin anestesia ni  calentar,  tenemos que trepar; salvamos los conocidos repechos, -sin apretar-, nos escurrimos por los despejados y acogedores  cerros, hasta que nos encontramos con los adelantados compañeros. Cabalgamos relajados, en armonía, disfrutando por el vallado encajonado, mientras, de todo un poco vamos comentando; cruzamos las villas vecinas y a la salida de Segurilla, tenemos que esperar unos minutos, hasta que lleguen los guerreros talaveranos –pero caballeros veleños nombrados- . Una vez agrupados el séptimo de caballería, recorremos los vistosos  parajes “viriatos”, coqueteando con los tímidos repechos,  empapándonos del paisaje asilvestrado y abigarrado, a la vez que escuchamos  los agradables suspiros que se desprenden  del generoso  paisaje arbolado. Atrás,  dejamos la aldea de  Marrupe, para adentrarnos en la discontinua  escalada hormigonada, reposada en una recóndita estampa de  aire fresco y  apetecibles  aromas, que nos empujan y animan por el grato callejón olvidado, mientras nos recreamos entre un variopinto  surtido de encinas, jaras y enebros salteados,  esparcidos por el serpenteante y ceñido  camino. Después de salvar el infranqueable y  duro muro de entrada, arribamos en la Hinojosa, “echamos un tentempié rápido” y  diseñamos el asalto hacia el punto más alto. Algunos compañeros,  se adelantan y van abriendo paso, por lo que ya salimos “desperdigados”.

¿Qué contaros de la brutal ascensión? Los que la sufrimos y disfrutamos, para nosotros lo guardamos, a los que no la conocen, “a volar” les invitamos.  Descomunales repechos salen a nuestro encuentro, más que una ruta para amigos, parece que  la ha diseñado el mismísimo “diablo”; nos agarramos a nuestro lema, “cada cual como pueda o le dejen sus fuerzas”; Antonio Medina “El Estratega” y Diego “Sin Miedo”  se encaraman en la parte delantera y de aquí no se van a “bajar”; pasamos distintas pantallas, gigantescos  castaños que sus frutos no quieren soltar y un valle de robles y pinos que con sus agradables vistas, también nos plantan el agradecido sombrajo  en mitad del  empinado camino. También las impertinentes moscas y mosquitos, no nos quieren dejar en paz,  se acoplan con nosotros en la sufrida escalada, ¿no habrá bichos por aquí?  “con lo grande que es el valle, se nos tienen que plantar alrededor de  la cara,  dando la plasta”. Después del bravío y estoico esfuerzo, de uno en uno vamos coronando y  “los dos adelantados” se pegan otro viaje para abajo; los demás,  nos entretenemos con la carrera de montaña (Trail Running) que por la elevada  plataforma tiene su paso; echamos más fotografías, nos recreamos con las impresionantes vistas y con el ambiente festivo de este día. El amigo Gabriel “Lamparillas”, llega crecido y  triunfante, otea el ambiente y allá que  va, “ha olfateado el rastro”; esperamos y nos agrupamos, para afrontar el último tramo, más llevadero y cómodo para completar la ansiada ascensión; saludamos a otros burriclistas y a los desperdigados carreristas que “inundan” la sierra concurrida. Nosotros a lo nuestro, por la parte delantera, el trío de cabeza (Diego, Medina y Cristóbal) no dan tregua y “algo se aprietan”. Todos hacemos cima y conquistamos el paraje lunar;  fotografías de rigor para enmarcar, felicitaciones y agradecimientos para todos los  compañeros; a Ilde “El Suegro” por su constancia y tesón;  a Martín “El Fiero”, por su fuerza y pundonor y  porque esta espinita la tenía clavada desde hace algún tiempo, que bien lo sé yo;  a Gabriel “Lamparillas” porque no conocía la ruta, sabe sufrir como un titán y “este convite”  va a tardar “algún tiempo” en olvidar. Oteamos el entorno que nos rodea, la estirada cañada, otras localidades serranas y las conocidas cumbres y míticos  puertos que engalanan la majestuosa estampa.  

 
































































Reempredemos la marcha, en esta ocasión,  vamos a hacer el puerto por la vía asfaltada, ya que hay bastantes carreristas “sueltos” por los puntos que solemos frecuentar, por razones de seguridad y por “aligerar algo más”. Por lo que,  nos recreamos y deleitamos por la espesa arboleda, gobernada por los castaños centenarios, degustando el frescor de la mañana y volando por la efímera bajada. En Navamorcuende, en la calle “Larios” –curioso nombre, para no mezclar- paramos a llenar las botijas de “agua bien fresquita”,  callejeamos por las frecuentadas callejas y desde el camino rural, cogemos el ramal que hacia la gran cañada nos ha de llevar; sorteamos los continuos subes y bajas a buen ritmo,  antes de arribar en Sotillo. Desde aquí, por los asalvajados cerros, decidimos; nos enfrentamos a las cuatro cuestas que nos quedan para rematar la faena, pero por la retaguardia hay “retenciones” , ya flaquean las fuerzas. Esperamos y nos agrupamos, tantas veces como sea necesario y de ningún caballero nos olvidamos; por estos lares, me encanta esta estampa cerrera, tiene unos aires místicos y cierto misterio que la hace especial. Por el fugaz descenso, llegamos a “la catedral de San Marrupejo”, pero  todavía tenemos que escalar otro poco más, pero  las piernas y la cabeza  ya  no están como esta mañana al empezar. Hablamos de sensaciones y parece que no vamos mal, pegamos el “penúltimo  arreón”  antes de arribar en “la villa cagarrache”; aquí,  hacemos una espera para agruparnos; Antonio Medina, mira la hora y lleva prisa “por pasar lista” y los amigos Gabriel y Martín, por motivos similares, también tiran hacia adelante; El Relatero  espera a los rezagados y a Cristóbal,  para que no haga el camino en solitario. Una vez agrupados, damos novedades, cada cual sigue su camino, volvemos a cruzar las villas cerreras, cabalgamos alegres, sin perder el ritmo; animosos, también comentamos la dura y grandiosa jornada que traemos a nuestra espaldas, mientras parece, que avistamos a los compañeros adelantados; sin más sobresaltos, disfrutamos de  los últimos kilómetros ¿en modo tranquilo?; hasta parece que “llegamos enteros”,  y  victoriosos y triunfantes  arribamos a nuestro destino.

















En definitiva, ruta circular de 86 kms, los principales caminos transitados han sido; Cañada Real Leonesa Oriental, Camino de Velada-Mejorada-Segurilla; Camino del Hituero; Antiguo Camino de Segurilla-Sotillo, Camino de Los Dornajos; Camino de Segurilla-Marrupe-Hinojosa-Almendral de la Cañada (Subida Antenas), Puerto de Navamorcuende, Camino de Navamorcuende-Buenaventura-Sotillo, Cañada Real Leonesa Oriental, Camino de Sotillo-Segurilla, Camino del Hituero-Segurilla-Mejorada-Velada.  


Pd: Cristóbal, gracias por la  aportación fotográfica (2)

Buen día…………………SALUD.


“mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir,  no tengo tiempo ni sitio….” 

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