jueves, 13 de septiembre de 2018

Ruta Vía Verde de La Jara


Jueves, seis de septiembre, día de inicio de las  fiestas  patronales   en las villas de  Velada y Gamonal. Por motivos obvios, adelantamos la etapa dominguera a esta fecha, ya que,  solicitamos  el fin de semana libre,  para desconectar y  con los nuestros,  disfrutar de las festividades  rurales  de las nombradas localidades. A Calera,  acudimos con nuestros vehículos, Roberto “El Bueno” y El Relatero.  Oscar “Boliche” con más ganas y tesón,   ya viene dando pedales desde el pueblo gamón;  por si no tiene bastante “se ha apuntado a la ruta-marathón”.

Comenzamos la jornada con agradables temperaturas y aromas frescos que invaden los primeros kilómetros; a nuestro paso, una colección de gratificantes sensaciones y pictogramas tanteados en multitud de ocasiones. Extensos campos de  maizales y otros forrajes  bien refrescados;  el esbelto viaducto abrazando las verdosas aguas del río Tajo; estaciones ferroviarias en ruinas y  abandonadas,  con cierto aire fantasmal recorren la estirada vía; contrastes  de colores entre la piedra granítica, pizarra y parajes abrasados,  que nos indican el inminente  final  del verano; traspasamos los correspondientes túneles de tamaños varios, envueltos en  un ambiente mágico y de intriga, sin saber qué   nos podremos encontrar  en plena oscuridad;   interminables rectas, adornadas de pasto seco y variedad de  retamas  parecen no terminar y al infinito nos quieren llevar.  Después de cruzar el túnel más largo, nos adentramos en parajes más asalvajados; espectaculares caídas a vacío,  diseñan postales más notables;  mientras,   el intermitente divagar  del río Huso  dibuja singulares  recovecos  que alegran estos  serenos parajes. Durante la marcha, en modo  distendido, llevamos el aire de cara, pero imbuidos en amenas conversaciones, cabalgamos más entretenidos  por la disimulada pendiente que “pica parriba” dentro del  largo  camino.  En nuestro alegre cabalgar, nos encontramos “con unos cabros”,  solos  en mitad de la vía, “¿estarán extraviados?”, en pleno descanso en medio de la pista, nos hacen el paseíllo y parece que hasta  les cuesta echarse a la orilla. Por el interminable callejón, nos perfumamos con los reconfortantes  olores  de las   jaras que arropan a la digna estampa serrana; echamos un vistazo a los bajos “pateados”, pero de la fauna más salvaje, ni rastro;  avistamos un ejército de encinas engalanadas “con sus barbas de viejo”, como claro indicador del aire puro que se expande por el privilegiado rincón. Después de añadir tantos  ingredientes a la ensalada multicolor, la estación de Santa Quiteria, nos indica el  fin de trayecto de ida. Paramos a repostar para coger fuerzas, nos hidratamos adecuadamente, nos recreamos con las empinadas vistas del armónico  lugar;  caminos que ya conocemos y también nos asomamos a las estaciones olvidadas. Sesión fotográfica para el recuerdo, entre risas y otras “bolerías” y varios intentos  con los medios inteligentes más modernos.












































Reemprendemos la etapa, sabiendo que “los astros están de nuestra parte”;  camino de regreso  en ligero descenso y en teoría,  el aire de costado, “eso,  si no se da la vuelta” que este cuento ya lo conocemos; Roberto “El Bueno” tiene gana de fiesta (No me refiero a  la de nuestros respectivos pueblos) y marca un ritmo “velocidad crucero”, bueno, bueno. Como podemos,  vamos recogiendo el camino transitado, aunque todavía nos da tiempo “a ver algo”; un ciervo “despistado”  desaparece entre la maleza, sin apenas hacer ruido ni dejar huellas ;  panorámicas que vuelan y pasan a toda prisa, perdemos la cuenta de los túneles que llevamos y si no recuerdo mal,  también paramos en alguna fuente, para refrescarnos y llenar las botijas. Como buenos compañeros, nos vamos dando relevos, “para no desgastarnos demasiado”: “Ten presente que el destino de todos depende de la conducta de cada uno.” “A la cima no se llega superando a los demás. Sino superándose a sí mismo.” Cabalgamos con mucha alegría y tenacidad por el despoblado camino, parece que lo hubiéramos  reservado para la ocasión; de vez en cuando,  también nos relajamos (“no tanto”); “¿tienes que dar el pregón de las fiestas del  pueblo?”, “¿tienes que barrer las calles?” y  frases similares  nos  decimos,  para “tirar del ramal” y bajar alguna marcha. Para no variar, en algunos tramos “nos da el aire de cara”, pero nosotros a lo nuestro; “Boliche” a pesar de estar lesionado, da la talla como un campeón y sigue empeñado en finalizar “su particular  marathón”. Continuamos contando estaciones, también  tenemos algún amago de pinchazo –que no llega a tanto-, “de reojo”  avistamos  los amplios  campos de regadío, cruzamos el túnel de cañas y también,  pasamos por debajo de “las duchas” que nos había preparado  la organización y desde aquí, sin más novedad, pero sin bajar la guardia y cuando el sol parece que nos quiere  “atizar” por la monótona recta llegamos al punto de partida. Hasta la próxima.













En conclusión, ruta lineal –ida y vuelta-  de 102 kms (106 kms); Vía Verde de la Jara: Calera-Estación de Santa Quiteria-Calera.


Pd: Roberto, muchas gracias por tu aportación fotográfica (2) .


Buen día……….SALUD.


“….mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir, no tengo tiempo ni sitio….”

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