miércoles, 21 de febrero de 2018

Ruta: Molino Montoya-Motores del Tiétar


Domingo, dieciocho de febrero, mañana agradable, aunque desde bien temprano, nos amenazan las rachas de aire; en el lugar de costumbre, once caballeros veleños nos presentamos a filas, con las burricletas bien dispuestas, monturas nuevas –de la serie élite- , ilusiones renovadas, ¿cuál será la propuesta? Tenemos los parajes más empinados, al final “al Molino Montoya”, optamos por los territorios más llanos; aunque,  el amigo Gabriel y Goyo “El Coloso”, optan rodar en solitario.

Con las ideas más que claras, iniciamos la festiva jornada, cruzando la señorial villa,  a estas horas despoblada y vacía; Martín “El Fiero” e Ilde “El Suegro”, a buen ritmo  marchan en cabeza, “¿estarán preparando alguna prueba?”Cabalgamos alegres y con brío por el conocido escenario: Los llanos del Baldío, la finca de Trujillano y bien atentos por si “algún bicho avistamos”; nos adentramos en el relajado encinar, abrimos algunas porteras y antes de llegar al río, un  “buen jabato” nos sorprende por la retaguardia, pero todos, somos testigos del digno espectáculo. En buena armonía, varios temas vamos comentando; Alberto “El Maestro Ceramista” nos habla de “la noche toledana” que  hasta altas horas de la madrugada se ha marcado, pero aquí está, “dispuesto a bregar y  a darlo todo” ; también, cruzamos el vacío torrente y por la vía de la tabla, entre risas, amenas conversaciones y futuras rutas, salimos a la despejada  Cañada,  que hasta Navalcán nos ha de guiar. Salimos por “la puerta de atrás”, por la empinada cuesta; el silenciado camino nos lleva “en volandas”, mostrándonos vallados empedrados, vistosos prados y la espectacular sierra de Gredos, al fondo asomando. Después de la serena vía, nos encaramamos en la rápida bajada, nos colamos en terrenos más asalvajados, pasos entretenidos y agrietados, ahogados en la profundidad del enigmático barranco; llegamos al derruido molino, que impasible se adentra en el agitado río; rescatamos coloridas fotografías,  dando de beber a las sedientas retinas desde la profusa  garita de las maravillas y  nos recreamos en el recóndito rincón, mientras Nicolás “Charcos”, llena de tomillo “su anchuroso  zurrón”. 
Después de los minutos de recreo, Roberto “El Bueno” y Alberto nos deleitan con “lujosos caballitos” desde la planta alta del mencionado río; después de unos minutos de recreo, continuamos torrente  abajo, entre matorrales, piedras sueltas y escalonadas, entre  “las  espigadas escobeñas”, en algún tramo más complicado,  tenemos que desmontar y echarnos las burricletas al “costal” para escalar, recorrer los inexplorados parajes y  aparecer en la plataforma de los motores a repostar. Minutos de relax y asueto, contemplamos la afortunada panorámica, compartimos viandas, fruta fresca, dulces, pasas, para llenar la andorga y las  fuerzas recuperar.







































Reemprendemos la marcha y nos configuramos “en modo escalada”, cada uno como pueda, pero tampoco “sin apretar”; Jesús “El Serrano” e Ilde,  con ahínco y tesón lideran la amable ascensión; hacemos amena la subida, esperando y agrupando e incluso  volviendo a bajar, para  rescatar “algún rezagado”, al mismo tiempo que  la batería de la cámara "ha caducado"; El Gran Maestre se exhibe en la discontinua  subida, su “Gran Capitana” en las alturas también da la talla. Atrás, dejamos el laberinto de caminos y  circunvalamos la población navalqueña, atravesamos “el encinar de las aves” y contemplamos el estado lamentable de sequía  que nos muestra  su emblemático pantano. Por estos lares, metemos una marcha más, arropados con  la capa de la infinita calma,  volamos, pero sin dejar de mirar atrás, mientras Domingo “El Maca” nos avisa “para aflojar”; cuando llegamos a la vía de los veratos, un cuarteto viran hacia Velada y el otro quinteto burriclista, queremos alargar la etapa,   “tenemos ganas de más”. Sin permiso ni gestiones oficiales, nos adentramos en la sosegada dehesa, no perdemos los  detalles  que se  nos muestran desde las diferentes capas solapadas, pero sin rastro de vida,  desde la apaciguada esfera arbolada;  “sin prisa pero sin pausa” cruzamos el relajado Dehesón y  a bastante  velocidad,  pasamos los fotogramas de los montes cercanos; de vez en cuando “echamos el freno de mano” y “a veinte” es lo más recomendado. En algunos tramos señalados, apretamos un poco más “para probarnos”, nos damos relevos y “a rueda –si se puede-  que bien vamos”. Sin más novedad, hacemos los últimos kilómetros llanos “con buenas sensaciones” y arengas varias sin hablar: “Si caes es para levantarte, si te levantas es para seguir, si sigues es para llegar a donde quieras ir y si llegas es para saber que lo mejor está por venir, ¿listo? Después de estos “arreones”   pasamos por “La Tasca del Maca” a dar novedades, “pillamos a los altos cargos”  brindando a “chatos y degustando tapas”  y nos despedimos hasta la próxima jornada.

 


















En resumen, ruta circular de 62 kms, los principales caminos transitados han sido: Camino de Arenas-Parrillas-Navalcán, Camino de La Tabla, Cañada Real Leonesa Occidental, Camino de Talavera a Navalcán-Candeleda-Molino Montoya-Motores-Candeleda-Valcasillo-Navalcán-Talavera-Navalmoral- Parrillas- Torralba de Oropesa, Corchuela-Velada, Carril de Las Mulas-Las Dehesillas-Velada.


Pd: JoseMa, Ilde, muchas gracias por vuestra aportación fotográfica (2)


Buen día………..SALUD.

“….mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni sitio….”


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