Domingo, dieciocho de
febrero, mañana agradable, aunque desde bien temprano, nos amenazan las rachas de
aire; en el lugar de costumbre, once caballeros veleños nos presentamos a
filas, con las burricletas bien dispuestas, monturas nuevas –de la serie élite-
, ilusiones renovadas, ¿cuál será la propuesta? Tenemos los parajes más
empinados, al final “al Molino Montoya”, optamos por los territorios más
llanos; aunque, el amigo Gabriel y Goyo
“El Coloso”, optan rodar en solitario.
Con las ideas más que
claras, iniciamos la festiva jornada, cruzando la señorial villa, a estas horas despoblada y vacía; Martín “El
Fiero” e Ilde “El Suegro”, a buen ritmo marchan en cabeza, “¿estarán preparando alguna
prueba?”Cabalgamos alegres y con brío por el conocido escenario: Los llanos del
Baldío, la finca de Trujillano y bien atentos por si “algún bicho avistamos”;
nos adentramos en el relajado encinar, abrimos algunas porteras y antes de
llegar al río, un “buen jabato” nos
sorprende por la retaguardia, pero todos, somos testigos del digno espectáculo.
En buena armonía, varios temas vamos comentando; Alberto “El Maestro Ceramista”
nos habla de “la noche toledana” que hasta altas horas de la madrugada se ha
marcado, pero aquí está, “dispuesto a bregar y a darlo todo” ; también, cruzamos el vacío
torrente y por la vía de la tabla, entre risas, amenas conversaciones y futuras
rutas, salimos a la despejada Cañada, que hasta Navalcán nos ha de guiar. Salimos
por “la puerta de atrás”, por la empinada cuesta; el silenciado camino nos
lleva “en volandas”, mostrándonos vallados empedrados, vistosos prados y la
espectacular sierra de Gredos, al fondo asomando. Después de la serena vía, nos
encaramamos en la rápida bajada, nos colamos en terrenos más asalvajados, pasos
entretenidos y agrietados, ahogados en la profundidad del enigmático barranco; llegamos
al derruido molino, que impasible se adentra en el agitado río; rescatamos
coloridas fotografías, dando de beber a
las sedientas retinas desde la profusa
garita de las maravillas y nos
recreamos en el recóndito rincón, mientras Nicolás “Charcos”, llena de tomillo
“su anchuroso zurrón”.
Después de los minutos de recreo, Roberto “El
Bueno” y Alberto nos deleitan con “lujosos caballitos” desde la planta alta del
mencionado río; después de unos minutos de recreo, continuamos torrente abajo, entre matorrales, piedras sueltas y
escalonadas, entre “las espigadas escobeñas”, en algún tramo más
complicado, tenemos que desmontar y
echarnos las burricletas al “costal” para escalar, recorrer los inexplorados
parajes y aparecer en la plataforma de
los motores a repostar. Minutos de relax y asueto,
contemplamos la afortunada panorámica, compartimos viandas, fruta fresca,
dulces, pasas, para llenar la andorga y las
fuerzas recuperar.
Reemprendemos la marcha
y nos configuramos “en modo escalada”, cada uno como pueda, pero tampoco “sin
apretar”; Jesús “El Serrano” e Ilde, con
ahínco y tesón lideran la amable ascensión; hacemos amena la subida, esperando y
agrupando e incluso volviendo a bajar,
para rescatar “algún rezagado”, al mismo tiempo que la batería de la cámara "ha caducado"; El Gran
Maestre se exhibe en la discontinua subida, su “Gran Capitana” en las alturas
también da la talla. Atrás, dejamos el laberinto de caminos y circunvalamos la población navalqueña,
atravesamos “el encinar de las aves” y contemplamos el estado lamentable de
sequía que nos muestra su emblemático pantano. Por estos lares,
metemos una marcha más, arropados con la
capa de la infinita calma, volamos, pero
sin dejar de mirar atrás, mientras Domingo “El Maca” nos avisa “para aflojar”;
cuando llegamos a la vía de los veratos, un cuarteto viran hacia Velada y el
otro quinteto burriclista, queremos alargar la etapa, “tenemos ganas de más”. Sin permiso ni
gestiones oficiales, nos adentramos en la sosegada dehesa, no perdemos los detalles
que se nos muestran desde las
diferentes capas solapadas, pero sin rastro de vida, desde la apaciguada esfera arbolada; “sin prisa pero sin pausa” cruzamos el
relajado Dehesón y a bastante velocidad,
pasamos los fotogramas de los montes cercanos; de vez en cuando “echamos
el freno de mano” y “a veinte” es lo más recomendado. En algunos tramos
señalados, apretamos un poco más “para probarnos”, nos damos relevos y “a rueda
–si se puede- que bien vamos”. Sin más
novedad, hacemos los últimos kilómetros llanos “con buenas sensaciones” y
arengas varias sin hablar: “Si caes es para levantarte, si te levantas es para
seguir, si sigues es para llegar a donde quieras ir y si llegas es para saber
que lo mejor está por venir, ¿listo? Después de estos “arreones” pasamos
por “La Tasca del Maca” a dar novedades, “pillamos a los altos cargos” brindando a “chatos y degustando tapas” y nos despedimos hasta la próxima jornada.
En resumen, ruta
circular de 62 kms, los principales caminos transitados han sido: Camino de
Arenas-Parrillas-Navalcán, Camino de La Tabla, Cañada Real Leonesa Occidental,
Camino de Talavera a Navalcán-Candeleda-Molino Montoya-Motores-Candeleda-Valcasillo-Navalcán-Talavera-Navalmoral-
Parrillas- Torralba de Oropesa, Corchuela-Velada, Carril de Las Mulas-Las
Dehesillas-Velada.
Pd: JoseMa, Ilde, muchas
gracias por vuestra aportación fotográfica (2)
Buen día………..SALUD.
“….mil caminos por andar
y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni sitio….”
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